Cine

Mateo Gil estrena "Nadie conoce a nadie"

"Soy mejor director que guionista"

21 noviembre, 1999 01:00

Un escritor sin talento se dedica a elaborar crucigramas. Recibe una llamada anónima amenazante. A partir de entonces, con la Semana Santa sevillana como telón de fondo, el protagonista se ve envuelto en una trama enrevesada de muerte y espionaje. Es el planteamiento inicial de la novela "Nadie conoce a nadie" (1996), de Juan Bonilla, que Mateo Gil ha llevado a la pantalla. El director canario y el escritor gaditano revelan a EL CULTURAL cómo ha sido el proceso de adaptación cinematográfica.

Después de su excelente trabajo de co-guionista, junto a Alejandro Amenábar, en "Tesis" y "Abre los ojos" ("En realidad, en "Tesis" sólo fui co-argumentista", reconoce), todo el mundo confía en él. Empezando por las productoras que avalan el proyecto, las cuales han apostado por Mateo Gil como si de un reconocido y prestigioso director se tratara. Es el nuevo abanderado del último cine español, el cine del siglo XXI. A punto de estrenarse su primer filme, "Nadie conoce a nadie" (protagonizado por Eduardo Noriega y Jordi Mollá), el director canario se enfrenta a su primera aventura cinematográfica no sólo como guionista en solitario, sino también como director.

-Esta película fue inicialmente un encargo. La productora estaba interesada en la novela de Juan
Bonilla, y como se había estrenado con éxito "Abre los ojos", en cuyo guión colaboré codo con codo con Amenábar, me encargaron escribir un argumento para llevarla al cine, Después me pidieron que escribiera el guión y cuando estaba en fase avanzada ya definitivamente me propusieron dirigirla. Fue un proceso muy largo, en total dos años de trabajo.

-Al tratarse de un encargo, ¿no se sintió algo distanciado de la historia?

-En la novela había un planteamiento cinematográfico muy interesante: una historia de suspense en medio de la Semana Santa de Sevilla. Aunque al principio tardé en comprometerme con el libro, de lo que más me preocupé fue de crear una trama potente, y después entrar en el tema de los personajes. Luego me planteé la cuestión esencial: ¿Qué se quiere contar con la historia? Cuando lo descubrí, el resto vino rodado.

Crisis de valores

-¿Y qué es lo que descubrió?

-Una de las ideas que subyace en la historia, y que fue la que más me interesó, es la falta de creencias de todo tipo. Creo que, en el fondo, es lo que quiero transmitir con la película. Estamos en un momento de decadencia ideológica, de crisis de valores, en el que las nuevas generaciones no creen en nada, ni en la política, ni en la familia, ni en la religión... No creo que esto sea malo, pero sí puede ser peligroso. Yo creo que mucha gente de mi edad está perdida, se agarra a cualquier cosa para seguir adelante. Lo que planteo es la necesidad de una meta personal, de una obsesión.

-¿Los protagonistas del filme están perdidos?

-Al principio sí, mucho. El motivo de la película es que las situaciones que se desencadenan obligan en un momento dado a que los personajes tomen una postura, se comprometan con algo y decidan por ellos mismos. En un momento dado, el espectador podrá estar con un personaje y luego con otro. Se trata de un suspense muy ambiguo, donde se puede llegar a sospechar hasta del protagonista.

-¿Qué papel ha jugado Juan Bonilla en la creación del guión?

-En realidad, ninguno. Yo no he tenido ninguna relación con Juan mientras escribí el guión. De hecho, lo he conocido poco después del rodaje, hace apenas unas semanas. Juan comprende muy bien que el cine y la literatura son radicalmente diferentes, y desde un principio decidió quedarse al margen del proyecto, no inmiscuirse en él. Así ha sido. Yo la verdad es que se lo agradezco, porque traducir su novela literalmente al cine hubiera sido un error, y la adaptación ha resultado realmente complicada.

-¿Quiere decir que la novela y la película son radicalmente distintas? -La película es una adaptación bastante libre, da varias vueltas de tuerca a la trama de la novela, pero aun así se mantiene muy fiel a su espíritu. El cine te pide una trama que te agarre en suspense, y eso era lo que yo tenía que desligar de la novela. Que el espectador no espere ver el libro en la película, porque saldrá defraudado.

-Después de "Tesis" y "Abre los ojos", con "Nadie conoce a nadie" parece confirmar su preferencia por el cine de suspense.

-Lo cierto es que me apetece cambiar de género, de registro, y hacer algo completamente distinto al thriller. Los cortos que he hecho demuestran que en realidad tengo otro tipo de preferencias, en las que quiero trabajar más adelante.

-¿Cómo ha sido su primera experiencia como director?

-Apabullante. En los dos filmes de Amenábar ya estuve como ayudante de dirección, pero mi responsabilidad ante los resultados era nula. Allí aprendí mucho sobre la dirección, y también en la última película de Cuerda, en la que colaboré. Pero a la hora de hacer mi primer largometraje estas experiencias no me resultaron definitivas, porque al final se cuenta lo que a uno le sale de las tripas, no se puede evitar, y las experiencias anteriores sirven de muy poco en este sentido.

-¿Cómo se ha sentido más cómodo: escribiendo o dirigiendo?

-Lo más difícil es escribir el guión. Yo creo que soy mejor director que guionista. Para dirigir una película se requiere mucha concentración y capacidad de síntesis, y para ello se cuenta con muchos aliados; pero en el momento de escribir se está completamente solo, y es necesario dar con la piedra de toque de cualquier proyecto de cine: tener una historia que contar.

-¿Puede resaltar algún referente cinematográfico especial en el que se haya fijado para realizar este filme?

-Bueno... Lumet, Kubrick, Kurosawa y Coppola son algunos de mis cineastas preferidos, es decir, siempre son unas referencias vitales cuando hago cine. Pero no creo que el espectador encuentre mucho de ellos aquí. Este tipo de película tan barroca y técnicamente complicada quizá tiene más que ver con Brian de Palma o David Fincher que cualquiera de los anteriores.

El escritor, al margen

No estuvo presente en el rodaje, no intervino en la elaboración del guión, ni siquiera dio directrices a Mateo Gil. Desde que le compraran los derechos, Juan Bonilla ha preferido mantenerse al margen del proyecto.

-¿No le asusta lo que el cine puede hacer con su novela?

-Tengo muy claro que son cosas distintas. Jamás escribo en clave cinematográfica. No tuve ninguna necesidad ni tentación de meterme en el proyecto, porque además nunca me ha interesado la elaboración de guiones.

-¿Pero tuvo al menos cierta curiosidad por lo que se hacía?

-Lo cierto es que me iban enviando todos los borradores del guión mientras se elaboraba. Pero en ningún momento dije que sí o que no a los cambios.

-¿Cuáles son las principales diferencias?

-El esqueleto y el planteamiento de la historia es el mismo. Se han cambiado ciertas facetas de los personajes, y sobre todo algunos aspectos de la trama.

-¿Qué le parece el resultado?

-La verdad es que sólo he podido ver un par de secuencias de la película. Y son realmente impresionantes. Respecto al guión, creo sinceramente que Mateo Gil ha hecho una excelente labor.

- El mensaje principal de la película es la necesidad de una obsesión en la vida, ¿también quiso transmitir eso con la novela?

-Mi novela no es una novela de mensajes, pero seguro que debajo de la historia hay algo que tiene relación con la idea de Mateo Gil. En un momento del libro se dice que el personaje no tiene una guerra donde caerse muerto, y que tiene que inventársela para seguir viviendo.