César Antonio Molina, el amor y el cine
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Es un libro sobre el amor, sobre el cine, sobre el amor al cine y sobre el cine de amor. En su prólogo, César Antonio Molina así lo reconoce y también dice: “Este libro es una meditación filosófica sobre la vida y la muerte tomando como excusa el cine”. La muerte del amor, la muerte de los amantes. ¿Vence el amor a la muerte? El amor y la muerte, siempre juntos, atisbando la inmortalidad, su anhelo. Tan poderoso como el amor (Destino) toma su título de la variable de un verso de El Cantar de los Cantares: “Porque es fuerte el amor como la muerte”. ¿Tiene el amor tanto o más poder que la muerte? Cabe recordar aquí que las películas, transcendiendo los límites del espacio y del tiempo, si no al amor, dan inmortalidad a las historias de amor y a quienes las protagonizan.
Tan poderoso como el amor, en sus cerca de quinientas páginas, está organizado de la siguiente manera: el libro tiene cien epígrafes; cada epígrafe contempla y analiza una forma, una circunstancia, una característica, un accidente de la sustancia amorosa, y ese análisis –reflexión, disección– tiene como base, como objeto, cada vez una película distinta. En total, más de cien películas, ya que en varios de los epígrafes comparece más de un título.
Podemos decir, pues, en una primera aproximación, que el libro establece y estudia una fenomenología del amor y una tipología de los amantes, de los que aman. El azar, la crueldad, la clandestinidad, la salvación del alma, la indolencia, la imposibilidad, la memoria, el cobijo, la violencia, el gozo, el desamor, la prohibición, la segunda oportunidad, el instante, el sueño, el perdón, la belleza, los celos o la culpa son sólo algunos de los ingredientes que Molina, con la casi constante presencia de la muerte, aborda como asociados a la experiencia del amor.
Como decíamos, cada una de esas circunstancias, ingredientes o maneras del amor y del comportamiento de los amantes tiene como ejemplo principal una película. Una película muy relevante, una película de gran calidad. Imposible, citarlas aquí. Digamos que van del período clásico del cine a la más reciente contemporaneidad, pasando por los tiempos de innovación y ruptura de los años 50, 60 y 70. Forzoso es dar algunos títulos para informar al lector y estimular su interés. Daré, no sin dificultad en la elección, quince: El ángel azul, Casablanca, Perdición, Breve encuentro, Tú y yo, Al final de la escapada, Lolita, Jules y Jim, El último tango en París, Robin y Marian, El sur, Azul, Eyes Wide Shut, Melancolía y Her.
En cada apartado, el procedimiento seguido por César Antonio Molina es el siguiente: menciona y contextualiza la película que va a tratar; describe su argumento incidiendo en su nuclear historia amorosa, que glosa al detalle tanto desde el punto de vista cinematográfico como desde su programa y perspectiva ensayísticos respecto al amor y, por último –aunque no en este orden–, recurre a citas de apoyo de infinidad de libros, cuadros, piezas musicales y, por supuesto, películas que convienen –por afinidad o antagonismo–, al desarrollo y extensión de cada una de sus reflexiones.
La impronta del libro es filosófica. Su prosa es muy literaria, podríamos decir que poética. Es la obra de un exigente cinéfilo que ha visto, revisto y escogido con esmero las películas –hasta hoy mismo– que se propone desentrañar, pero también –como demuestran las informaciones y comentarios que suministra– de un estudioso del cine, que ha leído y lee sobre las películas. Igualmente, Tan poderoso como el amor es un libro de fuerte acento culturalista –por la cantidad de pensadores y creadores que convoca– y, por último, y en medidas vetas, Molina deja vía libre a la subjetividad, al testimonio personal, al yo narrador que inserta el cine y el amor en su propia experiencia.
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Molina cuenta magníficamente, por ejemplo, el trágico triángulo amoroso de El tercer hombre (Carol Reed, 1949) en la Viena de posguerra, dividida y ocupada por los aliados, que no pueden evitar la corrupción ni el crimen. Nos ha hablado del novelista Holly Martins (Joseph Cotten), de su vieja amistad con el traficante y delincuente Harry Lime (Orson Welles) y de su implicación decisiva en la muerte de éste tras conocer sus actividades criminales y ponerse del lado de la ley y de la moral. Ha descrito con detalle la mítica escena final, tras el entierro de Harry, en la que Holly, en la alameda de acceso al cementerio, espera en vano a Anna (Alida Valli), que ha amado a Harry y de la que él ahora está enamorado. Anna, que viene andando lentamente desde el fondo del paseo y de la imagen, en un largo y memorable plano, no se detiene ante Holly y, sin mirarle siquiera, sigue su camino.
Se pregunta César Antonio Molina: “¿El bien es más bello que el amor? El bien reina en el mundo, inteligible por encima de las cosas más excelentes, pero no del amor. Así pues, Anna puede amar a un monstruo como Harry y condenar con desprecio al ejecutor de la ley moral. ¿Anna le pide a Holly que no colabore en la captura de Harry? Sí, y lo hace cuando ya tiene constancia de que es un demonio. ¿Holly habría conseguido el amor de Annade haberse puesto de su parte? ¡No! Tampoco. Anna sólo puede amar a Harry sin por qué”.