Image: María de Medeiros

Image: María de Medeiros

Cine

María de Medeiros

"El cine portugués se hace desde la resistencia"

8 noviembre, 2000 01:00

El Festival de Huelva, considerado el mejor escaparate de cine ibeoramericano, ha querido apostar en su 26 edición -que se celebrará del 10 al 18 de noviembre- por los filmes de habla portuguesa. Procedentes de Portugal, competirán los últimos trabajos de Manoel de Oliveira (Palabra y utopía) y Joao Pedro Rodrigues (O fantasma), mientras que de tierras cariocas entrarán en liza por el Colón de Oro -con mayor dotación que nunca- filmes de Ruy Guerra (Estorbo) y Zelito Viana (Villa-lobos). Además, la ópera prima de María de Medeiros inaugurará el certamen este viernes. La actriz y directora explica a EL CULTURAL la situación del cine portugués y reflexiona sobre Capitanes de abril.

La ópera prima de María de Medeiros, Capitanes de abril, es quizá el mejor ejemplo del tipo de cine que el Festival de Huelva viene apoyando desde hace un cuarto de siglo. Además de cumplir sobradamente su condición de "producto exportable" -su directora es una actriz de fama internacional, que ha trabajado con cineastas como Philip Kaufman, Quentin Tarantino o Gonzalo Suárez-, se trata de una coproducción entre cuatro países del entorno iberoamericano (Portugal, Francia, España e Italia), y además aborda una temática centrada en la historia más reciente del entorno latino.

De Medeiros, que participa en el festival como miembro del Jurado, centra su filme en el relato de las 24 horas que duró el levantamiento militar pacifista protagonizado por las tropas lisboetas en la noche del 25 de abril de 1974 para derrocar el régimen de Salazar e instaurar la democracia, y que recibió el nombre de la Revolución de los Claveles. No cabe duda de que este filme, protagonizado por Stefano Accorsi, Joaquin de Almeida, Fele Martínez y la propia María de Medeiros, será la sorpresa más esperada por los 50.000 espectadores que llenarán las ocho salas del festival desde el viernes hasta el 18 de noviembre.

Un proyecto vital

-La mayoría de las óperas prima tienen bajo presupuesto y un carácter muy intimista. ¿Cómo se decidió a realizar un filme histórico con estética de superproducción?
-Creo que en el fondo, a pesar del tema, la película tiene mucho de ópera prima, en el sentido de que fue una necesidad vital para mí llegar a realizarla. La Revolución de los Claveles la viví con apenas nueve años, y el impacto que dejó en mi fue muy intenso, así que el filme tiene que ver con mis afectos de la infancia, mis recuerdos... Partí de la base de contar cosas muy íntimas, y todo lo épico se añade a la historia. Me di cuenta de que había sido una suerte increíble para mí asistir a ese período histórico.

-Quizá el germen del filme está en sus recuerdos, pero se adivina un importante trabajo de recreación histórica apoyado en mucha documentación, ¿no es así?
-Mi madre era periodista política y tenía acceso a las personas que protagonizaron el levantamiento. Yo conocí a muchos de esos hombres, los había visto de niña y rememoré todo lo que había quedado de esa época. Empecé leyendo algunos textos del auténtico capitán Maia, el protagonista de Capitanes de abril, en los que principalmente hablaba de su experiencia en la guerra colonial. Pero también encontré fragmentos en los que describía con gran precisión cómo sucedieron los hechos revolucionarios. Son unos documentos muy valiosos desde el punto de vista histórico, con una ironía y comicidad sobre la precariedad con que se hizo la revolución muy bien descrita. Además, en el texto hallé muchas referencias al cine bélico. Leí todo lo que habían escrito los capitanes que participaron, y me di cuenta de que tenían características muy similares, especialmente por su visión cinematográfica de los hechos -se consideraban héroes- y por el tono comedidamente cómico, que he tratado de reflejar en el filme. Más tarde contacté con los protagonistas de la historia, para ser lo más fiel posible a su perspectiva. Cuando se habla de la revolución portuguesa, todo el mundo tiene su propia versión, y hay algo muy subjetivo al tratarse de un acontecimiento tan reciente. Pero yo tuve claro que quería mantener la visión de los capitanes.

-Para la escritura del guión contó con la ayuda de la guionista Eve Deboise, ¿cómo se concretó esta colaboración?
-Aunque sí tenía experiencia como realizadora en cortos y mediometrajes, mi experiencia como guionista era prácticamente nula. Así que llegó un momento en el que me sentí muy sola manejando tanto material. Por este motivo conté con la ayuda de Eve, para darle forma al guión y que ella aportara la experiencia que a mí me faltaba.

-¿Cómo han sido las reacciones en Portugal después del estreno?
-Yo sabía que al tratar un periodo de la historia tan reciente, el filme iba a levantar cierta polémica, pero no imaginé que fuera tanta. Las reacciones fueron muy curiosas. Por una parte, los historiadores y periodistas políticos defendieron la película, mientras que los críticos de cine y los sectores de la extrema derecha criticaron mi labor alegando que, debido a mi edad, no tenía derecho a hablar de ese capítulo de la historia, porque no lo había vivido con una edad madura. También me di cuenta de que, en general, la gente ignoraba muchos elementos importantes de lo que realmente ocurrió.

-A pesar de hacer referencia a unos hechos muy concretos acaecidos en su país, usted defiende el carácter universal de la historia...
-Este levantamiento militar tuvo algo tan especial y tan moderno, en el sentido de pacifista, que me resultó muy interesante contarlo como un ejemplo para el mundo. En el planeta se vivía una situación de Guerra Fría, pero este golpe de Estado sorprendió a todos porque se hizo con gran pureza, desde una convicción ética contra la guerra y sin ideologías de por medio. De hecho, después del levantamiento, muchos de los militares implicados buscaron a los intelectuales para adjetivizar políticamente lo que habían hecho, porque realmente no tenían muy claras las repercusiones. La prueba está en que depositaron el poder en el pueblo, en lugar de quedárselo, como suele ocurrir con los golpes de Estado.

En su vigesimosexta edición, el certamen de Huelva apuesta en su sección oficial por el cine de habla portuguesa, tanto el producido en Portugal como en Brasil. Entre ambos países presentan cuatro películas de las trece llamadas a competir por el Colón de Oro (que este año ha aumentado su valor a los cinco millones de pesetas), dirigidas por cineastas tan distintos como los portugueses Manoel de Oliveira y Joao Pedro Rodrigues, y los brasileños Ruy Guerra y Zelito Viana.

-¿Qué opina de la situación actual del cine portugués?
-Principalmente, la cinematografía portuguesa es una cinematografía sobreviviente, que se hace desde la resistencia. A pesar de las dificultades financieras y de la escasez de medios, sigue haciendo un cine muy creativo, que trata de compensar la falta de medios con las dosis de creatividad. Durante muchos años ha sido un cine que ha obedecido a patrones estéticos bastante reconocibles, pero ahora se está diversificando, y se abren nuevos caminos y posibilidades.

-¿Cree que la "selección portuguesa" realizada por el Festival de Huelva es representativa de esta diversificación?
-Sin duda alguna. Siento una gran admiración por Oliveira. Creo que es un creador único dentro del cine, y a mis ojos posee el elixir de la juventud, a pesar de su edad. Su cine busca constantemente nuevas formas de expresión, y resulta sorprendente que con 92 años siga experimentando. Por otra parte, Joao Pedro Rodrigues es muy joven y provocador, por lo que resultará interesante tener esos dos puntos de vista (además del mío) como baluartes del cine portugués actual: la provocación de la juventud frente al modernismo de un veterano. Sin duda, creo que ha sido una selección muy acertada.

Lejos de Hollywood

-Seguramente fue la escasa financiación que pudo conseguir en Portugal el motivo por el que Capitanes de Abril sea una coproducción a cuatro bandas.
-Para mí fue muy importante que participaran otros países, pero no sólo por motivos económicos. Una producción de 4 millones de dólares (800 millones de pesetas) exige la entrada de otros productores, pero a mí me pareció perfecto, porque ese espíritu universal que quería transmitir en la película, estuvo muy presente durante el rodaje.

-Su evolución como actriz la ha llevado de Portugal a Hollywood, ¿ocurrirá lo mismo en su evolución como directora?
-Francamente, no tengo ningún interés especial por dirigir en Hollywood. Antes me gustaría dirigir en muchos otros lugares del mundo, sobre todo por la importancia que le doy a la lengua. Me siento más cómoda rodando en portugués o español que en inglés. Creo que es así porque mi mayor referencia la encuentro en la literatura, y yo devoro literatura hispana.

-¿Con qué referencias contó para realizar Capitanes de abril?
-No demasiadas. Fueron sobre todo cinematográficas, aunque en Portugal no se había realizado ningún filme de ficción que tratara el tema directamente. Del poco material que encontré, rescataría un largometraje documental titulado El buen pueblo portugués, que me sirvió de gran ayuda.

-¿Cómo ha sido la experiencia de dirigirse a sí misma?
-Mi idea inicial fue la de no participar como actriz en la película. En un filme con tanto protagonista masculino, tenía ganas de filmar rostros femeninos que no fueran el mío. Sin embargo, por necesidades de coproducción terminé interpretando el papel. Ahora, lógicamente, me alegro de haberlo hecho, porque creo que es un personaje muy apetecible para cualquier actriz.

-La presencia del cine iberoamericano en Europa es todavía muy pobre. ¿Qué medidas cree que podrían tomarse para incrementar su penetración en los mercados?
-Creo que queda mucho por hacer en la rama de la distribución. Sólo los productos norteamericanos tienen una distribución universal, y ni siquiera entre los propios países del entorno latino hay intercambio de productos. Me resulta todavía increíble que en España no se estrenen películas portuguesas y viceversa. Lo lógico sería que las películas conquistaran su mercado natural, que no es otro que el de su propia lengua y sus orígenes culturales e históricos. He estado recientemente en Lima asistiendo a un festival de cine iberoamericano, parecido al de Huelva, y me he encontrado con películas interesantísimas, que por su calidad e importancia deberían tener un hueco no sólo en Europa sino en Estados Unidos. Creo que el problema principal reside en la distribución, porque se ruedan historias muy exportables.

EL CINE IBEROAMERICANO A CONCURSO

br>

La propuesta del Festival de Huelva sigue, un año más, intacta. Y no es otra que servir de puente entre el cine iberoamericano y el europeo. Este año, la gran apuesta es el cine portugués y brasileño. De las trece películas que conforman la sección oficial, cuatro son de habla portuguesa.

br>

Palabra y utopía, de Manoel de Oliveira. Para algunos es el mejor cineasta europeo. A modo de ficción, el director portugués evoca la vida y drama del padre Antonio Vieira (1608-1687). El filme, una reconstrucción biográfica del personaje desde la cuna a la sepultura, está protagonizado por Lima Duerte, Luis Miguel Cintra, Ricardo Trepa y Leonor Silveira.

br>

O fantasma, de Joao Pedro Rodrigues. Esta ópera prima está llamada a remover los lenguajes esteoreotipados del cine. Ricardo Meneses da vida a un joven homosexual que protagoniza un viaje al infierno en una historia recalcitrante que el propio realizador define como su "particular indagación en la brutalidad del deseo".

br>

Estorbo, de Ruy Guerra. Considerado uno de los pioneros del "Cine Novo" brasileño de los años sesenta, Guerra presenta una obra basado en un texto del escritor Chico Buarque. El filme reproduce la pesadilla existencial de un vagabundo (interpretado por Jorge Perrugoría) que se siente perseguido por la ciudad, creando un argumento que se mueve en los territorios del suspense.

br>

Villa-lobos, de Zelito Viana. De tierras cariocas llega otro experimento cinematográfico de manos del veterano Viana. El filme cuenta la historia de un genio musical a través de los recuerdos que tiene durante su último concierto. El genial músico, que durante todo el filme se debate en los abismos que separan la locura de la genialidad, está interpretado por Antonio Fagundes.

br>

Los días de la vida, de Francisco D’Intino. Producción argentina y tercer largometraje del autor de El cóndor de oro (1985). El filme narra la reconciliación de una familia desunida, al tiempo que ofrece su peculiar punto de vista sobre los conflictos de identidad que sufre un joven consumidor de alcohol y marihuana.

br>

Una noche con Sabrina Love, de Alejandro Argesti. Comedia y reflexión a través de una producción argentina centrada en la aventura de un joven de diecisiete años que ha ganado en un sorteo la posibilidad de pasar una noche con la actriz porno del momento, Sabrina Love, interpretada por Cecilia Roth.

br>

Las aventuras de Dios, de Eliseo Subiela. El director argentino sorprende con un guión propio que se enmarca dentro del thriller metafísico, y que cuenta en su reparto con Pasta Dioguardi y Flor Sebalella.

br>

Ciudad de M., de Felipe Degregorri. Procedente de la factoría cinematográfica peruana, Degregori rueda con originalidad y mirada moral el descenso de un joven de clase humilde a la violencia callejera y al turbio negocio del tráfico de drogas.

br>

Coronación, de Silvio Calozzi. Desde Chile hasta Huelva viajará este filme intimista sobre el derrumbamiento psicológico de un hombre de 58 años, último heredero de una familia acaudalada.

br>

En un claroscuro de la luna, de Sergio Olhovich. México estará representada por esta película, el último largometraje de Olhovich después de cinco años de silencio. Se trata de una historia de altura épica, que investiga en las raíces del amor y de la guerra.

br>

La toma de la embajada, de Ciro Durán. Colombia acude con un trabajo que reconstruye los hechos acaecidos durante el mayor secuestro de diplomáticos del que se tiene noticia, ocurrido en Bogotá en febrero de 1980.

br>

Oro diablo, de José Ramón Nova. El cine venezolano presenta como estandarte de su cinematografía una coproducción hispano- venezolana que combina elementos sobre la degradación infantil y la masacre del medio ambiente para construir un fresco del odio y la venganza.

br>

Terca vida, de Fernando Huertas. Se trata de la única producción absolutamente española a concurso, y es el segundo largometraje de Fernando Huertas. Interpretada por Santiago Ramos, Manuel Alexandre, Luisa Martín y Encarna Paso, el filme desciende a la cotidianidad de unos supervivientes en el Madrid actual.