[caption id="attachment_498" width="150"] Ramón Gómez de la Serna en su estudio[/caption]
Casimiro ha rescatado Humorismo, un breve ensayo de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) sobre el humor publicado en 1930. Tan breve que casi le supera en páginas el estudio introductorio de Pedro Aullón de Haro sobre la obra ramoniana.
Gómez de la Serna, sabido es, fue un humorista en toda regla. O, mejor, ajeno a toda regla. El humor nunca faltó en sus variopintos escritos y jamás faltó en su pintoresca vida, repleta de actuaciones y salidas chocarreras. Sus greguerías, máxima invención de la casa, cuentan con el humor, junto a la metáfora, como ingrediente imprescindible.
En su texto, Gómez de la Serna atribuye el humor a unos presuntos “glóbulos amarillos” que circulan por nuestro flujo sanguíneo junto a los ya constatados rojos y blancos.
A diferencia de tantos intelectuales que han despreciado el humor y lo han mantenido alejado de sus vidas y de sus obras, Gómez de la Serna hace un encendido elogio del humor y de los humoristas. No ve humor en Dante, ¡pero llega a encontrarlo en Dostoievski!
No hay que olvidar, al margen de sus actitudes y aptitudes personales, que, cuando Gómez de la Serna escribió su ensayo, el humor estaba presentísimo en el arte de las vanguardias, que, por cierto, admiraban el cine cómico estadounidense de los años mudos.
De la Serna se aproxima al humor desde todos los ángulos, entregando diversas definiciones y contemplándolo en todos sus recovecos. Como acertadamente hace notar Aullón de Haro, muchas de sus proposiciones tienen la brevedad, contundencia e ingeniosidad de lo aforístico.
Particularmente interesante es su rápido recorrido en busca del humor por algunas figuras de la literatura española, a las que dibuja con rápidos trazos en función de su cultivo del humorismo.
El texto acaba con unas líneas que pueden considerarse proféticas: “En futuros Parlamentosdespuntará el partido humorístico, que primero se discutirá, como cuando apareció el socialista, si es legal o ilegal, pero al fin será el que conduzca el gobierno de la vida con el único aire soportable”.
Ojalá esto último fuera verdad. De momento, lo que se advierte es una tendencia involuntaria al humor negro en el modo de conducirse de algunos partidos que se toman a sí mismos muy en serio y parecen tomar a broma a los ciudadanos. Y sí, ya han aparecido cómicos (Francia, Italia) con la pretensión de desplazar a los partidos tradicionales, aunque, francamente, la experiencia no puede ser calificada de buena.