Alexei Leonov, en la embajada rusa. Foto: J.L. Rejas

Alexei Leonov es un héroe. Sin paliativos. En la embajada rusa de España, donde presentó ante los medios el programa del Starmus Festival, se escuchan sus palabras como si hablara un dios de carne y hueso. Su paseo por el espacio en 1965, el primero de un ser humano, fuera de la nave Vostok, dentro de la misión Voskhod 2, duró 12 minutos pero su odisea aún no ha terminado. Sus pequeños ojos azules cuentan la historia de un hombre que ha visto algo que los demás ni han soñado. Algo sobre la belleza del espacio pero también sobre la tragedia que vivió antes de volver a la nave: "Mi traje era de un material muy suave. No sabíamos cómo iba a funcionar en el espacio. Sabíamos que se produciría una deformación, pero no tanto. Tomé la decisión de bajar la presión dos veces sin consultarlo a la central y, aunque al revés, pude acceder a ella y desde ahí volver a tomar los mandos".



Ahora, claro, todo es distinto. Leonov ha contado su historia por todo el mundo, incluido el accidentado aterrizaje que le obligó a estar todo un día bajo la nieve. También puso a prueba su memoria en el congreso de hace varios años en Valencia en el que conoció por primera vez al Príncipe de Asturias. "Don Felipe es una gran persona, muy cercana, que conoce muy bien los temas del espacio. Hoy he vuelto a comprobarlo en el encuentro que hemos tenido. Le he invitado al Starmus Festival de junio. Será un gran acontecimiento muy poco tradicional, una cita con las estrellas, las galaxias y los planetas. Eso sí, hay que hablar del espacio pero también de cómo proteger la Tierra". Y es que el festival canario, que se celebrará en Tenerife y La Palma entre los próximos 20 al 25 de junio con el Gran Telescopio de Canarias como centro, es una de sus obsesiones. Por eso, en cuanto puede mira y agradece el esfuerzo realizado por su director, el astrofísico Garik Israelian.



Mientras repasa algunos puntos calientes de su programa, como la mesa redonda 108 minutos (el tiempo que su compatriota Gagarin pasó en órbita), la muestra Arte Espacial o las citas musicales con nombres como Brian May (del grupo Queen), Leonov habla también de ondas acústicas y de estrellas: "Les diré que tienen su propia voz, su propio ritmo, con diferentes diapasones". También se toma su tiempo para analizar la actual situación de la Estación Espacial Internacional, un ingenio inimaginable en los años sesenta, época en la que conquistó el espacio "con unas condiciones políticas muy complicadas". "En estos momentos -señala- se está buscando tecnología más desarrollada, motores más potentes, con unas características que incluso nos permitirían llegar a Marte".



Finalmente, no ocultó su nostalgia al referirse al escritor británico Arthur C. Clarke, con el que intercambió durante años cartas y confidencias. Recuerda que en la película 2001, una odisea espacial una nave llevaba su nombre y se utilizaron su pulso cardíaco y su respiración para dar sonido a alguna de las escenas en las que los astronautas surcaban el espacio. "Ni se me pasó por la cabeza pedirle derechos de autor", señaló con un melancólico, y muy actual, sentido del humor.