Cine

"También "Pretty Woman" es una versión de la obra de Mihura"

Ángel Blasco termina su Opera Prima, basada en "Maribel y la extraña familia"

7 marzo, 1999 01:00

Es la primera vez que se coloca detrás de la cámara. ángel Blasco, 41 años, ha decidido poner imágenes a uno de los diez guiones que tiene ya escritos. Y apuesta fuerte para su debut: "Maribel y la extraña familia", de Mihura, una de las grandes comedias de nuestro teatro que ya inmortalizara en el cine José María Forqué en 1960. "Cásate conmigo, Maribel", la historia de una prostituta que enamora a un, al menos en apariencia, inocente provinciano, recupera también a una importante figura del cine español, María Isbert, que interpreta a Doña Paula. Natalia Dicenta y Carlos Hipólito forman la pareja protagonista, y ángeles Acevedo, Nathalie Seseña, Mireia Ros y Malena Alterio completan el reparto.

Lleva veinte años en el cine, aunque nunca se había colocado detrás de una cámara. Director general de la distribuidora Filmayer (donde trabaja desde 1979), el contacto de ángel Blasco con las películas de otros ha sido, sin embargo, continuo. Empezó doblándolas y realizando las campañas de marketing; ha distribuido todo tipo de materiales cinematográficos, por lo que se considera un perfecto buscador de historias. Y después de haber leído miles de guiones, poco a poco, maquinó su primera película: "Cásate conmigo Maribel", que está ya en fase de montaje y que se estrenará el próximo otoño.
-¿Por qué una nueva versión de "Maribel y la extraña familia", después de casi cuarenta años de la primera versión cinematográfica y algunos más del estreno de la obra teatral?
-A mí siempre me ha gustado mucho la comedia romántica. Es un género que ofrece muchas oportunidades a la hora de tratar las relaciones humanas. Siempre me había parecido que "Maribel" era una de las grandes comedias románticas de nuestro teatro, además, admiro tanto a Mihura como a Jardiel Poncela, creo que sus obras se adelantaron a su época. Películas como "Pretty woman", que se han hecho después, son, en realidad, "Maribel y la extraña familia". Una historia como ésta tiene un atractivo añadido, ya que una misma situación, dependiendo desde el punto de vista desde el que se contemple, ofrece distintas interpretaciones. De alguna manera, Maribel ve las cosas de una forma, Marcelino, su novio, no sabemos exactamente cómo las ve, las amigas de Maribel de otra manera, la madre y la tía del protagonista de otra... De modo que estás contando cinco historias en una misma película. Ese reto me interesaba. A mí nunca me han gustado la división entre buenos y malos, prefiero que en las películas cada personaje actúe de acuerdo con sus pensamientos y emociones. Por eso me encanta el cine de Peter Weir, esas situaciones se dan claramente en su película "El club de los poetas muertos". Buena parte del trabajo que tenía con los actores iba encaminado a acentuar dichos matices.
-El propio Miguel Mihura pensaba que ésta era su obra más conseguida, y supongo que estará usted de acuerdo. ¿Qué es, sin embargo, lo que más le sedujo de la historia?
-Es una historia muy bien conseguida en la que todos los personajes seducen. Todos juzgan a los demás desde el punto de vista del propio entorno en el que están. Las viejecitas son, aparentemente, incapaces de concebir la maldad humana y todo les parece bien. Aunque, según las compañeras de Maribel, también pueden ser una viejecitas a lo "Arsénico por compasión" que se dedican a matar prostitutas. Cuando Mihura iba al teatro los acomodadores le preguntaban: "Pero, ¿sabe él si ella es prostituta, o no?", y él contestaba que cada uno debía pensar lo que quisiera. Eso es lo que más me gusta. Por otro lado, me atraía el reto que encierra una comedia. El barómetro es infalible: el público se ríe o no se ríe.
-¿Qué variaciones ha realizado y qué ha querido mantener con respecto a la obra de Mihura?
-Cuando se lleva una obra teatral al cine hay que variar varias cosas. Yo he procurado respetar a Mihura todo lo que he podido, para empezar, en el texto, porque es uno de los mejores dialoguistas que hemos tenido. Lo que sí he procurado es sacar partido a muchas de las cosas que la propia obra ofrece. Así, por ejemplo, si Marcelino tiene una fábrica de chocolates y ofrece a las chicas chocolatinas, pues quiero que el público piense "¿no habrá puesto algo en las chocolatinas?": jugar con estas cosas que el cine facilita con los primeros planos de la caja de bombones, pongamos por caso. Lo que sí he mantenido ha sido la época de la acción. Sitúo la película en los años cincuenta porque me parece que es un tipo de historia difícil de trasladar. Sobre todo por el cambio de mentalidad que se ha producido. Si se trasladase a la actualidad, habría que cambiar tantas cosas que se alteraría la obra.

La duda, siempre la duda
-Supongo que ha mantenido también el final feliz.
-Bueno, feliz, según se mire... (risas). En principio sí, como toda comedia romántica ésta acaba románticamente. Sin embargo, caben dos opciones: o pensar que él le da un beso final o que Marcelino es un asesino que se dedica a eliminar a las "chicas malas". Siempre queda esa duda.
-A esta versión de "Maribel y la extraña familia" le precede el premio a la Mejor Obra Teatral de la temporada 58-59 y el galardón, para Adolfo Marsillach, protagonista de la película de Forqué, al Mejor Actor. ¿No le asusta el hecho de haber elegido una historia que, en sus versiones anteriores, tuvo tanto éxito?
-Lo mejor de los buenos textos es que admiten muchas versiones y también muchas interpretaciones: ahora se hacen películas de Shakespeare incluso trasladándolas de época... Creo que eso es bueno, que enriquece el texto. La diversidad de interpretaciones que a una misma obra se le pueden dar, tanto desde el punto de vista de dirección como desde el punto de vista actoral, son infinitas. La mía es una versión distinta a las dos anteriores. El personaje de Marcelino, tal y como lo planteó Forqué con Marsillach, era más hickcochniano, más de la época, más siniestro y oscuro. Yo he buscado un acercamiento distinto. Lógicamente, el personaje de Marcelino tiene que jugar con esa ambigöedad, que no se sepa si es un provinciano ingenuo y romántico o bien un chocolatero sádico. Pero me he acercado más a un sospechoso tipo Anibal Lecter, el protagonista de "El silencio de los corderos". El de Forqué nunca sonreía. El mío sonríe, cautiva, y esa es su manera de inquietar.

La mujer, protagonista
-Los papeles de mujer eran la especialidad de Mihura, ¿le ocurre a usted lo mismo?
-Es curioso, pero sí. Todo lo que he escrito tiene a una mujer como protagonista. Mi próximo proyecto, llevar al cine "Los renglones torcidos de Dios", de Torcuato Luca de Tena, tiene a otra mujer, a Alice, como personaje principal.
-En el fondo son ambas historias con una medida ya hecha, una medida que es el texto ya escrito. Supongo que ese motivo le dirige un poco los pasos. ¿Le resta eso creatividad?
-Al contrario. Lo que me resulta atractivo es partir de una realidad que existe y luego darle forma. Con los guiones me pasa lo mismo. Me siento más cómodo cuando trato un material ya acotado sobre el que puedo investigar. No obstante, supongo que algún día escribiré un guión propio. Pero de momento, todos los guiones que he escrito, y van ya diez, han partido de una historia previa.