Ya en una fecha tan lejana como 2005 Michael Osterholm (Waukon, Iowa, 1953), uno de los mayores expertos mundiales en epidemias y fundador del Centro para la Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, comenzó a advertir de que algo así podría ocurrir, de que era cuestión de tiempo. Y no fue el único. Sin embargo, la irrupción del coronavirus a finales del pasado diciembre cogió desprevenidos a todos los países, organismos y sistemas sanitarios del planeta. “A pesar de las muchas advertencias que la comunidad científica ha venido haciendo durante años, no creo que los responsables de los gobiernos ni los líderes mundiales pensaran realmente que algo así fuera posible, que pudiera venir algo que cambiara tan radicalmente el carácter de la sociedad en cuestión de semanas”, explica el epidemiólogo, que en este sentido considera que el Covid-19 puede ser una valiosa lección para el futuro, pues “habrá nuevos brotes infecciosos, alguno de mayor magnitud que éste”.
Esto es lo que defiende en La amenaza más letal (Planeta), un ensayo donde Osterholm elabora un recorrido a través de la historia de los gérmenes, las vías de transmisión animales y humanas y disecciona enfermedades como la malaria, el sida y la gripe, la enfermedad infecciosa por excelencia. Además, el médico, que ha coescrito el libro junto al reputado ensayista Mark Olshaker (Washington, 1951), autor de éxitos de ventas como Mindhunter y que también responde a esta entrevista; explora las causas y las consecuencias de una pandemia y las maneras de atajarla a escala individual y especialmente global, algo de vital importancia en un mundo globalizado como el nuestro.
Pregunta. Señalan en el libro que tratar de detener la transmisión es como “intentar detener el viento”. ¿Se muestran pesimista con iniciativas como el confinamiento?
Respuesta. Es demasiado tarde para limitar esta pandemia. Eso habría requerido pruebas inmediatas, localización de contagiados y haber entrado en cuarentena tan pronto como se identificaron los primeros casos. Ahora, todo lo que podemos hacer es tratar de minimizar la propagación en cada país al mismo tiempo que tratamos de mantener la sociedad abierta para no caer en un desastre económico. Esto exige un liderazgo ejemplar y un cuidadoso plan nacional que permita que cada país pueda mantener abiertos los servicios esenciales pero a la vez proteja a los más vulnerables. Y en Estados Unidos todavía no tenemos eso.
P. Afirman que la gran mayoría de países ha reaccionado mal al brote vírico, pero ¿cómo han vivido la gestión del gobierno estadounidense, especialmente de su presidente?
R. Este sería un gran desafío para cualquier líder, pero a Estados Unidos le hubiera ido mucho mejor y habría perdido menos vidas si el presidente y su administración se hubieran tomado con más seriedad las advertencias que comenzaron a llegar de China y se hubieran equipado con suministros suficientes de equipos de protección individual (EPIs), respiradores y tests. Minimizar la gravedad del brote, tal y como también hicieron los chinos en un principio, no ha ayudado para nada y el hecho de que Trump siga haciéndolo en lugar de enviar mensajes honestos y tratar de coordinar una respuesta nacional es un grave error.
P. Precisamente defienden la necesidad de decir la verdad sea la que sea y la idea de "liderazgo efectivo". ¿Es eso posible en un sistema democrático? ¿Reaccionan mejor los sistemas autoritarios?
"En Occidente, donde no queremos sacrificar nuestras libertades a cambio de un control férreo, un liderazgo efectivo significa brindar a la población información honesta y completa"
R. En cierto sentido, un sistema autoritario puede reaccionar mejor porque puede obligar a sus ciudadanos a responder de manera más radical, como hemos visto con el bloqueo chino de las provincias de Wuhan y Hubei durante muchas semanas. Pero en las democracias occidentales no estamos dispuestos a sacrificar nuestras libertades a cambio de ese tipo de control. Por tanto, un liderazgo efectivo significa para nosotros brindar a la población información honesta y completa, así como asegurar que se está haciendo todo lo posible y que la clase dirigente siente y comprende el dolor y el sufrimiento de los ciudadanos comunes. En Estados Unidos fue de ese modo cuando Franklin Roosevelt fue presidente durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Necesitamos desesperadamente ese tipo de liderazgo de nuevo, pero no lo estamos teniendo.
P. ¿Qué papel juega la globalización en una pandemia así? ¿Hay alguna forma de cortar los contagios en un mundo totalmente interconectado?
R. La globalización entra en juego de varias maneras. Primero, todos dependemos más de lo que creemos de las redes internacionales de suministro, por lo que si se produce un corte en ellas no tendremos los productos que necesitamos, sean alimentos, combustible medicamentos... Además, cada año hay más de mil millones de cruces de fronteras, por lo que es totalmente imposible proteger tu propio país si el resto no se protege, porque los virus viajan, como hemos visto, muy fácilmente. Por ello, la cooperación internacional es vital para combatir cualquier enfermedad infecciosa, un país sólo no puede hacer nada.
P. ¿Qué deberían hacer los gobiernos de forma inmediata para prevenir nuevas pandemias? ¿De qué forma deben intervenir o reestructurar los sistemas de salud?
"La única forma de prevenir estas pandemias es preparándonos con anticipación. La clave es no esperar hasta estar en guerra para construir un portaaviones"
R. No podemos prevenir futuras pandemias. La única forma en que podríamos a minimizar la destrucción humana y económica que suponen es preparándonos para ellas con anticipación en lugar de reaccionar de forma histérica cuando ya están sobre nosotros. Los gobiernos deben prepararse para estas guerras contra los virus como se ha hecho siempre para cualquier enfrentamiento, desarrollando medicamentos, vacunas y equipos de protección por adelantado. De la noche a la mañana no se puede crear una vacuna para un virus nuevo como el Covid-19, pero ya nos hemos enfrentado a coronavirus mortales como el SARS y el MERS, así que si hubiéramos invertido recursos en investigarlos y desarrollar buenas vacunas estaríamos muchos meses por delante. La clave es no esperar hasta estar en guerra para construir un portaaviones.
P. ¿Cuál es el motivo por el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la mayoría de los gobiernos no reaccionaron a advertencias como la del CIDRAP que Osterholm dirige?
R. Es cierto que yo y mi equipo predijimos que el Covid-19 se convertiría en una pandemia mucho antes que la OMS o la mayoría de los gobiernos mundiales y hay dos razones posibles. Una es que los gobiernos y las organizaciones son conservadores por naturaleza y no quieren enfrentar desafíos o alertar a la gente hasta que sea absolutamente necesario. La otra es que los epidemiólogos estamos constantemente prestando atención a estas amenazas y, por lo tanto, estamos en la mejor posición posible para hacer predicciones precisas.
P. ¿Qué poder real tienen iniciativas como One Health? ¿Apostarían por un organismo internacional que estuviera dedicado exclusivamente a este tipo de crisis y en el que estuvieran representados todos los países?
R. One Health defiende un concepto muy positivo e importante, pero aunque creemos que la OMS puede hacer un buen trabajo, es demasiado burocrática, ya que está controlada por todos los países miembros y, por lo tanto, a menudo tarda en reaccionar. Nos gustaría ver, como ustedes sugieren, una organización internacional más al estilo de la OTAN, que contaría con equipos y suministros propios y tendría un plan de trabajo sobre qué hacer cuando estalla una enfermedad infecciosa. Parte del acuerdo sería que cuando un país miembro se ve afectado por un brote significativo, todos los miembros deben actuar para evitar que se convierta en una gran pandemia.
P. ¿Cómo es posible que los avances científicos actuales, sin precedentes en la historia, no puedan atajar un brote de estas características en un corto espacio de tiempo a través de antivirales o antibióticos?
"Aunque ha progresado de forma casi increíble, la ciencia no es milagro sino esfuerzo. Sin años de investigación no podemos crear una vacuna"
R. La ciencia ha progresado enormemente, de forma casi increíble, en el último siglo, pero aún tenemos que ser humildes sobre lo que podemos y no podemos hacer. Sin años y años de investigación y preparación, no podemos crear una vacuna. Además, cuando ya están listos estos antivirales, u otros tratamientos, necesitamos ensayos clínicos que nos digan con seguridad razonable si funcionan o no. Y eso lleva tiempo. La ciencia no es milagro sino esfuerzo.
P. ¿Es la vacuna la única solución efectiva?
R. Una vacuna es nuestra mejor esperanza. De lo contrario, tendremos que aguardar la inmunidad de rebaño para protegernos, y eso sólo llegaría cuando al menos entre el 60 y el 70% de la población se hubiera infectado, es decir, tras varios años. Así que una vacuna es lo más factible, pero llevará un año o cerca de dos perfeccionarla, y muchos meses más fabricar dosis seguras para gran parte del mundo. Mientras tanto, esperemos que se vayan desarrollando otros tratamientos para disminuir los efectos del virus en quienes padecen enfermedades graves.
P. ¿Ven factible la vacuna universal? ¿Qué habría que hacer para conseguirla?
R. Aunque si hubiéramos intentado desarrollar vacunas para el SARS y el MERS, como hemos dicho, estaríamos mucho más avanzados, es científicamente posible desarrollar una vacuna universal contra la gripe y este tipo de virus que apunte a las partes del mismo que se conservan a través de todas o la mayoría de las cepas y mutaciones. Costaría enormes recursos, pero si tiene éxito, sería el mayor regalo para la humanidad desde la erradicación de la viruela y eliminaría nuestra mayor amenaza de una pandemia, lo que cambiaría literalmente el futuro de la humanidad.
"La expansión de una cepa de gripe pandémica similar a la del 18 sería mucho peor que esta crisis, dañaría la economía mundial y desestabilizaría a muchos gobiernos durante años"
P. ¿Considera práctico el actual sistema de síntesis de vacunas? ¿Deberían participar los gobiernos en su renovación?
R. La mayor parte de la metodología que usamos en la actualidad para la producción de vacunas tiene 40 años o más, por lo que definitivamente deberíamos invertir en nuevas técnicas de cultivo celular y en otros métodos de producción genética. Y sí, los gobiernos deberían participar, tal y como lo hacen en otros menesteres como el desarrollo de nuevos sistemas de armamento militar.
P. El libro aborda otros patógenos que han sacudido a la humanidad y advierte de los futuros, ¿qué consecuencias podrían tener?
R. Una cepa de gripe pandémica sigue siendo nuestro enemigo más probable y podría ser mucho peor incluso que la actual crisis del Covid-19, algo similar a la gripe de 1918, que probablemente mató a 100 millones de personas en todo el mundo. En la actualidad vivimos en un mundo con el triple de población que entonces, con viajes aéreos y más de mil millones de cruces de fronteras, con megalópolis empobrecidas en el Tercer Mundo sin atención médica, saneamiento, nutrición o espacio individual adecuados y con una cadena de suministro internacional casi en tiempo real. Un virus tan mortal dañaría la economía mundial y desestabilizaría a muchos gobiernos mundiales durante años, a menos que tratemos de prepararnos. El objetivo de este libro es que la gente se plantee estos temas mientras todavía hay tiempo para pensarlos y abordarlos, antes de que sea demasiado tarde.