Cine

El guión, en primer plano

Hablan los principales autores del cine Español

5 diciembre, 1999 01:00

Directores y actores brillan con luz propia en los carteles de cine. ¿Y los guionistas? ¿Tienen razón los que piensan que es la asignatura pendiente del cine español? EL CULTURAL ha hablado con sus autores, entre ellos algunos tan veteranos y consagrados como Rafael Azcona y Manolo Matji y otros nuevos valores como Luis Marías o Angeles González Sinde. Falta de creatividad, remuneración, necesidad de dirigir y ausencia de respeto por su trabajo son algunas de las claves que sirven para entender la situación actual del guionista.

Una de las dos cosas imprescindibles para hacer una película es tener una historia que contar. La otra es disponer del dinero para financiarla. El guión es el kilómetro cero de cualquier proyecto cinematográfico, a partir de ahí suceden las cosas y la maquinaria de producción se pone en marcha. En función de la historia se contratará a los intérpretes, se buscará a un director adecuado y se tomarán cientos de decisiones de producción (localizaciones, desplazamientos, contratación de actores, tiempo de rodaje, etc.). Sin embargo, el guionista es aún, no sólo en España sino en el cine mundial, una figura en la sombra. Nombres como Manolo Matji, Manuel Hidalgo, Carlos López, José ángel Esteban, ángeles González Sinde, Santiago Tabernero, Luis Marías, Joaquín Jordá o Jorge Guerricaechevarría no brillan con luces de neón en los carteles de la ‘gran vía’ cinematográfica, pero son ellos los que levantan los andamios del actual cine español. Sin sus historias, algunas películas de álex de la Iglesia, Mario Camus, Vicente Aranda, Ricardo Franco, Mariano Barroso, Gerardo Vera o Daniel Calparsoro, entre otros realizadores, no se hubieran hecho o, al menos, los resultados habrían sido muy distintos.
Sin embargo, es una opinión generalizada en los cenáculos del cine español que las historias hacen agua por todos lados, que además de pocos guioinistas, hay una carencia alarmente de guiones. Desde la autoridad que dan treinta años haciendo cine, tanto en labores de dirección como de guión, Gonzalo Suárez reprocha al actual cine español "un cierto mimetismo en los guiones, una falta de libertad creativa a la hora de escribir". La directora Gracia Querejeta alerta sobre la poca cantidad de "guiones decentes" que llegan a sus manos. "Parece como si en este país nadie se dedicara a escribir cine", afirma la directora de "Cuando vuelvas a mi lado".

El productor de BocaBoca, César Benítez, sostiene que "el guión todavía es uno de los puntos débiles de nuestro cine, en el que habría que insuflar mucho más esfuerzos". El director catalán y también guionista Joaquín Jordá (realizador de "El encargo del cazador" y guionista de "El Lute" y "El Lute II", entre otras) cree que "hay una falta general de originalidad y de osadía en los guiones. Ahora casi todas las historias son clónicas y eso es fruto de una industria que, además de estar enferma de televisión, pide productos que funcionen".

Los guionistas, generalmente, se defienden de estos ataques. Manuel Hidalgo ("Una mujer bajo la llluvia, de Gerardo Vera) achaca la escasez de guiones a la sequía general por la que atraviesa el cine español. "Uno de los grandes problemas es la escasez a secas", determina el novelista y guionista navarro. Jorge Gerricaecheverría, la mano derecha de álex de la Iglesia (ha escrito los guiones de todas sus películas) señala que "el principal problema del cine español es que sigue funcionando en base a la figura de directores-autores, lo que dificulta el desarrollo de la profesión del guionista a secas. Creo que existe una proporción muy pequeña de buenos guionistas para un número de buenos directores que ha crecido mucho en los últimos años".

Heridas presupuestarias

El guionista de "Mensaka" (1998, Salvador García Ruiz), Luis Marías, no cree que el gran problema del cine español sea la falta de guionistas: "Más que guionistas, escasean buenos guionistas". Manolo Matji, que lleva realizando guiones desde hace más de veinte años y que cuenta en su currículum con varias películas para Mario Camus ("Los santos inocentes", entre ellas) y para Juan Miñón ("La blanca paloma"), se rebela contra la impresión generalizada sobre el número de guionistas en España: "Hay varias opiniones de saldo, y entre ellas está ésa de que somos pocos. También hay escasez de productores y de directores. El cine español tiene los guionistas que se merece, nada más".

La hija del fallecido José María González Sinde, ángeles, co-escribió con Ricardo Franco los guiones de "La buena estrella" y "Lágrimas negras", y, actualmente, colabora en el guión de "Noche de bodas", un filme de Manuel Gutiérrez Aragón. Para la guionista madrileña, el principal problema de cualquier guionista, que en parte justifica esta supuesta escasez, es el tiempo: "Hay mucha gente que estudia guión y hace guiones, pero encuentra que escribirlos es muy complicado. Se necesita una formación académica y conocer muy bien la técnica. Jean Claude Carriêrre dice que hacen falta al menos siete años para que un guionista realmente aprenda, y estoy de acuerdo". Santiago Tabernero, guionista entre otros filmes de "Taxi", de Carlos Saura, y de la última película de Daniel Calparsoro, "Asfalto", encuentra lógica la escasez de guiones debido a razones puramente económicas: "Cómo va a haber guionistas si, con mucha diferencia, es el oficio peor pagado del cine. Si haces cuentas, en cualquier película gana más un electricista o un maquiillador que el guionista".

Respecto a las "bajas" prestaciones económicas, el sector parece estar de acuerdo. "Para escribir guiones de cine hay que aprender a vivir con poco dinero, y con la incertidumbre de cuándo se va a recibir la próxima paga", sostiene Carlos López, uno de los pocos guionistas profesionales en España, que junto a José Antonio Esteban (con el que siempre ha trabajado en equipo) ha elaborado historias para el cine como "Los años bárbaros", de Fernando Colomo, o "La niña de tus ojos", de Fernando Trueba. El guionista es el único profesional dentro de todo el eslabón que no tiene garantías de que cobrará por su trabajo. En muchas ocasiones, la película, aunque se haya rodado, no llega a estrenarse, por lo que no se paga (aunque los actores, técnicos y directores cobran por días de rodaje, independientemente de que la película se estrene); por no hablar de la cantidad de libretos que se rechazan después de varios meses o años de trabajo.

Manuel Hidalgo cree que el tiempo curará todas las heridas presupuestarias: "El guionista está muy valorado pero deficientemente pagado. Esta contradicción, por absurda, será superada con el tiempo y por la fuerza de las circuns- tancias". Gonzalo Suárez, cuyo último filme (en fase de montaje), "El portero", se basa precisamente en un guión de Hidalgo, también se muestra esperanzado: "Al igual que ha habido épocas en las que las estrellas eran los actores y después los directores, todavía está por llegar el momento en que los guionistas sean la auténtica estrella de cada película".

Según cuenta Joaquín Jordá, por norma se debería destinar al menos un diez por ciento del presupuesto de la película al guión, sin embargo, esto ocurre muy rara vez en las películas españolas. Generalmente, las partidas presupuestarias para el guonista rondan entre el 5% y el 7% del presupuesto total. "Los noveles cobran mucho menos, porque por el simple hecho de ser llamados ya se sienten agradecidos y no están en condiciones de exigir mucho dinero", afirma el director y guionista gerundense.

Meter la cuchara

No sólo la valoración económica es un obstáculo para la profesionalización de guionistas. Como en toda feria de vanidades (y el mundo del cine es de las más intensas), cada profesional quiere recibir el reconocimiento del público en su trabajo. "Creo que la mayor parte del público piensa que los actores inventan el diálogo y los directores las historias", ironiza González Sinde. Aunque esta apreciación no deja ser una hipérbole, en algunos casos no dista demasiado de la realidad.

La escritora Elvira Lindo, co-guionista de filmes de Miguel Albaladejo como "Manolito Gafotas" y "Ataque verbal", dijo en una ocasión que "el guión es el guiso donde todo el mundo quiere meter cuchara". Así lo sienten la mayoría de los guionistas. "El guión sufre tantos trastornos desde que se entrega hasta que se estrena la película, que a veces es algo irreconocible. Es una profesión, generalmente, poco gratificante", afirma Carlos López.
Desde los actores, que siempre desean salvar a sus personajes, hasta el productor, pasando por el director y el encargado del montaje, todos las personas inmiscuidas en la elaboración de la película quieren aportar sus propias ideas. Cualquier elemento que se añade o se suprime afecta directamente al guión original, y en la mayoría de los casos el guionista no está presente para dar su opinión. El novelista y guionista Manuel Hidalgo retrata con humor esta situación: "Para un buen guión hacen falta tres cosas: una buena historia, una buena estructura y unos buenos diálogos. Ya sólo hace falta otra condición: que ni el director ni los actores quieran mejorarlo".

Por esto motivo, Santiago Tabernero reclama una mayor presencia del guionista en el proceso de producción de la película. "Generalmente, desde el momento en que el guión se ha entregado a la productora, el guionista pasa a ser una persona ‘non grata’. Un director y un productor inteligentes deberían tener en el guionista un aliado fiel hasta el final del proceso", opina Tabernero. Otros guionistas tienen perfectamente asumido dónde acaba su intervención en la película, y prefieren mantenerse completamente al margen del proyecto una vez que han entregado su trabajo. Hidalgo no encuentra "ninguna razón para que el guionista participe en un rodaje, salvo que el director le solicite algún cambio en los diálogos". Jordá es más categórico en este sentido: "Una de las principales virtudes del guionista tiene que ser la modestia y la humildad. Hay que saber despreocuparse de todo cuando el guión se ha entregado. El que hace la película es el director. El guionista que quiere mantener su presencia en el proceso es que no sabe de qué va esto". Aunque su trabajo principal se centra en la elaboración de guiones, Manolo Matji también ha trabajado como director y productor, y prefiere separar radicalmente una tarea de la otra: "El guión no es más que una pauta. Lo demás es parte de la dirección, que debe hacer que todas las personas implicadas en la película avancen en una misma línea".

Dos oficios compatibles


Pero al guionista, quiera o no, siempre le queda la intranquilidad de saber qué hubiera pasado con su guión si él mismo lo hubiera llevado a la pantalla. Una mirada al cine español de los noventa descubre la cantidad de nuevos realizadores que, en palabras de Gonzálo Suárez, "se comen lo que ellos mismos guisan". Desde Julio Médem hasta Alejandro Amenábar, pasando por Icíar Bollaín o Fernando León, han demostrado poseer un talento como guionistas que se extiende también a la dirección. "No debe ser director quien quiere, sino quien puede, porque ambas tareas son completamente distintas", opina Tabernero. Sin embargo, ángeles González Sinde cree que ambos trabajos son perfectamente compatibles: "Normalmente, la persona que sabe contar una historia en papel, también va a saber contarla en pantalla con corrección. El trabajo del guionista no es sólo escribir sino también justificar cada escena, que al fin y al cabo es lo que hace el director".

La situación perfecta para un guionista profesional es probablemente de la que goza Jorge Guerricaechevarría, que trabaja para un sólo director, álex de la Iglesia, porque sabe que éste no va a defraudarle en la interpretación de la historia. "Una mala dirección de una buena historia acabará perjudicándola, haciéndola perder fuerza de forma paulatina a lo largo de todo el proceso hasta convertirla en una sombra de lo que el guionista imaginó", afirma el guionista de "El día de la bestia". Pero son casos muy excepcionales. Generalmente, todo guionista es un francotirador que reparte su trabajo entre distintos productores y directores en espera de que a alguien pueda interesar lo que ha escrito y, sobre todo, con la esperanza de que algún día ellos mismos podrán dirigir.

"En muchos casos -explica Gonzalo Suárez- el guionista interpreta su oficio como un trampolín para saltar a la dirección; pero esto ocurre con casi todas las profesiones del cine, incluso en los auxiliares de iluminación. Todavía no se conciben las profesiones especializadas en cada campo como un oficio donde quedarse, la meta para casi todos es llegar a dirigir". Pero la mayoría, como es obvio, se queda en el camino.

Luis Marías reconoce que más de una vez ha pensado cómo dirigiría sus propias historias. "Me gustaría seguir siendo sólo guionista si todos los directores lo hicieran tan bien como Enrique Urbizu o Salvador García con guiones míos. Pero es una sensación verdaderamente frustrante entregar un guión del que estás satisfecho y ver lo que luego generalmente hacen con él", opina el guionista de "Todo por la pasta".

Por este motivo de frustración ante ciertos resultados, la guionista de "Pídele cuentas al rey" (filme de Juan Antonio Quirós todavía por estrenar), Alicia Luna -cuyo libro "Matad al guionista y acabaréis con el cine" (Editorial Celeste) se publicará a principios del próximo año-, entiende este oficio como "un deporte puramente vocacional porque el guionista puede sufir y disfrutar mientras escala una montaña por la pared más escarpada y de repente, porque uno de los amarres falla, se precipita al vacío y queda hecho una papilla". Por principio, lo único que el guionista tiene garantizado es que su guión desaparece cuando está en manos del director, ya no es dueño de la película. Con resignación, José Antonio Esteban (pareja profesional de Carlos López) acepta que "el cine es así y no hay nada que hacer, porque es un trabajo en equipo. El guionista no es importante; para que un guión funcione es inevitable que sea transformado por el director. El guión no es la película".

Para evitar, sin embargo, que el resultado se aleje demasiado de la ficción original, Guerricaechevarría cree necesario "trabajar desde el comienzo de un proyecto contando con la visión del director. Esto no quiere decir que sea imprescindible que co-escriba la historia, pero en cualquier caso debe hacer suyo el material que tiene entre manos para poder darle vida".

A Manolo Matji, la experiencia le ha demostrado que "todos los honores de una película que funciona en taquilla los recibe el director, y que, en el caso contrario, es el guionista el objetivo de todas las miradas airosas". Es otra razón de peso para que el guionista quiera subir un paso más en el escalafón de las responsabilidades. "Llega un momento en que por propio status profesional -sostiene González Sinde- se pasa a la dirección, porque una persona que ha dirigido tiene más peso en el cine".

En el fondo, esta es la aspiración final de todos los guionistas: tener una situación desde la que poder exigir un respeto a sus trabajos que, como mínimo, exigen unos nueve meses de trabajo y no pocos quebraderos de cabeza. "Seguimos siendo como aquel que cuenta un chiste a alguien, para que luego ese alguien lo cuente oficialmente a los demás", afirma Tabernero. Sin olvidar que el que cuenta la historia en el papel sólo es un eslabón más en la cadena de producción de una película, no cabe duda de que del ingenio del guionista depende la materia prima del cine. Pero las estrellas del cosmos cinematográfico, como ha sido durante años, seguirán siendo los actores y los directores. ¿Es que sólo piden al guionista que sepa contar buenos chistes?