El dolor de Emmanuel Bove
[caption id="attachment_1271" width="560"] Emmanuel Bove[/caption]
Cuando Emmanuel Bove (1898-1945) publicó Henri Duchemin y sus sombras ya era un escritor muy conocido, gracias a su primer y único libro hasta entonces, Mis amigos (1924), publicado cuatro años antes gracias al apoyo entusiasta de Colette y que podemos leer en castellano en Pre-Textos. También tenemos accesible su novela La trampa (1945), escrita en su exilio de Argel muy poco antes de su regreso a Francia y de su fallecimiento y editada por Pasos Perdidos, el mismo sello que ha sacado este año El presentimiento (1935).
La vida y la carrera literaria de Bove, nacido en París, hijo de un emigrante judío y ruso y de una criada, darían después muchos tumbos y tendrían muchos altibajos hasta su prematura muerte, que fue seguida de un largo período de olvido de su figura y de su obra.
Hermida Editores publica ahora Henri Duchemin y sus sombras, traducido por María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego, colección de siete relatos breves entre los que el primero y más relevante, El crimen de una noche, roza por su mayor extensión la categoría de “nouvelle” y que, según creo, dio en algún momento título al conjunto de estas narraciones.
Sombras, noche. Leído también El presentimiento –que me entusiasmó- se confirma que el universo de Bove es sombrío y nocturno, sea por los espacios físicos en los que transcurre la acción, sea, sobre todo, por el agobiante mundo interior de los personajes principales, que se desenvuelven con erratismo alternativamente por espacios callejeros pesadillescos muy bien descritos y por espacios domésticos opresivos y angustiosos, que lo son como consecuencia de la incertidumbre y del dolor que habitan dentro de su alma.
Henri Duchemin, como otros personajes de Bove, sufre mucho, a medias por su desvarío existencial y a medias por el absurdo que le rodea. Enderezar el rumbo vital, tomar decisiones acertadas y desenvolverse dentro de ellas suelen ser los difíciles objetivos de los personajes de Bove, que optan por la soledad o, en el fondo, ya están solos, pues las mujeres que encuentran o con las que comparten su vida no les dan sosiego ni les permiten vivir el amor de forma confortable. Así sucede también en el relato titulado Visita por la noche.
En este libro hay dos cuentos, Lo que ví y ¿Será mentira?, que tienen en común el engaño, la posible traición de una mujer a un hombre, a un hombre que cree tener las pruebas y las evidencias de tal engaño, pero que, de cualquier modo, y desde una situación de enclaustramiento y espera, deja crecer dentro de sí los recelos y los celos.
El crimen de una noche transcurre, con amarga ironía, entre las horas presuntamente felices de la Nochebuena y los albores del día de Navidad, pero no son, desde luego, horas felices para el pobre y solitario Duchemin, a quien dos personas distintas recomiendan con toda naturalidad que se suicide, precisamente porque no es feliz.
Posible variable aligerada y moderna del Raskólnikov de Crimen y castigo –Bove presenta algunos puntos de contacto con Dostoyevski-, la itinerancia interna y externa de Duchemin se complica, en una atmósfera tan realista como onírica, al recibir la firme propuesta –tentación, pacto con el Diablo- de matar a un hombre como medio para ser rico y, por consiguiente –piensa él-, feliz.
Sin desvelar el desarrollo de la trama ni, por supuesto, su desenlace, aíslo a continuación una breve frase que concierne a Duchemin: “Se acordaba un poco del anciano que había dicho que para redimirse había que sufrir”.
En otro contexto, el protagonista de ¿Será mentira? llega a pensar que “más valía sufrir en silencio”. El sufrimiento, en efecto, es la experiencia central de los personajes del torturado Emmanuel Bove, un sufrimiento inserto en una red tejida por la culpa, el perdón, la redención y la aspiración a la felicidad. La maestría del escritor al desglosar y adentrarse en el alma de sus personajes logra que ese viaje que hacemos sus lectores a través del dolor sea apasionante e intrigante.