La tortuga boba (Caretta caretta) es una de las especies más amenazadas del Mediterráneo español. Por ello, la protección de nidos y crías es esencial para la Fundación CRAM, una entidad privada sin ánimo de lucro dedicada a la defensa del medio marino y de las especies que lo habitan que dispone de un centro de recuperación puntero y un equipo técnico y humano preparado especialmente para la asistencia a especies marinas. Su trabajo gira en torno a sus anidaciones en el Mediterráneo occidental.
La Fundación Banco Santander, siguiendo con su compromiso medioambiental, ha lanzado la iniciativa Santander for the Seas, una convocatoria de proyectos dotada con 450.000 euros que han sido destinados a propuestas que promueven la recuperación y conservación de ecosistemas marinos y especies amenazadas o singulares de nuestros mares y océanos.
En esta primera edición, el comité de selección, formado por Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, Antonio Cervantes, del Instituto Español de Oceanografía, Federico Gómez, director de Sostenibilidad en Banco Santander, Rafael Hurtado, asesor medioambiental, Emma Cebrián, bióloga marina CEAB-CSIC, Enrique Talledo, director del proyecto divulgativo secretosdeloceano, Fidel Echevarría, catedrático de ecología de la Universidad de Cádiz y Álvaro Ganado, responsable del área de medioambiente de Fundación Banco Santander, ha seleccionado los proyectos de las organizaciones WWF España, organización histórica en la preservación del medioambiente, el mencionado de la Fundación CRAM y el restaurante Aponiente, que desde hace años aúna gastronomía y biodiversidad.
WWF España es la mayor organización internacional independiente dedicada a la defensa de la naturaleza y el medio ambiente. Fundada en 1961, hoy trabajan en más de 100 países y cuenta con el apoyo de cerca de 5 millones de miembros en todo el mundo. Su propuesta se dirige a la conservación de tiburones y rayas amenazados en el Mar de Alborán, y su responsable de Proyectos y Operaciones, Jorge Bartolomé Zofío, considera que “estas especies juegan un papel fundamental en el ecosistema marino, aunque aún conocemos poco de muchos aspectos como su distribución, sus hábitats críticos o la estructura de sus poblaciones”. La propuesta mejorará el conocimiento de las poblaciones de elasmobranquios (tiburones y rayas, entre otros) en el Mar de Alborán y su vulnerabilidad a la pesca, ya que “muchas de sus poblaciones han descendido dramáticamente en las últimas décadas, sobre todo por la actividad pesquera, bien por ser objeto directo de la actividad o por ser víctimas no intencionadas”, comenta Zofío.
La innovación productiva en los ecosistemas de salinas como motor de la biodiversidad marina y la economía azul, es el foco del último y tercer proyecto seleccionado desde Santander for the Seas. El proyecto busca restaurar una marisma abandonada y gestionar una salina, fuente clave de recursos naturales y eslabón vital para la producción biológica y la economía sostenible. Aponiente, con su proyecto en la Salina de San José, trabaja desde hace años para convertir la gastronomía en altavoz para la biodiversidad, y quiere demostrar que la recuperación y gestión de esta marisma genera beneficios sociales y económicos, potencia la biodiversidad y refuerza el vínculo ciudadano con el territorio. Aponiente incorpora en su proyecto a voluntarios, mariscadores, científicos, gestores de Espacios Naturales, empresas, universidades, entidades sociales y centros educativos, y quiere integrarlos en la gestión sostenible.
Elsa Jiménez, directora de la CRAM se declara convencida de que la ayuda recibida por Fundación Banco Santander va a permitir el desarrollo de un proyecto que vela por la protección de nidos y crías de tortuga boba en la costa mediterránea española, a través de la custodia de sus puestas y de la cría en cautividad de una parte de los neonatos hasta su reintroducción en el medio natural: "Favorecerá el éxito del proyecto y asegurará un canal de reproducción adecuada de vital importancia para la supervivencia futura de la especie ante la amenaza del calentamiento global del planeta.”
El "chef del mar", Ángel León, con tres estrellas Michelin, recalca que este apoyo “permitirá desarrollar un modelo de gestión integrada que aúne potenciación del capital natural, recuperación de servicios ecosistémicos, generación de empleo en base a recursos endógenos, educación ambiental, participación social y mejora de la calidad de vida en el Parque Natural Bahía de Cádiz”.
La importancia del término “economía azul”, que engloba un sinfín de actividades como la pesca, la utilización del medio marino para producir energías renovables, como el turismo o la biotecnología azul, crece sin cesar. Según cifras de la Comisión Europea, genera unos 5,4 millones de puestos de trabajo y un valor añadido bruto de 500.000 millones de euros al año; una producción que se espera que se duplique para 2030.
Muchas especies, hábitats y ecosistemas marinos han sufrido disminuciones catastróficas, y el cambio climático está socavando aún más la productividad y la biodiversidad de los océanos. No obstante, científicos y expertos como el ecólogo marino Carlos M. Duarte, defienden la reversibilidad de la destrucción oceánica global con datos esperanzadores, como la recuperación de ballenas azules y jorobadas, tal como afirma el estudio Rebuilding Marine Life, publicado en la revista Nature. Además, la proporción de especies marinas evaluadas por la Lista Roja de la UICN -datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza- como amenazadas de extinción a nivel mundial ha disminuido del 18 % en 2000 al 11,4 % en 2019. Los índices de recuperación de numerosos estudios sugieren que podría lograrse una recuperación sustancial de la abundancia y funciones de la vida marina para 2050, si se mitigan las diferentes presiones al medio marino y el cambio climático.