Cine

Suárez-Hidalgo, dos cabalgan juntos

Director y guionista hablan sobre la película "El portero"

3 mayo, 2000 02:00

Se echan la culpa el uno al otro de haber llegado tarde a la cita. Gonzalo Suárez y Manuel Hidalgo entran juntos en el portal. Prometen que en ningún momento han hablado de la película: "No queríamos agotar el tema", confiesa Hidalgo. El tema es El portero, el último filme del cineasta asturiano (Parranda, Remando al viento, Mi nombre es sombra) que, como viene siendo corriente en Gonzalo Suárez, no sólo un hombre de cine sino también de letras, ha vuelto a embarcarse en una adaptación literaria. En esta ocasión se sintió atraído por el relato homónimo del escritor y guionista Manuel Hidalgo, y entre los dos desarrollaron el guión durante una temporada en Asturias. Con el rodaje y el largo proceso de post-producción ya definitivamente terminados, ambos se han reunido en el estudio madrileño del cineasta para desandar con la memoria los caminos del trabajo orgullosamente terminado.

Al igual que dos sofistas griegos, Gonzalo Suárez y Manuel Hidalgo parten siempre de la anécdota porque saben que les conducirá al concepto, a esas verdades que para Suárez son siempre relativas y para Hidalgo un piélago de preguntas. Llevados por el misterio narrativo y la cinefilia, estos dos creadores de la palabra y la imagen se preguntan todavía qué tipo de película han hecho y por qué.

-Hidalgo: Reconozco que de todo el proceso de trabajo, lo que más ilusión me hizo fue ganarte el tripartito de billar, cuando yo nunca había jugado al billar. Aquello tuvo que ser amargo para ti.

-Suárez: Todo lo contrario. Me encantó porque siempre concedo al visitante el privilegio de ganar. Si no lo hiciera, le perdería el respeto. Me pasa lo mismo que con el ajedrez: necesito ser ganado para entender que tengo un contendiente con el que a partir de ese momento poder hablar.
-H: Ocurrió en tu casa de Asturias, cuando empezamos a escribir esta película. Quizá el billar tenga que ver con el cine, con el trabajo entre dos guionistas, o entre un guionista y un director.
-S: Bueno, el billar es maravilloso. Está ahí como la génesis del mundo, como el cosmos, una bola da a la otra, todo se mueve... Es estupendo porque es la gran propuesta de la vida: encontrarte con alguien en un tapete verde. No se me ocurre mejor exposición de la hipótesis de la felicidad.
-H: Al ir hacia Asturias paramos en Framista...
-S: Me gané tu confianza como conductor, ¿verdad?
-H: No había más remedio, yo no tengo carnet de conducir. Además eres prudente en la carretera, pero no creo que seas prudente trabajando.
-S: Conduciendo tampoco lo soy.
-H: El caso es que paramos en ese maravilloso pueblo y recuerdo que en un restaurante sonó música de una película del oeste. Aquello nos hizo mucha gracia. En varias ocasiones me has explicado que esta película tiene esquemas propios de un western, ¿crees que fue allí donde se nos ocurrió la idea?
-S: Entramos en el restaurante como en esa película... Dos cabalgan juntos. ¿Qué puedo decir? La propia estructura de los westerns no se sale de la de las novelas de caballería. Gozan de un buen esquema narrativo, de un posibilismo para contar que un hombre llega a un pueblo donde existe un conflicto, se ve involucrado y es la pieza clave para resolverlo. Al fin y al cabo, esa es la historia de El portero. Todos sabemos que hoy en día esto nos ha sido mil veces contado, pero ahí estaba nuestra fuerza, en contarlo otra vez sin que pueda reconocerse. Tú y yo éramos como dos pistoleros matando al mismo enemigo. Como dos seres contaminados por la literatura que somos, nuestro objetivo era encontrar un impulso vital donde coincidir, o sea, estoy hablando del tapete verde de billar. Esto es lo excitante del juego a dos. El cine empieza cuando hay que compartir un proyecto, mientras que la literatura empieza cuando un proyecto ha llegado al final.

Un libreto descriptivo

-H: Durante el proceso de escritura, que fue sucesivo y alternativo, me chocó que me pidieras que escribiera el libreto con muchas descripciones. Pedías lo que no piden la mayoría de los cineastas, es decir, una parte literaria en el guión. Me dijiste que querías encontrar imágenes, porque tu cine y tus historias las construyes mucho a partir de imágenes. Son como el detonante.
-S: Creo que en eso hay un malentendido generalizado. La literatura permite y libera la imagen. Cuando algo se ha contado, entonces la imagen puede florecer descontaminada. En realidad, toda imagen obedece a la literatura. No creo que nos hayamos emancipado de ella... a lo mejor sería deseable y desembocaríamos en algo parecido a la pintura abstracta, la imagen por la imagen. Existe esa especie de tontería en creer que el cine literario es el que surge de las novelas; creo que todo cine es literario. ¿O no lo es El ladrón de bicicletas y todo el neorrealismo? No entenderíamos jamás su emoción y su desarrollo sin la lectura de la historia. Por eso desarrollar un guión todo lo literario que se pueda es el modo de conseguir que la imagen se libere.
-H: Pero nunca dabas nada por cerrado. Tengo que confesarte que me impacientaba esa forma tuya de dejar todo abierto. Mientras inventábamos, discutíamos las posibilidades, nunca querías dejar por cerrada una escena, un pasaje argumental... siempre decía
S: "Bueno, ya veremos".
-S: Pues claro, como en la vida misma. No hay nada claro. Mira, estamos hablando de cine, que se confunde mucho con los premios... Si abro estos cajones de mi escritorio encontrarás medallas por todos lados, he sido desde Caballero en Francia a premio Nacional en España, pero qué coño tiene que ver eso con el cine ni con la literatura ni con nada. Ahora estamos estupidizados porque confundimos el cine con los premios de fin de curso.

Es terrorífico. Pero me estoy desviando del tema. Lo que quería decirte es que tú me has aportado el porcentaje de sentido común que yo no tenía. Enseguida me sedujo la idea que estaba en tu cuento, que es prácticamente una sinopsis argumental. Fuimos inmediatamente a Asturias a conectar con la naturaleza porque iba a ser nuestra protagonista. A partir de ahí empezamos a crear algo que estaba vivo, sin pensar para nada en los objetivos, ni en los premios, ni siquiera en el éxito... una película hay que producirla como crece un árbol o una flor. O como crece una conversación, dado el caso.

Una película con fútbol

-H: En fin. Creo que hemos hecho una película con fútbol pero que no es de fútbol. Es otra cosa. ¿Cómo explicarías esto? La clave fue la idea de fondo que nos motivó. Y luego tuvimos la apertura y la espontaneidad de ir inventando y no quedarnos en lo que había, de cambiar muchas cosas de la historia original, porque un autor no debe ser el policía de su historia, hay que dejarla crecer...
-S: Es cierto. Ahora que el guión ha suplantado a tu relato original, no sabría decirte si en la historia original todo se resolvía con un duelo de penaltis o con un partido de fútbol. Le hemos dado tantas vueltas... ¿Te acuerdas?
-H: Pues la verdad... sí, claro que me acuerdo. En el cuento mío había un partido, pero en la película todo se resuelve con un duelo de penaltis. Llegamos a la conclusión de que para el filme nos convenían más los penaltis. Pero insisto en que no es una película de fútbol, aunque tampoco es una película de posguerra, a pesar de estar situada en la posguerra española. ¿Tú qué crees?
-S: No lo sé...
-H: A mí me parece que es una fábula universal... creo que tiene el eco de la guerra pero no es eso exactamente.
-S: Lo que sí sé es que hay una lectura metafórica casi obvia. Desde la confrontación con el balón y la bandera española todo queda muy claro: es una guerra. Cabe decir que es una película de posguerra desde una perspectiva poco habitual, también cabe decir que es una película de fútbol...
-H: Veo que en esta historia nos ha quedado, quizá sin darnos cuenta, una clara metáfora política. Nos gusta fabular, pero no somos ni ideólogos ni políticos, quizá hemos hecho algo que pueda interpretarse de forma muy política y no hemos calculado bien las consecuencias. Es algo que seguro que nos van a decir cuando se estrene. No podemos ignorarlo, hay dos bandos con posiciones extremas, que tienen un enfrentamiento...
-S: Un enfrentamiento amable. Y esa amabilidad es precisamente el exabrupto.
-H: ¿Ah sí? Explícame eso.
-S: Mira, yo no he calculado nada. En ningún momento he pretendido remarcar nada. ¿Cómo va a remarcar algo alguien que no ha encontrado nada? Yo soy un aprendiz perpetuo. Hemos hecho una película de la que creo que la pulsión emocional es positiva, pero lejos de mí está adscribirme a una tesis. Mi credo es que no hay nada real porque lo real nos excede.
-H: Corrígeme si me equivoco, pero veo que también nos ha quedado una película un poco americana, por lo del western; un poco española, por la guerra; un poco italiana, por el humor; un poco irlandesa, por la comunión con la naturaleza... El cine es una nacionalidad que trasciende...Cine y nacionalidadEn este punto, Gonzalo Suárez se levanta completamente desentendido de la conversación. Da un manotazo al aire como si no quisiera saber nada al respecto.

Hidalgo se solivianta un poco:

"Pero bueno, no te vayas que te estoy comentando algo importante". Suárez avanza hacia el pequeño cuarto de baño cuya puerta da al estudio.
"Es que cada vez que oigo hablar de nacionalidades me entran unas ganas irresistibles de ir al baño", confiesa el cineasta. Hidalgo se ríe y aprovecha la pausa para servirse otra copa de Johnnie Walker. El director retoma la escena.
-S: Es un tema comprometido. Yo creo que hemos hecho cine, nada más. Es la apuesta universal del cine y eso de adscribirlo a nacionalidades por las que la gente llega a matarse es algo terrorífico.
-H: No me entiendes... yo hablo de estilos, no de terrorismo.
-S: De estilos que conciernen a naciones. No sé qué tipo de película hemos hecho, si española, italiana, zulú o lo que sea. Creo que básicamente hemos hecho una película antigua.
-H: Clásica. Prefiero que conste como una película de estilo clásico.
-S: Etiquetarla de "clásica" puede ser pretencioso. No, yo reincidiría en que es antigua.
-H: Pues yo no. Es que decir antigua suena como...
-S: Suena cojonudo. La revolución ahora mismo es hacer una película antigua, de las que ya no se hacen. Perdón por la cursilada (y que nadie se entere de esto), pero creo que hemos conseguido una película deliciosa. Ahora te tirotean en la butaca, te pisotean, te escupen, te lanzan chorros de sangre... yo aplaudo a David Lynch por lo que ha hecho. The Straight Story es realmente una película soberbia, tan desnuda... Ha conseguido lo que todos andábamos buscando. Se vive la emoción de ese hombre que avanza en su cortacésped y llega donde está su hermano y no se dicen nada, de un plumazo lo dice todo... ¡Mierda para los Oscar! He sentido verdadera envidia de esa película.
-H: Ahora que hablas de películas sencillas... más bien antiguas, recuerdo que trabajando me hablabas constantemente de El hombre tranquilo. Quizá has conseguido hacer tu película más fordiana...
-S: Estamos en una época en la que hay gente que hace cosas muy miméticas y, bueno, es un tema que...
-H: ¿Es que no te parece adecuado que hablemos de El hombre tranquilo? Fue una película de la que hablamos mucho.

Western en Asturias

-S: No es eso. Lo que quiero advertir es que no he pretendido hacer una película de filmófolos. Tratándose de un western en Asturias y la proximidad del hombre que llega al pueblo, pues sí, tiene muchas reminiscencias de El hombre tranquilo, si te refieres a eso. Pero nada más.
-H: En el fondo son dos películas con mucha vida interior...
-S: Vamos, que son dos películas que incitan a vivir, ¿no? Pues desde la posguerra invitar a vivir, la verdad...
-H: Esto es muy importante. La posguerra generalmente se entiende como un caparazón aplastante, algo que te hunde. Pues no, puede ser un escenario que te incite a vivir. Este portero, protagonista de la historia, se mantiene en la lucha, en la confrontación, pero sobre todo en la apuesta por la vida y el amor, de la continuidad, de la fe en el individuo para salir adelante.
-S: Es una especie de apuesta a que la vida es y será posible mientras haya vida, siempre que no te maten.
-H: También me decías que andabas muy contento porque te estaba quedando una película muy física, con mucho movimiento, con mucha alegría y vitalidad. Creo que ha sido gracias a la naturaleza y a tantos figurantes, que son auténticos protagonistas de la historia.
-S: Es que tengo que rendir tributo a la figuración. Cuando veía las escenas de los extras me daba cuenta que ese ejército anónimo ha impregnado la película de unos rostros tan importantes como el mar o la montaña. No he podido estropearlo. El paisaje tiene un claro factor humano. Me considero muy panteísta.
-H: Dicen que es una locura rodar con niños y con animales. En El portero hay un niño protagonista que ha quedado muy bien, y también animales. Tienes que reconocerme que los actores han estado estupendos. Te había oído decir que tenías ciertas prevenciones con los actores.
-S: Me cabrea tener que decirlo, porque me gusta mucho el conflicto con los actores, me estimula. Pero con Carmelo Gómez y Maribel Verdú ha sido todo tan fácil. Esto me hace pensar.
-H: Precisamente Carmelo y Maribel protagonizan la historia de amor de El portero, de la que casi se nos ha olvidado hablar.
-S: No he querido hablar de ello porque no sé realmente cómo definir ese amor, ¿tú qué opinas?
-H: A mí me parece que de nuevo hay algo aquí que conecta con el esquema clásico del western, es decir, un hombre y una mujer que arrastran sendos pasados, que se encuentran, se necesitan y sus vidas se reactivan en el encuentro del uno con el otro.
-S: En realidad todo es una historia de encuentros. Para mí el amor es un grito desgarrado desde el interior de uno mismo, es algo instantáneo. Esta sospecha me la ha confirmado la literatura, que ayuda mucho a explicar la fugacidad del amor. En el cine ocurre que el personaje termina donde empieza el amor. Y es algo que Maribel Verdú, con la que nunca había trabajado, sabe a conciencia. Creo que es una actriz todavía por descubrir, que siempre va mucho más allá de los diálogos o de lo que está escrito. Se me antoja rendir un tributo a los actores principales de esta historia, porque su conexión ha dado resultados realmente increíbles.