Investigadores en un laboratorio del Hospital Clínic de Barcelona
El 62% del presupuesto para investigación de 2016, más de 3000 millones, no se gastó, lo que convierte al pasado año en el de menor porcentaje de presupuesto ejecutado desde 2003.
La cuantía no gastada finalmente en la financiación de científicos, investigadores y estudiantes asciende a los 3.114 millones de euros, repartidos de la siguiente manera. La mayor parte de los recursos no ejecutados corresponde a las partidas de fondos financieros, es decir, créditos, de los cuales solo se ejecutó el 23% del importe asignado inicialmente sobre el papel. El resto de las partidas serían las de fondos no financieros, subvenciones para proyectos de investigación científica, que alcanzaron un 82% de ejecución de gasto. Éstas, de las cuales se quedaron en el tintero cerca de 230 millones de euros, el 18 % del total, son las realmente importantes a la hora de medir la inversión de un país en ciencia, y su no aprovechamiento es, según Nazario Martín, presidente de la COSCE, "especialmente preocupante, dada la escasez de recursos disponibles".
Crecimiento engañoso
Entrando ya en el 2017, según los datos analizados por los expertos de la COSCE, los PGE aprobados para el presente año han aumentado un 1,3% respecto al ejercicio anterior, situándose en algo más de 6.513 millones de euros. Son 84 millones más que en 2016 pero esto no se traducirá en que la ciencia disponga de más dinero, pues el incremento es menor a la inflación prevista para 2017.Además, el aumento se produce de nuevo en los fondos financieros (a pesar de su poca ejecución del año pasado), ofreciendo una impresión de subida que enmascara los recortes en las subvenciones y dando la apariencia de que el dinero destinado a la ciencia aumenta de un año a otro. Esto no ocurre en la práctica, de acuerdo con las conclusiones del informe, que de igual modo apunta que "la caída de los presupuestos para I+D+I es superior a la del resto de los presupuestos generales". Si a esto se añade que los presupuestos incluyen partidas para pagos por obligaciones de años anteriores (no pagados posiblemente por el cierre anticipado del ejercicio), resulta que el presupuesto real para el año es algo menor.
Déficit acumulado
Otro aspecto prioritario que destaca el informe es que el déficit acumulado desde el año 2009 por el sistema español de innovación puede cifrarse en más de 20.000 millones de euros a causa de la sucesión de recortes presupuestarios encadenados desde ese año, que supuso el momento de mayor financiación de la ciencia. De esta cantidad, la mitad correspondería a las a las subvenciones, lo que, en opinión de los expertos "ha puesto en serias dificultades un sistema de innovación que lentamente se había construido en las décadas finales del siglo XX".La COSCE recuerda que todas estas reducciones en los presupuestos se han hecho en un contexto de adelgazamiento del sistema de innovación y que el manido recurso de justificar esta situación a causa de la crisis "es hoy menos creíble que nunca, porque los hechos muestran una recuperación económica nada despreciable". El informe señala, además, que "la caída de los presupuestos para I+D+i ha sido superior a la caída de los presupuestos generales, lo que muestra la nula prioridad que tienen las políticas de ciencia" y que en la mayoría de los países las cosas han discurrido de otra manera, destacando España por ser unos de los países de la OCDE donde más han caído los presupuestos de ciencia. Nuestro país dedica el 1,2 % del PIB, una cifra por debajo del 2% de media registrado en la organización.
Por último, una de las cuestiones de los Presupuestos que más preocupa a la COSCE es la "indefinición" de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) acerca de los fondos que debe destinar a su propia gestión, ya que "no los diferencia de los importes dedicados a formación y subvenciones, que anteriormente eran potestad del Fondo Nacional de Investigación". Otra crítica vertida al respecto por el informe presentado por las Sociedades Científicas es el hecho de que los PGE "consideren a la AEI como una sección más de gasto de la Administración", estando por tanto "sometida a las mismas limitaciones de gestión que cualquier otro organismo, a pesar de que está demostrado que la ciencia requiere un sistema de gestión diferente", lo que puede limitar el funcionamiento de la AEI y frustrar las expectativas generadas tras su creación.