En España tenemos el mayor desierto demográfico de la Unión Europea por despoblación y poca gente lo sabe. Ocupa una extensión de 65.000 kilómetros cuadrados (más de una décima parte del territorio del país) repartidos entre cinco comunidades autónomas y está atravesado por el Sistema Ibérico. Se la conoce como ‘la Laponia española’, no porque tenga un clima gélido, sino porque su extremadamente baja densidad de población —menos de 7 habitantes por km2— solo es comparable a la de esa región nórdica.
Dentro de este territorio hay 1.632 municipios de las provincias de Teruel y Zaragoza en Aragón; Cuenca y Guadalajara en Castilla-La Mancha; Burgos, Segovia y Soria en Castilla y León; Castellón y Valencia en la Comunidad Valenciana, y La Rioja. Solo cuatro de ellos tienen más de 10.000 habitantes: Teruel, Soria, Cuenca y Calatayud.
Además del sobrenombre de ‘Laponia española’, la zona se conoce también con la denominación más formal de Serranía Celtibérica, ya que “Montañas Celtibéricas” era la nomenclatura geográfica tradicional antes de que en 1920 se crease el término “Sistema Ibérico”.
El profesor Francisco Burillo, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, lleva muchos años alertando a las diferentes administraciones sobre los efectos de lo que considera una “catástrofe demográfica”. Su vinculación con este problema comenzó cuando el Ayuntamiento de Calatayud y el Centro de Estudios Celtibéricos le pidieron asesoramiento para elaborar una ruta turística por los vestigios de la cultura celtibérica en la zona. Al percatarse de la magnitud de la despoblación, impulsó la creación de la Asociación Instituto de Investigación y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica.
La auténtica Laponia, en la vasta región más septentrional de Escandinavia, siempre ha sido un desierto demográfico por su climatología extrema. En el caso de la Serranía Celtibérica lo que se ha producido es una “sangría” de población provocada por la emigración masiva a las ciudades a partir de los años 40. “Con un clima favorable para la agricultura y la ganadería, la Serranía Celtibérica ha llegado a su situación actual por un proceso continuo de despoblación debido al abandono institucional, primero por emigración y actualmente por defunciones, lo que la ha llevado a ser la región más despoblada de toda Europa, hecho incomprensible en un país desarrollado como es España”, opina Burillo.
Consecuencias de la despoblación
Aunque Serranía Celtibérica tiene una extensión que duplica el territorio de Bélgica, su población no llega al medio millón de habitantes, que es bastante menos que, por ejemplo, el área urbana funcional de la ciudad de Vigo. Esto hace que la densidad media de población de la Laponia española sea de 6,97 hab/km2, pero la realidad es aún más extrema, ya que la población que reside realmente en la mayoría de sus municipios “suele ser un tercio de la censada”, explica el profesor, que considera que estas cifras “son aterradoras”.
¿Y por qué son aterradoras? ¿Qué efectos causa el abandono de un área geográfica como esta? “La desertización humana de este territorio supone unas graves consecuencias económicas y sociales, máxime con la paulatina desaparición del sector productivo dominante, el agropastoril. Supone el abandono de campos, la matorralización de prados y bosques, y con ello el aumento de la erosión, la pérdida de la biodiversidad y la predisposición a los incendios. Además las personas mayores que viven en los territorios despoblados no pueden acceder a servicios básicos. Recientemente el Banco de España ha hecho un estudio que evidencia que en la mayoría de las poblaciones ni siquiera tienen una oficina o cajero para sacar dinero, lo que dificulta enormemente la vida cotidiana”.
Además de las consecuencias socioeconómicas y ecológicas, Burillo llama la atención sobre otro deterioro: “La despoblación incide muy negativamente en la conservación del rico e irremplazable patrimonio natural y cultural existente en la Serranía Celtibérica. Cabe destacar el peligro que corre el patrimonio artístico eclesiástico que en ermitas e iglesias de muchos de los municipios está ya falto de protección. Por ello es importante el desarrollo de programas que supongan la puesta en valor del patrimonio arquitectónico y arqueológico, ya que supondrá su conservación y la creación de riqueza, generando empleos directos e indirectos por medio del turismo cultural”.
“Pero lo más grave de la despoblación es la desaparición de la insustituible cultura popular, ese patrimonio inmaterial que la UNESCO quiere preservar en todo el mundo como Patrimonio de la Humanidad”, continúa el profesor. “Por ello es muy importante que en la obligada toma de medidas para repoblar Serranía Celtibérica se priorice el retorno de quienes se han visto obligados a emigrar, los que mantienen la memoria colectiva y que junto con sus descendientes llenan de vida los pueblos en verano, vacíos el resto del año”.
La crisis de 2008 acentuó la despoblación, ya que “supuso la emigración de personas que habían llegado a las zonas rurales buscando empleo”. En los últimos años ha habido una romantización del campo entre muchos jóvenes urbanitas, acentuada por la pandemia, que además ha traído el desarrollo del teletrabajo. “Sin embargo, este se ha implantado esencialmente en las zonas periurbanas”, observa Burillo. “El problema que tiene Serranía Celtibérica y gran parte de la España despoblada es la carencia de banda ancha y la falta de acceso a la telefonía móvil de calidad en gran parte de su territorio, lo que imposibilita el teletrabajo. Obviamente cuando se solucionen estos graves problemas de comunicación aumentará la atracción por el mundo rural, pero si no se potencia el sector agroalimentario y se atraen empresas que generen puestos de trabajo, los pueblos se convertirán en segundas residencias aisladas en el territorio municipal”.
¿Extinción humana en diez años?
En las gráficas estadísticas de la despoblación de la Serranía Celtibérica, además de una marcada línea descendente nos encontramos con una pirámide de edades cuyo vértice se sitúa en la generación del “baby boom”, aquella que tiene actualmente entre 55 y 60 años. El 92% de los municipios de la zona tienen una densidad de 3,42 hab/km2 y un índice de envejecimiento de 448, 39%, “el mayor con creces de toda Europa”. Esto, unido a la falta de relevo generacional, hará que esa pirámide sea cada vez más invertida. Según los cálculos de los investigadores, “en la próxima década se extinguirá la especie humana en la mayor parte de este territorio”. Y con ello se producirá también “la pérdida de su identidad y la desaparición de la cadena milenaria de custodia del territorio, de su rico e irremplazable patrimonio inmaterial, cultural y natural”.
El pasado 2 de junio, Hispania Nostra, la asociación más veterana de España en la defensa del patrimonio cultural de nuestro país, firmó un convenio de colaboración con el Instituto de Investigación Serranía Celtibérica con el objetivo de dar a conocer entre la ciudadanía la existencia de esta “España abandonada”, término que Burillo emplea con preferencia a los de “España vacía” y “España vaciada”, puestos de moda a raíz del debate social impulsado desde hace unos años por el libro La España vacía de Sergio del Molino, que ha publicado este año su continuación, Contra la España vacía.
“El libro de Sergio del Molino ha sido la obra que más ha influido en el tema de la despoblación española”, opina Burillo. “Fue el lema utilizado por Teruel Existe y Soria Ya en la convocatoria de la exitosa manifestación celebrada el 31 de marzo de 2019”. Sin embargo, lamenta que estas plataformas, que habían apoyado en 2014 el proyecto Serranía Celtibérica, “ahora solo defienden las provincias de Teruel, Soria y Cuenca”, mientras que las zonas escasamente pobladas de España (con una densidad inferior a 12,5 hab/km2) suponen el 54% del territorio español. “El tema se ha agravado cuando Teruel Existe se ha presentado a las elecciones generales obteniendo un diputado y dos senadores, hecho que ha sido criticado porque ha supuesto dividir a la población turolense que unánimemente apoyaba este movimiento ciudadano. El proceso cantonalista iniciado por Teruel Existe, que ya ha anunciado que se presentará a las elecciones regionales y municipales, parece que va a ser secundado por otras plataformas ciudadanas, lo cual ha sido criticado en Contra la España vacía”.
‘Demotanasia’ y promesas incumplidas
“Han existido importantes apoyos institucionales para luchar contra la despoblación de la Serranía Celtibérica que desgraciadamente no se han cumplido”, señala Burillo. Pone como ejemplo la incoación del expediente para que la cultura celtibérica fuera declarada Patrimonio de la Humanidad, que él mismo presentó en el año 1997. El Gobierno de Aragón hizo posible que dicha propuesta entrara en la lista indicativa de la UNESCO, es decir, la que contiene los sitios cuya protección se pide, pero en 2006 fue retirada de ella, “y ello a pesar del escrito que los más prestigiosos investigadores de la Celtiberia enviaron a su favor al Ministerio de Cultura el año anterior en el congreso celebrado en Soria sobre Numancia”, recuerda Burillo.
Más tarde, en 2015, las Cortes Generales aprobaron la “Proposición no de Ley sobre el proyecto Serranía Celtibérica contra la despoblación”, instando al Gobierno que, entre otras medidas, impulsara “que la cultura celtibérica sea declarada y reconocida como Patrimonio de la Humanidad”. “Ninguna de sus propuestas se han cumplido”, protesta Burillo. Entre ellas figuraba una que considera “determinante para la lucha contra la despoblación”: dotar a la Serranía Celtibérica de una Inversión Territorial Integrada, un instrumento diseñado por la Unión Europea para apoyar un conjunto de acciones en un área geográfica determinada con el objetivo de dar respuesta a las necesidades o retos concretos de esa zona. “De la magnitud económica de esta medida puede dar idea que la ITI para la provincia de Cádiz se anunció la cantidad de 1.300 millones de euros, 400 aportados por el Gobierno de Andalucía y 900 por el de España”, señala el catedrático.
“Lo grave”, para Burillo, es que medidas similares en pro de la Serranía Celtibérica fueron aprobadas por las Cortes de Aragón en 2015, las de la Generalitat Valenciana en 2017 y las de la Rioja en 2020, pero se han incumplido. Para definir este abandono institucional, la investigadora Pilar Burillo acuñó el término “demotanasia” (de demos, población, y Tánatos, dios de la muerte pacífica): “Un proceso que tanto por acciones políticas, directas o indirectas, como por omisión de las mismas, está provocando la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio que emigra y deja la zona sin relevo generacional y con todo lo que ello significa, como la desaparición de una cultura milenaria. Es una muerte inducida, no violenta”. Según explica Burillo, cuando se presentó este término en el Congreso de Antropología Latinoamericana celebrado en 2015 en México, los antropólogos asistentes lo aceptaron como válido y señalaron que las poblaciones indígenas latinoamericanas tienen actualmente el mismo problema que la Serranía Celtibérica: ya no se las masacra como antes, únicamente se les niegan las políticas de desarrollo y se ven obligadas a emigrar.