María Jesús Carro en la Universidad de Barcelona. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.
Inspiración, creación e intuición son algunos ingredientes de las matemáticas. La catedrática María Jesús Carro, presidenta de la comisión del Centenario de la Real Sociedad Matemática Española, habla con El Cultural de la situación que vive la disciplina, de sus principales desafíos y de algunas incógnitas por resolver.
-¿Cómo deberían entenderse las matemáticas en estos momentos?
-Las auténticas matemáticas consisten en saber hacer razonamientos lógicos y aprender que son fundamentales para la vida. Ser bueno en matemáticas no es ser rápido en calcular. Esto es totalmente falso. Las matemáticas enseñan a tener una mente estructurada, a organizar el pensamiento, a deducir y sacar conclusiones. No hace falta que diga lo importante que es esto en nuestros días.
-Una de las preocupaciones de la RSME es el relevo generacional. ¿Se está produciendo? ¿Ceden las vocaciones?
-En realidad no como debería. Por un lado, llevamos años en los que los jóvenes con talento no encuentran trabajo para investigar. Sobre las vocaciones de los nuevos estudiantes hay mucho que decir. La gente joven está muy desmotivada. No ven claro el futuro. Las matemáticas son una ciencia para la que se necesita un espíritu luchador. Se están perdiendo las ganas de enfrentarse a retos y se busca lo fácil. Posiblemente ésa es la razón por la que la vocación que tenían nuestros estudiantes hace unos años es cada vez más difícil de encontrar. Estudiantes tenemos, pero les falta entusiasmo, y esto es algo que hemos de volver a conseguir como sea.
-¿Dónde se encuentra la belleza de las matemáticas para hacerlas más atrayentes?
-En su utilidad. Hay que ser conscientes de que están donde menos te lo esperas. Hay matemáticas en el funcionamiento del teléfono o de la BlackBerry, hay matemáticas en la fotografía digital, en Google...
-¿Están todas las respuestas matemáticas dentro de la propia naturaleza?
-No, no siempre están en la naturaleza. En muchas ocasiones están en un mundo abstracto que se encuentra más allá de lo real.
-¿Se acercan entonces a una forma de arte?
-Cuando intentas resolver un problema, todo el proceso que lleva a su resolución es arte, desde la búsqueda del camino adecuado hasta el esfuerzo de encontrar la manera más limpia, natural y lógica de transmitir el hallazgo a los demás. Al fin y al cabo, buscamos la perfección y la estética del resultado final.
-¿Pueden dejarse llevar también por la creación y la inspiración?
-La inspiración es fundamental para encontrar el camino y en muchas ocasiones hay que crear un modelo abstracto para poder entender un problema muy concreto, para poderlo visualizar desde arriba, así es que le diría que la respuesta es sí en ambos casos.
-¿Qué problemas obsesionan en estos momentos al mundo matemático?
-En matemáticas, la obsesión por resolver un problema es individual. No creo que haya un obsesión colectiva. Los más famosos son, desde luego, los seis problemas del milenio. En 2000 un comité de investigadores de gran prestigio retaron a la comunidad matemática a resolver siete problemas de gran dificultad y los dotó de un millón de dólares de premio para cada uno. Por ahora sólo se ha resuelto uno de ellos: La Conjetura de Poincaré.
-¿Qué consecuencias "colaterales" puede tener la resolución de estos problemas en el ámbito científico?
-El reto es muy interesante. Verá, el problema de Navier-Stokes trata de estudiar unas ecuaciones que modelan el comportamiento de un fluido (el agua, el aire…). Su resolución nos permitiría entender mejor las corrientes del océano o las turbulencias del aire. Otro de los problemas, la teoría de Yang Mills, nos ayudaría a comprender el mundo de las partículas elementales de la mecánica cuántica.
Premios y conjeturas
El estudio y la búsqueda de soluciones de estos problemas no es, para María Jesús Carro, una carrera desbocada por la dotación económica. "Puede parecer extraño -matiza-, pero en nuestro mundo valoramos más el prestigio y la satisfacción personal de haber superado un reto más que el premio en sí. Existen matemáticos de muy alto nivel que están interesados en resolver otros muchos problemas que no tienen ninguna dotación económica".
El caso del ruso Grigori Perelman podría ilustrar este carácter, más interesado en resolver la Conjetura de Poincaré que, como demostraría después, en beneficiarse de un premio que rechazó incluso con cierta hostilidad. "Para opinar sobre su actitud -señala María Jesús Carro con cierta prudencia- tendría que conocer bien los motivos que le llevaron a tomar una decisión que respeto, que no ha dañado a nadie y que, en todo caso, es muy personal".
-¿Qué ha supuesto en el mundo matemático la esquiva resolución de esta Conjetura?
-Creo que nos hace más conscientes de que el límite de la capacidad humana nunca se alcanzará. Muchas veces lo importante no es resolver un problema sino el camino que se ha seguido para llegar hasta él, pues las técnicas empleadas para su resolución permiten, como le decía, abordar también otros problemas. Las técnicas desarrolladas por Perelman están abriendo muchos caminos y eso es lo que lo hace mucho más interesante. Si se pone en Google la frase "¿para que sirve la conjetura de Poincaré?" aparecerá un trabajo en el que las técnicas empleadas por Perelman para la resolución de la Conjetura se aplican a la resolución de un modelo matemático que nos permitiría entender mejor el crecimiento tumoral. Sin embargo, con este tema en concreto hemos de ser tremendamente cautos.
-Ha mencionado Google en varias ocasiones, ¿en qué aspectos han contribuido las matemáticas en la creación y expansión de internet?
-La base científica de internet son las matemáticas. Puede comprobarse a la hora de manejar el lenguaje de los ordenadores, en cómo transmitir mensajes, cómo hacerlo de forma segura y en cómo almacenarlos de manera que ocupen menos memoria. En todos y cada uno de estos procesos están las matemáticas detrás. Desde el momento en que el lenguaje de los ordenadores son 0 y 1, lo que hay detrás son necesariamente matemáticas.