Cine

Enrique Gabriel: "Mi obra es un relato de lo efímero"

El director argentino estrena 'Las huellas borradas', galardonada en el pasado Festival de Málaga

14 noviembre, 1999 01:00

Un poeta de renombre vuelve a su pueblo natal después de largos años de exilio en Argentina. Pero el lugar donde nació y se crió, Higueras, un pueblo ficticio en tierras leonesas va a ser anegado para la construcción de un embalse. Manuel Perea (Federico Luppi) vuelve no sólo con la intención de recuperar los aromas y las sensaciones perdidas, acaso completamente olvidadas, sino también con el propósito inmaculado de recuperar a Virginia (Mercedes Sampietro), su primer amor, el que nunca se olvida, aquél que nace en deseo y muere en frustración. El pueblo se consume en una tragedia lenta pero imparable. Sacudidos por un violento desarraigo de sus tierras, sus tradiciones y referentes culturales, los habitantes se enzarzan en vanas rencillas a causa de las indemnizaciones que van a recibir por el desalojo de sus viviendas. ¿Qué familia se llevará más tajo del asunto? ¿Quién tendrá asegurado un próspero futuro? Las viviendas se ven reducidas a polvo, el pueblo pronto no tendrá un sitio en el mapa, las huellas de toda una comunidad van a ser borradas.

-La historia está basada en un relato que escribió Lucía Lipschutz (coguionista de la película) hace muchos años. A ella se la contó un hombre de la cuenca de Riaño cuyo pueblo había desaparecido y vivió una experiencia muy similar. El cuento se centra en las mezquindades y las envidias de los habitantes en el momento de la mudanza, pero nadie exterioriza la pena de tener que abandonar sus raíces, su tierra, su pasado, sus memorias.

Cine de desarraigados
La primera película de Enrique Gabriel, 'Krapatchouk", de 1992 (Gran Premio Globo de Cristal a la mejor película en el Festival de Karlovy Vary), la más conscientemente autobiográfica, narra la historia de dos individuos que son ciudadanos de un país inexistente, pero cuya única obsesión es regresar a su lugar de nacimiento. En 1996 realiza "En la puta calle" (premiada en el Festival de Amiens y en el de Cine Iberoamericano de Huelva), otro homenaje a los desarraigados, a los hombres cuyo más dulce sueño se reduce a una sopa caliente junto a una chimenea.

-Ha nacido en Argentina pero vive desde hace 25 años en España, ¿es posible que está doble nacionalidad sea el motivo de la temática central de su obra, es decir, la pertenencia a un lugar?
-La importancia de las raíces siempre está presente en mi obra, porque en el fondo uno siempre hace la misma película. En parte yo soy un desarraigado, o más bien una persona con muchas raíces pero con ninguna en concreto. Pero no encuentro ningún motivo de frustración en ello, sólo es la obsesión más latente de ml temática cinematográfica

-Una obsesión que, por otra parte, bebe con entusiasmo de fuentes literarias.
-Así es. Tengo que reconocer que 'La lluvia amarilla', de Julio Llamazares, ha sido un referente imprescindible para la película. Aunque el guión ya estaba escrito cuando leí la novela, no cabe duda de que luego ha influido enormemente en la forma de hacer el filme, sobre todo el tratamiento del tiempo y el deteriorio de las cosas. Creo que el ejercicio de introspección que escribió Llamazares en 1988 es sin duda una de las novelas más hermosas, violentas y acongojantes de la última literatura española.

Voluntad filosófica
-¿En "Las huellas borradas" ha querido también explorar ese mundo donde los valores se mueren y las cosas tangibles se evaporan?
-En el fondo, la película es un relato sobre lo efímero. Quería hacer un filme con voluntad filosófica en cuanto al sentimiento universal del hombre. Siempre quise hacer una reflexión sobre el tiempo y el sentimiento, sobre esta vida fugitiva y lo que dejamos cuando todo se acaba. No hay quizá mejor modo de llegar a la reflexión que a traves de las emociones, recurriendo a los sentimientos más viscerales del individuo para que todo lo que bulle en el corazón unos minutos después bulla en la mente. ésta ha sido mi intención en el momento de convertir el guión en imágenes.

Cuando Manuel Perea llega al pueblo, un plano memorable, que queda grabado como firma cinematográfica del director argentino, resume la historia que se nos va a contar. En un charco sobre la calle se reflejan las fachadas de unas viviendas rurales. El charco representa el embalse que pronto serán las tierras del pueblo. El personaje de Federico Luppi (Interpretado con la eficacia con que acostumbra el actor argentino) pisa involuntariamente ese charco y la imagen del pueblo se ahoga en el agua, perdiéndose en el violento remolino producido por la pisada.

-Al verse inmiscuido en la escritura del guión, ¿le resultó luego más fácil llevarlo a la pantalla?
-El guión de por sí ya contenía una propuesta lírica, incluso ligeramente académica, que invitaba a ciertas dosis de reflexión. En realidad, mi trabajo fue básicamente tratar de ser muy fiel al guión y no equivocarme en la elección de los intérpretes, que son las dos tare as fundamentales de cualquier di rector de cine.

Y el resultado no invita a pensar que ha habido errores en el cásting. Además de las magníficas interpretaciones de Mercedes Sampietro y Federico Luppi, el veterano Héctor Alterio ("Cría cuervos", 1975; "El detective y la muerte", 1993) da vida con magisterio a Don José, un personaje aparentemente cínico y frío que bajo el aforismo "La poesía es cosa de maricones" carga el lado abrupto de una balanza hasta entonces demasiado llena de sentimentalismo

Embajador del pueblo
-Federico Luppi se presenta como el hombre al borde del llanto, que vuelve a gozar por última vez de aquello que no supo apreciar en su día, En contraposición presento a Héctor Alterio, que interpreta a un personaje cínico y bur lón, que parece estar de vuelta de todo, y que reacciona con un tono cáustico ante las bajas pasiones y los instintos de sus congéneres Pero bajo esa fachada violenta se esconde la verdadera tragedia y el dolor del pueblo moribundo, pues representa a su único embajador el encargado de transmitir la cultura y las tradiciones de la tierra. Aunque aparece como un hombre conservador, en realidad Don José es el más progresista de todos pues la transmisión cultural es un servicio al progreso.

Los jóvenes actores Sergi Calleja y Elena Anaya encarnan a la pareja de novios que, negándose a abandonar el pueblo, recibe cor claridad esa herencia de la memoria. No sólo al poeta que volvió sino a los jóvenes que se quedan van dirigidos los versos que recita Virginia, sostenidos por la música sobre las últimas imágenes del filme "Peregrino del recuerdo / que por la senda escarchada / hollando niebla y rocío / caminas y oras y can tas / y sueñas que reconoces / las huellas de unas pisadas... / Las huellas ya están borradas".