Michiel van der Kley: Project EGG, 2014

La exposición 3D. Imprimir el mundo aborda en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid todas las preguntas en torno a la nueva tecnología que permite fabricar objetos (e incluso órganos) a la carta y sus dimensiones industrial, doméstica y artística.

¿Qué se puede construir mediante impresión 3D a día de hoy? ¿Con qué materiales? ¿Hasta qué punto son funcionales y resistentes una minifalda, una turbina de avión o un órgano humano impreso de esta forma? ¿Cuándo tendremos todos una impresora 3D en casa? Estas y otras preguntas se abordan en la exposición 3D. Imprimir el mundo, ideada y comisariada por los arquitectos y diseñadores españoles Carmen Baselga y Héctor Serrano y producida por la Fundación Telefónica, que la acoge en su sede de la Gran Vía madrileña.



Aún es poco probable que las impresoras 3D domésticas se popularicen del mismo modo en que lo hicieron las impresoras de tinta. "Dependerá de las necesidades de cada uno", opina Serrano. En cambio sí ve probable que, como cuando vamos a hacer fotocopias, en un futuro cercano tengamos acceso a establecimientos a los que acudiremos para imprimir nuestros objetos bajo demanda (insiste, no todo el mundo querrá ni tendrá necesidad de ello).



El comisario de la muestra es diseñador de productos y lleva utilizando la impresión 3D más de una década porque a él sí le resulta muy útil, sobre todo en su trabajo. "Empecé a oír sobre la impresión 3D cuando acabé los estudios, en torno al año 2000. Entonces se usaba sobre todo para prototipos y maquetas". Con el paso del tiempo, además de este tipo de objetos, ha ido aumentando exponencialmente la fabricación de productos para uso final.



Réplica de un Stradivarius mediante impresión 3D

"A día de hoy la impresión 3D ya está en nuestra vida cotidiana de manera indirecta, muchas veces sin que lo sepamos", explica Serrano, "ya que muchas empresas lo emplean ya en sus procesos de fabricación". Entre el centenar de piezas que conforman la exposición encontramos varios ejemplos de ello, como una pieza de titanio fabricada por Airbus que se encuentra en fase de desarrollo. Aún no es apta para el vuelo pero pesa un 30 % menos que su equivalente fabricada mediante procesos productivos convencionales y además tiene un coste menor.



El primer bloque de la exposición, Del bit al átomo, explica qué es la impresión 3D y sus distintos tipos, la variedad de materiales que se utilizan, los principios que guían esta tecnología y sus ventajas. Entre ellas, además de la fabricación bajo demanda, está el hecho de que la complejidad y la variedad de los diseños no eleva el coste de fabricación o que los objetos impresos en 3D salen de una sola pieza y por lo tanto no requieren ensamblaje. Es el caso del quemador de turbina de gas de Siemens, que antes se fabricaba con trece piezas distintas y ahora requiere la mitad de energía y un tercio de la materia prima.



Quemadores de turbina de gas de Siemens, impreso en 3D (izda) y convencional (dcha)

Pero ¿cómo puede ser igual de resistente una pieza de metal realizada en una fundición que mediante una impresora que va añadiendo capas y capas de filamentos? La clave está, explica Serrano, en que para fabricar piezas industriales se emplean unas impresoras muy sofisticadas (pueden costar hasta 200.000 euros, asegura, mientras que las domésticas rondan los 1.000) que someten el material a temperaturas y procesos similares a los de la fabricación convencional, por lo que las propiedades finales de los objetos son las mismas.



La exposición reúne cerca de 100 objetos que ilustran los diferentes usos que a día de hoy tiene la impresión 3D en disciplinas como las ingenierías, la medicina, la moda, la gastronomía o el arte. En representación de este último campo se exhibe Project EGG, la mayor obra de arte realizada hasta la fecha de manera colaborativa mediante impresoras 3D domésticas. Se trata de un habitáculo en forma de huevo gigante compuesto por 4.760 piezas únicas y diferentes, liderado por el diseñador holandés Michiel Van der Kley, entre septiembre de 2013 y agosto de 2014.



"Las impresoras profesionales y las domésticas son dos mundos muy distintos", aclara el comisario. El acabado y la precisión de las primeras es por ahora impensable en las segundas, que por ahora solo emplean distintos materiales plásticos. En cambio, en las impresoras más complejas ya se imprime con materiales como el vidrio, la cerámica, metales como el mencionado titanio o incluso piel humana. En enero de este mismo año, se hizo público que un grupo de investigadores españoles había construido una bioimpresora 3D que comercializará la empresa BioDan, capaz de generar piel completamente funcional y apta para trasplantes. Además, asegura Serrano, ya están en marcha otras investigaciones sobre impresión 3D de órganos humanos.



Impresora de piel de la compañía española BioDan Group

Una de las principales ventajas de la impresión 3D frente a la producción tradicional es que no requiere habilidades manuales ni es obligatorio tener sofisticados conocimientos de ingeniería industrial. Para poder imprimir nuestros propios objetos de manera casera basta con aprender a manejar alguno de los programas informáticos de diseño 3D o simplemente descargar los archivos -de pago o gratuitos- que hay disponibles en distintos sitios de Internet como Thingiverse o From Bits To Atoms, un grupo creado por Serrano y sus alumnos de diseño de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia.



La impresión 3D ha fomentado el crecimiento de la llamada comunidad maker, formada por personas que investigan y crean sus propios diseños y los ponen a disposición de todos, fomentando el diseño colaborativo y las licencias de uso libre. Sobre este tema invita a reflexionar el tercer bloque de la exposición, y también sobre los beneficios que conlleva en cuanto a la sostenibilidad, ya que, entre otros aspectos, se produce solo lo necesario, se reducen los espacios de almacenamiento y se fabrica localmente.



Otra cuestión que analiza 3D. Imprimir el mundo es el modo en que esta nueva forma de fabricación convertirá al consumidor en prosumer (a la vez productor y consumidor) que fabricará sus propios objetos personalizados según sus necesidades. Esto acabará transformando los procesos productivos tradicionales y la relación de las industrias con los consumidores. Como explican los comisarios de la muestra, algunas voces expertas consideran incluso que la universalización de las impresoras 3D marcará el comienzo de la cuarta revolución industrial.



@FDQuijano