Año tras año, el informe del director –directora actualmente- del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) tenía una sección históricamente fija: la imagen de la profesora Margarita Salas junto a todos los reconocimientos y premios recibidos a lo largo del correspondiente año. Ha muerto un referente de la biología molecular mundial Marca España; ha fallecido una investigadora incombustible y luchadora hasta el último día en el que nos ha dejado huérfanos, con un vacío científico y humano que costará sobrellevar.
A sus 80 años, la doctora Margarita Salas continuaba, día a día, llevando su prolífico grupo de Dinámica y Función del Genoma sobre la replicación del ADN del bacteriófago phi29 (ø29), pequeño parásito de bacterias que tan buen resultado ha proporcionado como banco de análisis de la replicación y regulación del ADN. Investigación molecular aparte, el estudio y caracterización de su polimerasa supuso una de las patentes más productivas de la historia del CSIC.
Desde que tengo uso de razón como virólogo –si alguna vez la he tenido-, a comienzos de los 80, cuando me incorporé con más respeto que emoción en un CBMSO todavía incipiente –apenas un lustro desde su inauguración en 1975-, recuerdo los dos grandes grupos sobre virología y biología molecular que constituían los laboratorios de Margarita Salas y su marido, Eladio Viñuela, asimismo referente mundial de la lucha contra la plaga entonces presente en España conocida como Peste Porcina Africana (VPPA), virus que erradicamos de nuestro país, aunque vuelve a amenazarnos desde Europa. En la actualidad, el grupo de la profesora Salas sigue trabajando, además de con phi29, con otros fagos, como Bam35 o recombinantes de VPPA.
Ha fallecido una asturiana universal, tan universal, y asturiana, como su mentor y director posdoctoral Severo Ochoa, premio Nobel vital para la concepción y creación del CBM –en su honor CBMSO-. Severo Ochoa persuadió a Margarita para que dirigiera su carrera, en la facultad de Químicas de Madrid, hacia la joven e incipiente bioquímica española de la mano de otro de los grandes de la ciencia española, con Mayúsculas, Alberto Sols –de quien hace unos meses recordábamos la tercera década desde su fallecimiento-. En 1964, Eladio y Margarita se incorporaron al departamento científico de la escuela de medicina de la universidad de Nueva York donde, como he comentado, estuvieron con el entonces recientemente asignado premio Nobel (1959), Ochoa, embebiéndose de los procesos de descodificación del código genético. Tal y como la propia Margarita reconocería, esos años posdoctorales constituyeron una de las mejores etapas de su vida como científica. Allí, por ejemplo, comenzaron con el modelo phi29 para acabar caracterizando la direccionalidad de la lectura de la información genética a cargo de la polimerasa viral, algo que aportó múltiples connotaciones y aplicaciones biotecnológicas y, como he señalado anteriormente, se tradujo en una más que productiva patente española.
Desde hace ya unos años, la relación de Margarita Salas con su centro de investigación era en calidad –nunca mejor dicho- de profesora Ad Honorem, muy activa coordinando todos los frentes científicos que se generan en su gran grupo de trabajo. Como digo, sería imposible enumerar todos sus premios recibidos año tras año desde dentro y fuera de nuestras fronteras. También sería complicado mencionar a todos y cada uno de los grandes investigadores que hoy representan un porcentaje importante de la alta productividad científica española y que, en su momento, hicieron la tesis bajo el ancho paraguas de la profesora, de la querida profesora Salas.
Como virólogo, como biólogo molecular y desde hace más de una década como director de cultura científica del CBMSO, mi recuerdo hacia Margarita Salas es de emoción y tristeza ante un día como el de hoy. Margarita Salas era, además, la presidenta de la Fundación Severo Ochoa, fundación con la que mi grupo de investigación tiene un convenio de colaboración científica.
Ha muerto una gran viróloga, bióloga molecular, científica, profesora y mujer luchadora constante en un mundo no siempre justo genéricamente. Figura clave en un centro con cerca de 700 investigadores y personal asociado; mentora de grandes científicos. Dicen que no morimos del todo mientras recuerden nuestras obras. Desde esta consideración, la profesora Margarita Salas es y será eterna.
José Antonio López Guerrero es director del grupo de Neurovirología de la UAM
y director de Cultura Científica del CBMSO