Image: Dentro del festival

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Cine

Dentro del festival

Sitges muestra la animación más independiente en "Animat "

4 octubre, 2000 02:00

XXXIII edición del Festival de Sitges

Es como un certamen en sí mismo, un festival dentro del festival: Animat, la sección de cortos de animación de Sitges, vuelve este año con la producción más experimental. 19 países, 50 películas a concurso (sólo dos españolas) y 16 fuera de la programación oficial, dan buena cuenta de por dónde van los tiros en esto de la animación mundial.

Globos asesinos, libros que maltratan a su dueño, lenguas que se rebelan... Si hay un festival que se preocupe por "animar" su sección de cortos, ése es el de Sitges. Será por su tradición experimental y transgresora (características de la mayoría de los trabajos que aquí se exhiben), o será por la importancia que los organizadores dan al mal llamado "hermano pobre" o "hermano pequeño". El caso es que desde su nacimiento hace ocho años, Animat nos acerca lo más revelador de la animación en corto. En esta sección encontramos personalísimos documentos de directores de todo el mundo: 19 países, entre ellos Croacia, Bulgaria, República Checa, Rusia, Noruega, Canadá, Portugal, Gran Bretaña (el mejor representado, con 14 títulos) y Chile dejan en Sitges testimonio de lo último de la animación en cualquiera de sus técnicas, plastilina, arena, recortables, dibujos animados, ordenador...

De España, este año sólo dos películas, Animal (de Miguel Díez) y Dog Interface (de Juan Pablo Etcheberry), han llegado hasta Animat. Los dos cortos nacionales competirán con el filme de Ralph Eggleston (director de arte de Toy Story), For the Birds; con el de Marie Paccou, Moi, l’autre (un corto en 3D); o con el último de Igor Kovalyov, Flying Nansen (director que ya ganó el premio hace tres años). "No es extraño que haya pocas producciones españolas", dice Carolina López, encargada de la programación de Animat. "La producción en nuestro país es mucho más comercial, en parte porque no hay subvenciones para las películas de animación (en Francia o Portugal éstas son mucho más importantes), lo que hace muy dura la salida al mercado de estas películas. Hay que tener en cuenta que cinco o diez minutos de cinta requieren casi un año de preparación en el estudio".

Una parte gamberra

Casi 50 son los cortos a concurso y 16 los que se exhibirán en el apartado Curts fantàstics, fuera de la sección oficial: "Esta es la parte más gamberra del programa -dice Carolina López-; son cortos de temática más oscura, cercanos al gore o al terror. Son más adultos". No cabe duda de que son películas fuertes, más duras, que muestran las tendencias de los autores más independientes del mundo del cortometraje. Es el caso de Angry Kid, de Darren Walsh, un trabajo de tres minutos pensado para una página web, producido por el mismo equipo que The Chicken Run (producción que, por cierto, ha consolidado el camino de la animación hacia las salas comerciales); o Can’t Drag Race With Jesus, de Bill Plympton, toda una institución para el Festival de Sitges que muestra en su corto un avance de lo que nos deparará en su próxima película: Jesucristo en coche de carreras ambientado con música gospel.

Tampoco las nuevas tecnologías quedan al margen en este amplio espectro del cortometraje que se verá en Sitges. Este año se ha creado un espacio gratuito para poder ver los trabajos más experimentales creados exclusivamente para la red. Y es que parece que internet y el cine son ahora la pareja de moda.