Cine

Los días contados de la cuota de pantalla

El mndo el cine, pendiente de los inminentes cambios en el ICAA

28 junio, 2000 02:00

¿Desaparecerá de las carteleras el cine español con la nueva Ley? ¿Tendrán las mismas oportunidades las producciones españolas que las procedentes de Hollywood? Todo indica que, de aprobarse el actual anteproyecto, en los próximos años los títulos españoles competirán descarnadamente con la colosal maquinaria norteamericana. EL CULTURAL ha consultado a representantes de los diversos sectores implicados en una normativa trascendental para nuestro cine. Mientras la ministra busca relevo para el ICAA, ya se alzan algunas voces apocalípticas.

Es posiblemente la pregunta que todos los profesionales del cine se hacen: ¿Qué puede significar el fin de la cuota de pantalla para el cine español? A la que cabría añadir otras cuestiones: ¿Desembocará en una invasión más aguda del cine norteamericano al no estar los exhibidores obligados por ley a programar cine español y comunitario en sus salas? ¿El juego de la oferta y la demanda dejará a las producciones nacionales indefensas frente a las megaproducciones estadounidenses? ¿Por qué precisamente ahora, que el cine español está levantando cabeza, se quiere eliminar uno de los principales medios para salvaguardar su protección?

Todas estas incógnitas pueden dejar de tener sentido si se parte de la base de que nuestro cine es el único en Europa que todavía conserva las cuotas de pantalla. Por lo tanto, tal como indica la tendencia general del marco político comunitario, la muerte de las cuotas de exhibición es un fin inevitable. Aun asumiendo esto, lo cierto es que desde que se presentó el borrador del anteproyecto de ley sobre el fomento y la promoción del cine, en el que se contempla la eliminación de las cuotas de pantalla en un plazo de cinco años, no han dejado de producirse airadas reacciones por parte de algunos profesionales. El cineasta Luis G. Berlanga es uno de los realizadores que con mayor virulencia se ha manifestado al respecto. El director de Bienvenido Mr. Marshall contempla con un punto de alarmismo y desde luego con sobrado escepticismo la obligatoriedad de la desaparición de la cuota de pantalla. "El cine español tiene un encefalograma plano -afirma el cineasta valenciano-. Todo lo que están haciendo nuestros jóvenes, llenar las taquillas y recuperar géneros (en lugar de hacer el cine que marca el Ministerio, como ocurría antes), me parece importantísimo, pero no van a poder defenderse frente al cine norteamericano si ahora desaparecen las cuotas de pantalla y las subvenciones". En resumidas cuentas, Berlanga advierte a las instituciones de algo tan elemental (pero a veces tan olvidado) como que "las películas las hacen los productores y no los directores, y es la inversión del productor la que hay que proteger".

Bálsamo de tranquilidad

Sin duda, el artículo 6 de la Ley vigente desde 1994, que hace referencia a la cuota de pantalla, ha sido, y es todavía, un bálsamo de tranquilidad para las producciones nacionales. En él se especifica como uno de los puntos básicos que las salas de exhibición deben programar dentro de cada año natural un día como mínimo de cine comunitario por cada dos días de filmes de terceros países (en ningún momento se habla exclusivamente del cine español, con lo que una superproducción francesa como Astérix & Obelix versus César, con un presupuesto de 7.260 millones de pesetas, compite en igualdad de condiciones que Solas, que costó poco más de 200 millones). Esto ha permitido, entre otras cosas, que el cine comunitario conquistara una cuota de mercado récord en 1999 del 33,36% (791 películas que recaudaron 27.441 millones de pesetas), frente al 64,22% alcanzado por el cine procedente de Estados Unidos (760 películas con una recaudación de 52.983 millones de pesetas). La diferencia es sustancial, pero no humillante.

El antrepoyecto de la futura ley modifica el capítulo 6 reduciendo la exigencia de exhibición de cine comunitario en un día de cada tres por los que se exhiba cine de terceros países, y en algunos casos el margen se amplía a un día de cada cuatro. La consecuencia es que el cine comunitario, y por tanto el español, pierde una gran dosis de amparo por parte de las instituciones estatales. Pero ahí no queda la cosa. Esta obligatoriedad sólo será transitoria durante "un plazo máximo de cinco años a contar desde la entrada en vigor de la Ley". A partir de entonces la cuota de pantalla desaparece. Desde el año 2005, todo dependerá del criterio de los exhibidores ante la ley de oferta y demanda. Los motivos que se exponen en el borrador del anteproyecto para esta eliminación de la cuota se refugian bajo el imperativo necesario de una libertad absoluta de circulación cinematográfica.

David contra Goliat

Desde la rama institucional se insiste en que el borrador del antreproyecto está consensuado con los distintos grupos profesionales de la cinematografía, es decir, productores, distribuidores y exhibidores. En este sentido, la asociación de productores FAPAE, en boca de su presidente, el cineasta y productor Eduardo Campoy, se muestra completamente de acuerdo: "El anteproyecto está consensuado no sólo con nosotros sino con todos los sectores de la cinematografía española. La desaparición de la cuota es un hecho inevitable porque somos el único país comunitario que todavía la conserva". Sin embargo, uno de los distribuidores de mayor envergadura en la cinematografía de nuestro país, Antonio Llorens, consejero delegado de Lauren Films, no ha sido consultado personalmente al efecto: "La verdad es que a mí no me han enviado nada referente al anteproyecto, si bien tengo constancia de que la federación de distribuidoras a la que pertenezco, sí lo ha consensuado. En cualquier caso, no creo que haya necesidad de alarmarse, porque por ejemplo en Francia la distribución y exhibición de películas es completamente libre, y si acaso son las compañías norteamericanas las que deben solicitar una cuota. Creo que es una cuestión de confianza en nosotros mismos, tener la seguridad de que podemos luchar contra cualquier cine ofreciendo calidad".

Campoy también quiere tranquilizar a las voces discordantes emplazando "a todos los detractores del anteproyecto que piensen que se trata de una medida que no se aplicará hasta dentro cinco años, y al ritmo al que vamos ganando cuota de mercado, año a año, en el 2005 estaremos en muy buena posición para defendernos del cine norteamericano". Desde el lado de la exhibición, el presidente de Alta Films y propietario de una gran línea de salas comerciales, Enrique González Macho, considera un "absurdo ir a contracorriente del proceso de liberalización" puesto en marcha. Además, afirma que es "un desafío para todos pensar que una película como El arte de morir luchará en igualdad de condiciones que, por ejemplo, Misión imposible II. Va a ser como David contra Goliat". Pero González Macho tiene una razón aún más convincente para no temer la eliminación total de uno de los últimos sistemas de protección del cine comunitario: "La diferencia no la va a notar nadie por algo muy sencillo: la ley actualmente no se cumple, los exhibidores se saltan a la torera eso de la cuota de pantalla porque nunca se imponen las sanciones prescritas". El productor Gerardo Herrero, de Tornasol Films, es de la misma opinión: "A efectos prácticos, la cuota de pantalla es algo que ya ha desaparecido hace tiempo. Hay tantas salas de exhibición que ya no es necesaria. Incluso se da el efecto contrario, nos piden un determinado número de copias que no podemos facilitar para cubrir todas las salas que lo demandan".

La ministra Pilar del Castilo ha recogido el testigo dejado por su antecesor y expone sus motivos sobre la necesidad de un cambio legislativo: "Aunque en los últimos meses se ha mejorado el marco jurídico para el fomento y promoción del cine y el audiovisual, lo cierto es que la actual Ley de 1994 es claramente insuficiente, porque se aplica a una realidad que cambia a gran velocidad". Los principales cambios que han lavado la imagen del cine español desde principios de los noventa quedan expuestos claramente en su cuota de mercado (el porcentaje de recaudación total en salas), que ha aumentado del 7’1% de 1994 al 13% del último año (aunque todavía queda lejos del 23% alcanzado en 1982), pero posiblemente el factor más determinante es el que expone el director general de Cine, José María Otero: "Las formas de ocio se están transformando totalmente. El efecto de las nuevas tecnologías convierte a la cuota de pantalla en algo que ya ha dejado de ser importante. Ya no hace falta ir al cine para ver las películas, y en cinco años cualquiera las podrá ver por Internet, así que la decisión de los exhibidores ya no pesa tanto en el público, que al final va a ver la película que le interesa y no la que se mantenga más tiempo en salas". En cuanto a la posible demora de la entrada en vigor de la Ley, Otero se muestra algo ambiguo al respecto: "Se ha iniciado la tramitación y se sigue el curso normal para remitir la ley al Congreso, pero me imagino que debido a la limitación de plazos de aquí al final del año legislativo, no será hasta el otoño cuando pueda debatirse en la Cámara Baja".

Cesado sin cesar

Atendiendo a los últimos acontecimientos y filtraciones, en los cenáculos de la cinematografía todos se preguntan: ¿Seguirá José María Otero como director general del ICAA para entonces? En declaraciones a EL CULTURAL, Otero parece tenerlo claro: "Tuve una conversación con la ministra en la que me emplazó a que me siguiera ocupando de los actos en relación con el cine iberoamericano y a la tramitación de esta ley, en la que llevo trabajando prácticamente desde que tomé el cargo hace cuatro años. Así que sigo y seguiré haciendo mi trabajo". En cualquier caso, la situación del sillón supremo del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales vive unos días de sostenida incertidumbre desde que Pilar del Castillo asumiera la cartera cultural. Después de varios rumores acerca del candidato que la ministra tenía en mente -entre los que se especuló con el nombre de Miguel Marías, que ya ocupó el cargo a finales de los ochenta, y que negó rotundamente a esta publicación que se le hubiera ofrecido el puesto-, se filtró a la prensa el nombre de José Luis González de Quirós como el hombre en la lista. Las filtraciones no eran erróneas en cuanto al nombre, pero según las declaraciones realizadas por Gónzalez de Quirós al EL CULTURAL, sí lo son en cuanto a su inminente nombramiento: "Es verdad que he hablado con Pilar del Castillo, que es una amiga personal, y que me ha ofrecido el puesto. Pero de momento yo no he dicho ni que sí ni que no. Por motivos personales, ahora mismo no me interesa, y es probable que no tome una decisión a corto plazo, sino a medio o largo, incluso dentro de medio año. Lo que es seguro es que antes de agosto no diré nada".

Según reconoce el propio González de Quirós, "sería lógico que la ministra se cansara de mis vacilaciones y otorgara el puesto a otro o lo dejara como está". Preguntado al respecto, el actual director del ICAA responde: "Creo que los cargos hay que saberlos abandonar, y si me tengo que ir, me iré. De momento seguiré haciendo mi trabajo hasta que me digan lo contrario. Yo no sé si van a nombrar a este señor nuevo director de Cine, pero a mí de momento no me han comunicado nada, ni siquiera que le han ofrecido el puesto". Enrique González Macho define la situación con especial fortuna: "Otero se encuentra en una situación muy curiosa, porque está cesado sin haber cesado y tiene la cortesía de seguir ahí, lo que me parece admirable y muy cortés por su parte".

La línea política de la cinematrografía española, y en concreto el desarrollo del anteproyecto de Ley, en cualquier caso, seguiría por los mismos cauces que el presente, según declaraciones del propio González de Quirós: "Yo no soy un hombre de cine, sino de política. Estuve en el CDS muchos años y ahora soy un político muy cercano al PP, porque mis preferencias políticas están muy en línea con las directrices cinematográfica actuales del Gobierno". El fin de la cuota de pantalla, por tanto, parece algo inevitable.

La ley de la discordia

Extracto de antrepoyecto de ley de fomento y promoción de la cinematografía y el audiovisual.

"La libertad de distribución cinematográfica requiere la libertad de circulación de obras en las pantallas por lo que debe desaparecer la cuota de pantalla, lo que se prevé suceda de forma automática en el plazo de cinco años.

Artículo 8. Cuota de pantalla.

1. Durante el plazo máximo de cinco años a contar desde la entrada en vigor de esta Ley, las salas de exhibición cinematográfica estarán obligadas a programar dentro de cada año natural obras cinematográficas comunitarias en versión original o dobladas, en forma tal que al concluir cada año natural se haya observado la proporción de un día como mínimo de obra cinematográfica comunitaria por cada tres días de exhibición de películas de terceros países en versión doblada a cualquier lengua oficial española.

2. En lugar de la proporción anterior se aplicará la de un día de película comunitaria por cada cuatro días de exhibición de películas de terceros países, cuando éstas se exhiban en todas las sesiones ordinarias de un mismo día dobladas a alguna lengua oficial española propia de una Comunidad Autónoma. Igual proporción se aplicará a los días de proyección de las películas comunitarias que se proyecten en salas de bajo rendimiento.