En su libro La condición digital (Trotta 2023), Juan Luis Suárez (Badajoz, 1969), profesor de Humanidades Digitales de la Western University de Canada, propone el desarrollo de una ética de los límites digitales que nos permita distinguir y actuar según las diferentes esferas de la vida humana. “Solo mediante una educación digital y el desarrollo de habilidades profesionales se puede desenredar la madeja en la que nos hemos metido”.
Esta disciplina, según Suárez, juega un papel rehumanizador de una sociedad cautivada por las ilusiones digitales. “Los que están sufriendo más esta deriva digital son los jóvenes, que experimentan en casi todo el mundo una crisis de salud mental de dimensiones epidémicas. Depresión, ansiedad, autolesiones y hasta suicidios se aprecian ya en estudiantes de primaria y secundaria”.
Idea que Suárez, director también de The Cultureplex Lab., ha explicado recientemente en la Fundación Ramón Areces dentro de la conferencia El humanismo digital. “Los que crecimos en un mundo analógico o híbrido tenemos una responsabilidad muy grande en corregir esto. Las Humanidades Digitales han de contribuir a este proceso de reeducación, de volver a aprender a vivir bien, que fue siempre el objetivo de todos los humanismos”.
“Las Humanidades Digitales han de contribuir a la reeducación, a volver a aprender a vivir bien”
Pregunta. ¿Qué disciplinas intervienen en el análisis de las Humanidades Digitales?
Respuesta. Hay tres niveles en relación con la organización académica. El primero se refiere a los procesos de alfabetización profunda, que alcanzan tanto a los estudiantes como a los profesores que no han hecho todavía su “transición digital”. El segundo nivel comprende las nuevas formas de investigación humanística, que incorpora y desarrolla métodos interdisciplinares para poder participar en las grandes preguntas que afectan a la condición humana.
El tercer nivel engloba las disciplinas de la creatividad, aquellas que permiten a los estudiantes acceder a su yo, utilizar los recursos del yo –”el secreto de mi vida”, que decía Petrarca– como fuente de vida y de desarrollo, para que ese yo sea la fuente de resolución de problemas prácticos y profesionales.
P. ¿Qué herramienta o herramientas tecnológicas resultan esenciales para su estudio?
R. Si tuviera que elegir, digamos tres de ellas, me quedaría con las herramientas de procesamiento del lenguaje natural (el lenguaje sigue siendo una de las claves de nuestra humanidad y e inteligencia), las de análisis de redes (por su gran capacidad transversal) y el diseño (como lenguaje común para la comunicación entre disciplinas).
P. ¿Cree que las humanidades están teniendo un nuevo renacimiento?
R. Creo que no hay muchas más opciones. Son más necesarias que nunca, la base de la tradición cultural en Occidente. Solo que una gran parte de la cultura es ahora digital.
P. ¿Hablaría de un cambio de la condición humana a la condición digital?
R. Prácticamente todas las esferas que para Hannah Arendt definían la condición humana se realizan ahora, desde hace ya casi diez años, de manera masiva y global, de forma digital. Además, la forma de “digitalidad” que ha impuesto las grandes plataformas se basan en el acceso al yo y su transformación en datos extraíbles y manipulables.
P. Siendo una disciplina que nació en los cincuenta, ¿es ahora cuando encuentra sus mayores desafíos?
R. Sí. Se puede decir que Josephine Miles en California y Roberto Busa en Italia fueron grandes avanzados. Ha sido la invasión de los teléfonos móviles y de las redes sociales, por un lado, y la gran capacidad de computación reciente, por otro, las que nos han hecho conscientes de que es ahora cuando surgen los desafíos para la condición humana, para nuestras democracias y también para las instituciones en las que se asienta la estabilidad de nuestras muy complejas sociedades.
P. ¿Cómo intervienen herramientas como el Big Data o la Inteligencia Artificial en las Humanidades Digitales? ¿Cuestiona sus métodos?
R. El cuestionamiento de los métodos, de los conjuntos de datos que se usan y de los propios resultados se ha convertido en una de las áreas más productivas de las Humanidades Digitales. Hay una gran parte de la filosofía y de la ética que está dedicando sus esfuerzos a estos temas porque las consecuencias son enormes en casi todos los ámbitos de la vida: la salud, la seguridad, la economía, las políticas públicas, la inclusión social...
P. ¿Cómo deben ser las relaciones entre el ser humano y las computadoras?
R. Las mismas que hemos establecido siempre con otras herramientas: uso, supervisión y prueba.
P. ¿Hacia dónde nos lleva en estos momentos la tecnología digital? ¿Podemos controlarla?
R. Es muy importante distinguir entre la tecnología digital, los productos o servicios en los que se vende y las plataformas digitales que crean ecosistemas a partir del control que establecen con esos productos. Sí, claro que se pueden regular las plataformas, delimitar el uso de productos y servicios y seguir investigando y desarrollando tecnologías digitales que mejoren la vida de las personas y nos ayuden a resolver los problemas del Antropoceno, que son los más urgentes que tenemos.
P. ¿Debería reforzarse la legislación en el ámbito digital?
R. Sin duda. Ha habido pasos importantes pero insuficientes en el uso de los datos, aunque el asalto a la intimidad sigue siendo el objetivo de casi todos los productos de las plataformas digitales.
[Encrucijada mundial: la naturaleza y sus recursos frente a la tecnología]
P. ¿Qué deberían hacer los sucesivos gobiernos? ¿de qué forma podrían intervenir para su mejor desarrollo?
R. Creo que deberían pensar que las plataformas digitales controlan las infraestructuras de la vida y de la economía digitales del planeta. Normalmente los gobiernos no dejan que las empresas o los ciudadanos hagan lo que quieran con las infraestructuras del mundo analógico. ¿Por qué no hacen lo mismo con las infraestructuras del mundo digital?
P. ¿Terminará siendo toda creación una misma herramienta? ¿Cómo influye lo digital en el arte, la música… la cultura en general?
R. No lo creo. La creatividad depende siempre del acceso al yo y su energía. Además, se trata de un proceso complejo. Los sucesivos niveles de sofisticación implican bifurcaciones de los caminos y nuevas herramientas.