“La aparición de la Covid-19 no es un hecho aislado. En la historia hemos asistido a todo tipo de pandemias bacterianas y virales. Es una evolución de los microorganismos y seguro que vamos a tener más en el futuro. La generalización de las epidemias en un mundo globalizado favorece la rápida dispersión, sobre todo si son virus tan contagiosos como el SARS-CoV-2”.
Es el diagnóstico que realiza a El Cultural Cristina Calvo, jefa de Pediatría y Enfermedades Infecciosas y Tropicales del Hospital La Paz de Madrid, sobre la situación pandémica que sufrimos. Para la investigadora, que trabaja en enfermedades virales respiratorias, los gobiernos deben mejorar ya sus sistemas sanitarios y de alerta y la ciencia debe crear protocolos de vigilancia para detectar y alejar cuanto antes este tipo de epidemias bien sea a través de vacunas o de tratamientos. Pero una vacunación inadecuada podría provocar nuevas variantes de la Covid-19, alerta en la Fundación Areces Bart L. Haagmans, del Centro Médico Erasmus de Rotterdam, dentro del XIII Ciclo de Conferencias y Debates en Ciencia de la Fundación Ramón Areces y Springer-Nature. Bajo el lema Enfermedades infecciosas emergentes, Haagmans ha participado, junto a la mencionada doctora Calvo, Erika Pastrana, editora ejecutiva de Nature Research, y Rosalind Eggo, que trabaja en el desarrollo de modelos matemáticos en la London School of Hygiene & Tropical Medicine.
“Tendremos que vacunarnos de este virus todos los años hasta quitárnoslo de encima y mantener las medidas higiénicas para prevenir infecciones”. Cristina Calvo
“Aún veremos aparecer nuevas variantes del SARS-CoV-2 –añade Haagmans, especialista en enfermedades que traspasan la barrera del animal al hombre–. Si está siendo tan eficaz en su expansión frente a los anteriores virus es porque cambia casi de forma continua”. Se refiere el investigador de Países Bajos a organismos como el SARS-Cov-1 de 2003, con características y efectos similares pero menos beligerantes que el que azota en la actualidad el planeta, con más de 100 millones de contagiados (de los cuales alrededor de dos millones se han contabilizado en España).
“Es posible que vaya mutando por la presión inmunitaria, que no es capaz de ocuparse bien de él”, precisa Haagmans. Y es ahí, en este proceso, donde resulta fundamental realizar bien las vacunaciones, etapa que acabamos de iniciar y que resulta un auténtico desafío para las administraciones, gestores y equipos sanitarios y farmacéuticas. Lo sabe bien Erika Pastrana, que ha vivido en primera línea desde su publicación cada uno de los pasos que ha ido dando la pandemia: “Nuestra sociedad no estaba preparada para combatir este virus. Hemos asistido aun así a un récord inconcebible para desarrollar tratamientos y vacunas ante un patógeno que ni conocíamos hace tan solo año y medio”. Sí conocíamos, sin embargo, pero con efectos menos devastadores en cuanto a contagios, las nuevas variantes de la gripe y los enterovirus A71 y D68, causantes de epidemias importantes en la población infantil.
De entre todas las “sorpresas” que ha causado la epidemia destacamos la baja incidencia en los niños. Cristina Calvo recordaba en el ciclo de la Fundación Ramón Areces que solo entre el uno y el dos por ciento de los casos diagnosticados en la primera ola eran niños, en concreto 1.400, de los cuales el 26 % necesitó hospitalización. La situación cambió con la segunda ola, cuando en tres meses se diagnosticaron 170.000 niños contagiados (el 12 % de todos los casos, si bien solo el 1 % fue ingresado).
Pero, ¿cómo llega el virus a los niños? ¿qué papel juegan los colegios, abiertos en septiembre no sin polémica? Según la doctora de La Paz, los pequeños suelen infectarse en el hogar y por los adultos en un 80 % de los casos: “Casi siempre son los adultos los que empiezan a tener la infección y se la transmiten a los niños, que se infectan aunque con cuadros leves debido a una serie de factores que parecen protegerlos más que a los adultos”. Entre los motivos que apunta Calvo está el tener menos receptores ACE2 en la nariz. “Tienen constantemente infecciones y su nariz está llena de virus. Parece que también hay diferencias en la microbiota nasal, lo que los hace más fuertes”.
El otro aspecto del “enigma” de la pandemia infantil es el de si son más contagiadores. En opinión de Calvo, hay estudios que demuestran que los niños asintomáticos tienen menos carga viral que los sintomáticos: “Creo que podemos decir que no son supercontagiadores. Un ejemplo lo hemos visto tras la apertura de los colegios. En España no ha empeorado la situación tras el comienzo de las clases. Las nuevas variantes, sin embargo, nos enseñarán si tenemos que tomar medidas diferentes con respecto a lo que hemos estado haciendo hasta ahora”.
De estas y de otras medidas dependerán las conclusiones de los modelos matemáticos de Rosalind Eggo, para quien resulta esencial replicar en el ordenador situaciones de emergencia con el fin de anticiparse y prevenir la expansión del virus. “Los modelos de transmisión son pautas matemáticas que simplifican el mundo real y por eso no podemos introducir toda la complejidad de esta realidad, aunque no siempre es necesario”, precisa Eggo. “En la pandemia estos modelos nos están ayudando a entender el proceso de expansión, a probar hipótesis y realizar proyecciones”.
Ya en febrero de 2020, pocos días antes de estallar el reguero de contagios del que se cumple estos días un año, se exploró qué contactos debían ser aislados y rastreados para contener el brote. “Ya sabíamos algunas cosas sobre períodos de incubación, sobre los síntomas y sobre la necesidad de hacerse tests de diagnóstico –reconocía la profesora de la London School en el ciclo Enfermedades infecciosas emergentes–. Sabíamos también que iba a haber contagios importados y que podíamos anticiparnos y ver cuántos podríamos evitar al aislar en un momento o en otro…”
Ahora, solo queda comprender lo antes posible si las vacunas que tenemos van a seguir funcionando frente a las nuevas variantes y sacar conclusiones de lo aprendido. La mayor: el alto grado de colaboración y de ciencia abierta que ha revolucionado los laboratorios. Para Eggo, se ha demostrado la necesidad de estar preparados: “Muchas de las preguntas que hemos tenido que hacernos en estos modelos matemáticos se podían haber respondido por adelantado”.
La doctora Calvo presagia un futuro que va más allá del blindaje de los sistemas sanitarios o de una mayor inversión en investigación: “Tendremos que vacunarnos de este virus todos los años hasta quitárnoslo de encima y mantener las medidas higiénicas para prevenir infecciones”.