Fotografía de Julio Segura. Del libro "Río Tinto. Viaje a Marte" (Alfar).
Varias líneas de investigación buscan determinar cómo pudieron formarse ribozimas de forma espontánea en la Tierra. Francisco J. Ayala, profesor de Biología Evolutiva de la Universidad de California y premio Templeton, analiza las condiciones en las que se desarrollaron los organismos primitivos.
Empecemos con la pregunta ¿qué es la vida? La vida tiene dos propiedades esenciales: la herencia y el metabolismo. Las instrucciones sobre la maquinaria química (enzimas) están codificadas en el ADN (herencia). Pero para leer las instrucciones se necesitan las enzimas (metabolismo).
Nos encontrarnos con el problema del huevo y la gallina. Pensemos en un ordenador electrónico. Las instrucciones (software) para construir el ordenador (hardware) no se pueden leer sin el ordenador. Una vez que hay ordenador, desaparece el problema. La cuestión reside en cómo conseguir el primer ordenador. Es decir, cómo obtener las primeras moléculas hereditarias, que especifican la síntesis de las enzimas que llevan a cabo los procesos de vida, antes de tener enzimas.
Un descubrimiento importante a principios de los ochenta, que valió a sus descubridores el Premio Nobel, fue el de las ribozimas, moléculas de ARN que pueden desempeñar las dos funciones: la hereditaria y la metabólica, funciones normalmente realizadas por moléculas diferentes, el ADN y las enzimas. Numerosos esfuerzos actuales están enfocados a determinar cómo pudieron formarse ribozimas de forma espontánea en la Tierra primitiva. l