Tamaños aparentes SuperLunas 10 agosto 2014 (derecha, distancia a la Tierra 356.898 km) y Luna llena 18 octubre 2013 (izquierda, distancia a la Tierra 385.703 km)

La madrugada del 28 de septiembre se producirá un eclipse lunar total, cuando la Tierra se interponga entre el Sol y nuestro satélite, que se oscurecerá y enrojecerá durante unas horas. El fenómeno servirá a los científicos para analizar mejor los impactos que se producen en la superficie de la Luna.

El próximo lunes 28, a partir de las 03:07 h (hora peninsular española), el disco de la Tierra interceptará la luz solar dirigida hacia la Luna y se producirá un eclipse lunar total, un fenómeno que produce un notable oscurecimiento de nuestro satélite. Además de constituir un bello espectáculo astronómico, el eclipse permitirá realizar estudios científicos. Investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y de la Universidad de Huelva observarán el fenómeno desde cinco observatorios para detectar impactos de fragmentos de cometas o asteroides en su superficie.



"Este eclipse nos ofrece una oportunidad muy especial para este tipo de estudios, ya que al oscurecerse la Luna podemos detectar destellos mucho más débiles que cuando observamos la parte nocturna lunar, y también podemos observar un área de la Luna mucho mayor que con los proyectos en marcha, como el que usa el software MIDAS", apunta a la agencia SINC José Luis Ortiz, investigador del IAA que ha coordinado las observaciones del próximo lunes.



"Además, este año y por estas fechas podremos observar colisiones debidas a lo que se llama el complejo táurido, que este año puede ser especialmente intenso, por lo que podríamos estudiar colisiones de fragmentos del cometa Encke o de un cometa progenitor mayor que Encke", añade Ortiz, cuyo grupo de investigación observará el fenómeno desde cinco enclaves distintos -Granada, Almería, La Palma, Sevilla y Toledo-, entre los que destaca el telescopio de 3,5 metros del Observatorio de Calar Alto. Además, emplearán técnicas diferentes y observarán tanto en el visible como en el infrarrojo cercano.



Estos impactos los producen, mayoritariamente, fragmentos de cometas y asteroides que giran alrededor del Sol y que técnicamente se conocen como meteoroides. La Tierra posee una atmósfera protectora que evita que la mayoría de los metoroides que impactan contra ella alcancen el suelo, pero la Luna carece de ese escudo y hasta los fragmentos más pequeños pueden chocar contra su superficie y producir un cráter.



Luna "roja" en el máximo de la totalidad del eclipse del 15 de abril 2014 (primero de la tétrada). La observación se realizó desde Sacsayhuaman, Cusco, Perú en el transcurso de la expedición Shelios 2014

Impactos fugaces

Como este tipo de impactos tiene lugar a velocidades de decenas de miles de kilómetros por hora, las rocas se funden y vaporizan instantáneamente en el punto de impacto. "Por eso no llamamos meteoritos a estas colisiones, ya que ese término implica que haya fragmentos", aclara José Luis Ortiz (IAA-CSIC). El choque produce una súbita elevación de la temperatura, que da lugar a un destello que se observa con telescopios en tierra y que presenta una duración media de una fracción de segundo.



Los resultados que se obtienen del análisis de estos destellos de impactos en la Luna permiten conocer la frecuencia con la que los meteoroides colisionan con la Tierra. El grupo del proyecto MIDAS detectó el 11 de septiembre de 2013 el impacto en la Luna más brillante observado, producido por una roca con la masa de un coche pequeño.



Las conclusiones de esta investigación señalaron que la frecuencia con la que se producen los impactos contra nuestro planeta de rocas de un tamaño similar a la que produjo el impacto podría ser hasta casi diez veces más alta de lo que pensaba gran parte de la comunidad científica.



Durante un eclipse lunar la Luna no se oculta del todo, sino que se oscurece considerablemente y se tiñe de rojo. Esta coloración se debe a que, pese a estar oculta por la tierra, la Luna recibe algo de luz solar refractada por la atmósfera terrestre. La luz que alcanza su superficie ha atravesado un largo camino a través de la atmósfera y está muy enrojecida, como ocurre en los atardeceres. Y, al igual que en los atardeceres, la coloración dependerá de las condiciones atmosféricas, de modo que nunca hay dos eclipses de Luna iguales. La cantidad y color de la luz que llega a la Luna durante la fase de la totalidad es especialmente sensible a la cantidad de partículas que haya en la estratosfera terrestre.



"Podremos determinar la cantidad de partículas con las observaciones del eclipse, tema que tiene interés por su gran influencia sobre el equilibrio energético de la atmósfera terrestre, que a su vez presenta una importante relación con el calentamiento global", apunta Ortiz (IAA-CSIC).



Los eclipses lunares son mucho más frecuentes que los solares y, a diferencia de estos, no es necesario usar ningún tipo de protección ocular para observarlos. El eclipse del próximo 28 de septiembre (madrugada del domingo al lunes) ocurrirá en diversas fases y a las siguientes horas. El primer contacto con la umbra (zona más oscura de la sombra) será a las 03:07h, el inicio de la totalidad a las 04:11h, el máximo del eclipse a las 04:48h, el final de la totalidad a las 05:23h y el último contacto con la umbra a las 06:27h.