Foto: Antonio Heredia

El aumento de las temperaturas y el cambio en la rutina diaria pueden suponer un riesgo añadido para nuestro cerebro. La Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Fundación del Cerebro señalan que en adultos sanos, una deshidratación superior al 2% del peso corporal puede producir una disminución de la memoria a corto plazo e incrementar el riesgo de cefalea. El calor hace que el impulso nervioso se propague más lentamente, originando los conocidos síntomas de cansancio y fatiga, efectos que pueden llegar a ser peligrosos si nos encontramos al volante.



Uno de los aspectos vitales en estas fechas es la protección ante el calor. Para el doctor Carlos Tejero, vocal de la SEN, algunas enfermedades pueden verse agravadas si no se toman medidas con el aumento de las temperaturas: "Insomnio, sentir somnolencia o experimentar dolor de cabeza son, tal vez, los problemas más habituales por el exceso de calor. Pero, además, la sensación de cansancio y fatiga que nos produce este fenómeno no suele ser buena compañera de muchas patologías neurológicas. Personas que padezcan esclerosis múltiple o alguna enfermedad neuromuscular pueden ver aumentados sus síntomas", precisa Tejero.



"Por lo general -añade- las personas que padecen alguna enfermedad neurológica no suelen adaptarse bien a los cambios en los ritmos biológicos. No obstante, aquellos que sufren migrañas, cefaleas o epilepsia - sobre todo por falta de sueño- deben tener un mayor cuidado si no quieren ver aumentadas sus crisis".



La deshidratación también suele estar relacionada con la climatología de esta estación. El doctor David A. Pérez, director de la Fundación del Cerebro, llama la atención especialmente a las personas de más edad: "Hay que tener especial cuidado con quienes sufren demencias u otras enfermedades. Se ha observado que, en verano, los pacientes tienden a relajarse a la hora de respetar las normas terapéuticas que les exigen sus patologías. Es fundamental respetar las tomas y horarios de la medicación durante todo el año y, sobre todo, no olvidar la medicación si salimos de viaje y, más aún, si vamos a pasar unos días en el extranjero".



Por otro lado, hay que prestar atención a los cambios de temperatura propiciados en la mayor parte de los casos por las exposiciones a espacios con aire acondicionado. El doctor Pérez considera que evitar estas exposiciones eluden cortes de digestión y otro tipo de complicaciones: "Las personas propensas a padecer cefaleas son las más sensibles a estos cambios. El aire acondicionado, la ingesta de alimentos fríos o los cambios de temperatura al bañarnos, son grandes desencadenantes de esos problemas".



Finalmente, para el doctor Tejero uno de los puntos esenciales a tener en cuenta es la alimentación. La dieta mediterránea es, según el especialista, la que mejor cuida nuestro cerebro: "Aunque en verano se tiende a realizar ciertos excesos, aumentar el consumo de alimentos ricos en agua nos ayudará a estar convenientemente hidratados". Respecto al ejercicio, Tejero aconseja mantener las rutinas aunque con algunos cambios: "Al igual que ocurre con la alimentación, es bastante común que durante las vacaciones se abandone el hábito de hacer ejercicio. Si bien tampoco es necesario mantener el mismo ritmo, se puede aprovechar esta época para realizar otro tipo de actividades más apropias, como la natación o los paseos siempre teniendo en cuenta que hay que evitar las horas centrales del día. Es mantener la práctica de ejercicio regularmente porque ayuda a mejorar el estado de ánimo y además permite controlar la hipertensión arterial, un gran enemigo para nuestro cerebro".