Quienes llevamos más de 20 años trabajando en computación cuántica ansiábamos alcanzar un momento tan ilusionante y esperanzador como el que ahora estamos viviendo. Comprobamos en la actualidad cómo gobiernos, instituciones y corporaciones tecnológicas se afanan en desarrollar un modelo real de una de estas prometedoras máquinas. Para llegar a este punto han sido necesarias muchas décadas de investigación. Las teorías de la física cuántica quedaron definidas por Max Planck ya en 1900 y desde entonces nos han ayudado a entender el mundo tal y como lo conocemos. Gracias a ellas descubrimos que en el mundo microscópico sucedían cosas extraordinarias, hallazgos reveladores y fascinantes.
Fue en los inicios de este siglo cuando en algunos campus universitarios se impulsaron y desarrollaron los primeros prototipos de ordenadores cuánticos. Ahora las compañías tecnológicas han tomado la delantera y el caso más avanzado de los conocidos últimamente quizá sea el de Google. La empresa del principal buscador de internet también declara haber alcanzado lo que llama “la supremacía cuántica”. En su caso, podría estar funcionando con 300 puertas lógicas y, lo que es más importante, neutralizando los posibles errores de cálculo que este sistema suele acarrear. Todo ello significa que ha sido capaz de subsanar no pocos inconvenientes y que estaría dando resultados a problemas que no son capaces de afrontar los ordenadores tradicionales. La potencia de cálculo en el procesamiento de datos y la optimización de procesos albergan muchas esperanzas en campos bien diversos como la inteligencia artificial, entre otras aplicaciones para la industria y la ciencia. Sinceramente, aún es pronto para saber todo lo que nos depararán estas máquinas. Aún queda mucho camino por recorrer. Pese a estos titánicos esfuerzos, aún tendremos que esperar quién sabe si diez o veinte años para obtener un computador cuántico que trabaje con miles de cúbits.
Los desafíos tecnológicos y científicos que habrá que abordar y superar en esta carrera no son pocos. Hay que tener en cuenta que las leyes de la física cuántica se rigen por lógicas bien distintas a las que hasta ahora se ha sometido la computación de los procesadores de silíceo. El futuro ordenador cuántico necesitará, entre otras cosas, mantener inalterables los cúbits a bajísimas temperaturas. Estamos experimentando una revolución científica y tecnológica en la que los mayores avances están aún por descubrirse.