Frank Drake, el astrofísico que logró convertir la búsqueda de vida extraterrestre en una disciplina respetada, murió el pasado viernes a los 92 años en su casa de Aptos, California.
Nacido en Chicago en 1930, Drake creó en 1961 la famosa ecuación que lleva su nombre, concebida para estimar la cantidad de civilizaciones extraterrestres capaces de comunicarse mediante señales de radio que podrían existir en nuestra galaxia. Para hacer este cálculo probabilístico, consideró factores como el número total de estrellas en la Vía Láctea, la parte de esas estrellas que tienen sistemas planetarios, el número de estos que serían apropiados para la vida, cuáles de ellos tiene realmente vida, en cuántos esa vida es inteligente, y en cuántos de ellos esta podría comunicarse mediante señales de radio.
Un año antes de desarrollar esta ecuación de carácter especulativo, Drake dio su primera muestra de osadía en una época en la que la vida extraterrestre pertenecía exclusivamente al terreno de la ciencia ficción. Entonces trabajaba en el radiotelescopio de Green Bank, en Virginia Occidental, y decidió apuntarlo hacia Tau Ceti y Epsilon Eridani, dos estrellas cercanas a nuestro sistema solar y parecidas a nuestro sol, en busca de señales de radio artificiales (es decir, que no fueran producidas de manera natural por los cuerpos celestes).
Aquel experimento, que bautizó como Proyecto Ozma, solo recibió una señal que resultó ser una interferencia de una fuente terrestre, pero fue el primer paso de lo que después se convertiría en el proyecto SETI para la búsqueda de vida extraterrestre inteligente. Posteriormente, el proyecto se convirtió en el Instituto SETI, organismo que el propio Drake dirigió entre 1984 y 2010 y que colabora con la NASA.
En su cuenta de Twitter en español, el Instituto SETI expresó así sus condolencias por la muerte del científico:
Entre los hitos de Drake también figura haber enviado, en 1974, el primer mensaje de radio dirigido a otras civilizaciones en nombre de todos los terrícolas. Conocido como el “mensaje de Arecibo” (municipio de Puerto Rico donde se encontraba el radiotelescopio desde el que se envió, y que en 2020 cayó en desuso por una serie de daños irreparables), este fue diseñado por Drake, que dirigía el observatorio, y el conocido cosmólogo y divulgador Carl Sagan, entre otros.
El mensaje tiene 1679 bits de longitud y puede interpretarse como una imagen en una matriz de 23x73 píxeles que presenta los números del 1 al 10, los números atómicos de varios elementos químicos que forman parte del ADN humano, la figura de un ser humano y su altura media y el número de habitantes de nuestro planeta en aquel momento (4.000 millones), entre otros datos. Se envió en dirección a M13, un cúmulo de más de 300.000 estrellas, y tardará en llegar 25.000 años a su destino.
Poco antes del lanzamiento de aquel mensaje, Drake y Sagan también diseñaron unas placas colocadas en la sonda espacial Pioneer 10 (lanzada en 1972 para explorar Júpiter) y Pioneer 11 (lanzada 1973 para explorar Saturno) con un mensaje visual similar, con el dibujo de dos figuras humanas, una masculina y otra femenina, así como nuestra “dirección” en el universo, a partir de la posición de los púlsares más significativos cercanos a nuestro sistema solar.
Drake ha fallecido sin que la especie humana haya encontrado aún evidencia de vida inteligente en otros planetas, pero gracias a su audacia y su tesón logró sentar las bases científicas de una búsqueda que quizá algún día hallará una respuesta.