Image: Directores en la recámara

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Cine

Directores en la recámara

El actor Billy Bob Thorton estrena su segundo filme

21 marzo, 2001 01:00

Billy Bob Thorton ha dirigido su segundo filme, el western Todos los caballos bellos, basado en la novela de Corman McCarthy y que llega este viernes a nuestras salas. Protagonizado por Matt Damon y Penélope Cruz, el actor norteamericano quiere salir de su encasillamiento como intérprete y obtener el reconocimiento internacional tmbién como guionista y director. Una batalla vocacional y de poder de influencia que han desempeñado varios actores a lo largo de sus carreras desde los inicios del cine, y que actualmente se da con más frecuencia que nunca. Pronto llegarán a España el debut de Ed Harris (Pollock) y la tercera película de Sean Pean (The pledge). Desde Raoul Walsh a Clint Eastwood, pasando por Warren Beatty, Kevin Costner o Robert Redford, EL CULTURAL repasa los principales actores que también se han ganado el título de directores, tanto extranjeros como españoles.

No resulta insignificante la nómina de actores que en determinadas etapas de su carrera profesional han preferido escapar de la mirada de la cámara poniéndose detrás de ella. Al contrario. Desde los albores de la cinematografía viene siendo una evolución muy lógica en las estrellas, siempre en aras de obtener mayor poder dentro de la industria. En equivalencia con su nivel de popularidad, empiezan eligiendo guiones y directores para los que trabajar, más tarde exigen cobrar porcentajes de beneficios y después ellos mismos se convierten en cineastas. A veces para dar salida a una vocación oculta, otras para colocar a la familia y los colegas en el reparto y en un buen número de casos como simple reclamo publicitario (luego ya se encarga el director de fotografía de que el resultado sea decente). Muchos actores del cine mudo dieron el salto a la dirección después de varios años realizando las dos cosas a la vez, como Victor Sjüstrom, Henry King, Raoul Walsh, Douglas Fairbanks, Paul Wegener o Ernest Lubitsh. La lista es tan larga que sólo podemos dar cuenta de los actores/directores del cine actual.

El tiempo es siempre el mejor juez, y muchos de ellos han obtenido con el paso de los años mayores reconocimientos como cineastas que como intérpretes. Billy Bob Thorton parece ser consciente de ello. A pesar de que ha obtenido dos candidaturas para el Oscar como mejor actor, la única estatuilla que posee pertenece a la categoría del mejor guión adaptado, que recibió en 1996 por El otro lado de la vida, la primera película que protagonizó, escribió y dirigió. Cuatro años más tarde, y después de haber trabajado a las órdenes de cineastas como Oliver Stone, Sam Raimi, Jim Jarmush o Mike Nichols, el actor y director norteamericano ha dirigido su segunda película (que llega este viernes a nuestras pantallas), el western Todos los caballos bellos, basado en la novela de Corman McCarthy. Con Matt Damon y Penélope Cruz en los papeles protagonistas, Bob Thorton sólo figura en los créditos como director, de manera que confirma sus ambiciones cinéfilas, más interesadas en la dirección que en la actuación. De hecho, en estos momentos ya rueda su tercer filme, Daddy and Them.

Un mero trámite

En breve llegarán a nuestras pantallas dos filmes también dirigidos por populares estrellas de la industria hollywoodense, como son Sean Pean y Ed Harris. El primero, que ha declarado que dirigir películas es su "segunda afición preferida después de educar a sus hijos" y que contempla su condición de actor como un mero trámite para invertir su sueldo en proyectos personales (ha producido cinco largometrajes), ha estrenado recientemente en Estados Unidos su tercer filme, The Pledge, en el que un veterano detective interpretado por Jack Nicholson (otro actor que ha coqueteado con la dirección en cuatro ocasiones, aunque sin resultados reseñables) persigue a un asesino de menores. La película, que redunda en los elementos del psicothriller y el cine policíaco, ha sido recibida con frialdad por la crítica norteamericana, al igual que sus anteriores trabajos: The Indian Runner (1991) y The Crossing Guard (1995). Con más entusiasmo ha sido acogido el debut del polifacético Ed Harris, Pollock, un "biopic" del pintor abstracto expresionista Jackson Pollock en el que él mismo se encarga de dar vida al atormentado artista. Al principio, confiesa Harris, se aproximó al proyecto con la única intención de protagonizar el filme, pero a medida que su obsesión por el personaje fue aumentando, tomó las riendas de la dirección. Aunque detrás de la cámara ha mostrado apuntes de talento, consiguiendo una película muy sólida, el filme está nominado en la próxima edición de los Oscar del domingo en las categorías de mejor actor principal (Ed Harris) y mejor actriz de reparto (Marcia Gay Harden).

En los últimos meses han llegado a nuestras salas los últimos trabajos de Steve Buscemi, Tim Robbins y Robert Redford, tres grandes actores que han evolucionado profesionalmente hacia la dirección, dosificando cada vez más sus apariciones en pantalla, y que ocupan un puesto de preeminencia en los círculos del cine independiente. Steve Buscemi, actor fetiche de Quentin Tarantino y Joel Coen y uno de los intérpretes con más proyección del panorama cinematográfico actual, debutó en 1996 con Trees Lounge, un relato de perdedores con ecos carverianos que hizo una modesta taquilla y que él mismo escribió e interpretó. Con fines claramente más comerciales, dirigió el año pasado Animal Factory, donde compartió cartel con Willem Dafoe y Mickey Rourke en una interesante trama carcelaria.

Inteligencia y talento

Mejor carrera sin duda se ha labrado Tim Robbins, que con Ciudadano Bob Roberts (1992) ya dio fe de su concepción del cine como un arma arrojadiza contra las mentes represoras, una idea que ha desarrollado con inteligencia y talento en sus siguientes filmes: Pena de muerte -galardonada con un Oscar a Susan Sarandon, mientras que Tim Robbins fue nominado como mejor director- y Abajo el telón, un tapiz del teatro neoyorquino durante los años treinta que sirve como canal para una defensa a ultranza de la libertad de expresión.

De más a menos

Robert Redford, sin embargo, ha ido de más a menos en su carrera como cineasta. Su fulgurante debut con Gente corriente (1980) -que obtuvo cuatro Oscar, incluidos a mejor película y mejor director- le valió el reconocimiento internacional como sobresaliente realizador, pero puso el techo demasiado alto para posteriores trabajos suyos de gran factura, como El río de la vida (1992) y Quiz Show (1994). El fracaso desde todos los puntos de vista de sus dos últimos filmes, El hombre que susurraba a los caballos (1998) y La leyenda de Bagger Vance (2000), no le han servido más que para empañar su prestigio adquirido. Su compañero de faenas en los clásicos El golpe y Dos hombres y un destino, Paul Newman, también ha probado suerte en labores de dirección. Debutó en 1968 con Rachel, Rachel, donde quedó patente que había elegido el mal camino, pero el fracaso no le impidió dirigir otros cuatro filmes. El último de ellos, El zoo de cristal (1987), basada en la obra homónima de Tenesse Williams, echó por tierra la manida presunción de que con una buena historia es imposible hacer una mala película.

Al que mejor le han ido las cosas, sin duda, ha sido al discípulo de Sergio Leone y Don Siegel, a quienes Clint Eastwood dedicó su impagable Sin perdón. De las veintidós películas realizadas hasta la fecha por el actor que ha dado vida a los míticos Hombre sin nombre y Harry Callahan, no resulta alocado rescatar al menos cuatro obras maestras: El jinete pálido (1985), Bird (1988), Sin perdón (1992) y Los puentes de Madison (1995). En su vasta filmografía también se encuentran productos que ya nacieron con fecha de caducidad, como Breezy (1973) y Firefox (1982). En este sentido, el popularísimo John Wayne también es recordado como el hombre que en 1960 fue capaz de dirigir la magnífica El Alamo (1960) y ocho años después el panfleto militarista Boinas verdes (1968).
Adentrándose en los peligrosos caminos del western también inició Kevin Costner su andadura como realizador en 1991 con la en su momento muy sobrevalorada Bailando con lobos. Dos esplendorosos fracasos que casi lograron dejar en los huesos su saneada economía, Waterworld (1995) -en su momento la película más cara de la historia- y El cartero del espacio (1997), han frenado de momento sus ambiciones fordianas. El mejor debut, sin embargo, es manifiestamente el de Dennis Hopper, actor que proféticamente se dio a conocer bajo las órdenes de Nicholas Ray en Rebelde sin causa (1955), y que catorce años después escribió junto a Peter Fonda y dirigió la clásica Easy Rider, road movie que ha quedado como emblema del hippismo y con la que los dos chicos malos de la industria californiana golpearon de frente el establishment norteamericano. Con posterioridad ha dirigido otros seis largometrajes, de los que son destacables la profética Out of the Blue (1980) -donde la muerte del rock & roll ya anuncia la confusión cultural que planeó sobre los ochenta- y Colors (1988).

Contadores de historias

Seis años después de su puesta de largo bajo las órdenes de Elia Kazan (otro director proveniente de las tablas) en Esplendor en la hierba, el carismático Warren Beautty comenzó su carrera detrás de la cámara como productor de la modélica Bonnie y Clyde (1967), aunque su formación de cineasta alcanzó su cumbre en la engorrosa superproducción Rojos (1981), que escribió, produjo, protagonizó y dirigió. En 1990 también fue el motor de la complicada Dick Tracy, aunque para la ocasión delegó las competencias del guión a Jim Cash y Jack Epps. Su ex-mujer Diane Keaton estrenó el año pasado su cuarta película como directora, Colgadas, una carrera que inicio en 1987 con el extraño y olvidable documental Heaven. En su desafortunada labor de cineasta, sin embargo, sorprende encontrar su nombre en los créditos de dirección de uno de los capítulos de la magnífica serie Twin Peaks, de David Lynch. Otras actrices que no han querido abandonar su paso por la tierra sin la satisfacción de dirigir una película son Anjelica Houston -Bastard Out of Carolina (1996) y Agnes Browne (1999)- y Barbara Streisand -de cuyos tres trabajos sólo es estimable El príncipe de las mareas (1991)-.

En su condición de contadores de historias, el drama es el género preferido de los actores. Quizá porque nadie como ellos sabe lo difícil que es hacer reír. Aunque en la comedia no faltan llamativos ejemplos. Woody Allen es un caso aparte, ya que una y otra labor resultan inseparables (si bien en su etapa melodramática se mantuvo siempre en los márgenes del plano), al igual que ha ocurrido con los cómicos Fatty Arbuckle, Charles Chaplin, Buster Keaton, Harry Langdom, Jerry Lewis o Jaques Tati, que de forma sistemática dirigían y protagonizaban sus delirantes escenas.

Evoluciones paralelas

Tanto el shakesperiano Kenneth Branagh como el irregular Edward Burns han evolucionado como actores y directores de forma paralela, si bien el primero conserva unas raíces teatrales de las que carece el segundo. Sus primeras apariciones en pantalla corresponden a películas dirigidas por ellos mismos -Enrique V (1989) y Los hermanos McCullen (1995), respectivamente-, y ambos llevan un ritmo frenético como creadores: Brannagh ha rodado once películas en trece años, mientras que Burns ha dirigido cuatro filmes desde 1995. Ambos, sin duda, se han propuesto alejarse de cualquier tipo de encasillamiento. Algo que de momento no pueden evitar una serie de actores que se han acercado a la dirección con cautela como son: Johnny Depp -The Brave (1997)-, Mel Gibson -Braveheart (1995)-, John Malkovich -a punto de estrenar Pasos de baile-, Robert de Niro -Una historia del Bronx (1993)-, Gary Oldman -Los golpes de la vida (1997)-, Al Pacino -Buscando a Richard (1996) y Chinese Coffee (2000), Tim Roth -La zona oscura (1999)- o John Turturro -Mac (1992) e Iluminata (1998)-.

Esperemos que con el tiempo estos nombres no se pierdan en el piélago de actores que sólo se han sentado en la silla del director en una o dos ocasiones, como Marlon Brando, James Cagney, Alain Cuny, Martin Gabel, Lillian Gish, Steve Ihnat, Charles Laughton, Jack Lemmon, Barbara Loden, Peter Lorre, Walter Matthau, Jacques Nollot, Frank Sinatra o Jesse White. Lo que nadie puede reprocharles es que no hicieran películas de personajes.

Clint Eastwood (San Francisco, 1930) es un icono del cine norteamericano desde los años sesenta, una posición inmejorable que le permitió crear su propia productora: Malpaso Productions. Con ella ha financiado desde películas comerciales hasta ambiciosos proyectos personales. Su gran momento le llegó en la gala de los Oscar de 1993, cuando recibió cuatro estatuillas, incluidas a mejor dirección y película, por Sin perdón.

Tim Robbins (Nueva York, 1958) cofundó en sus años universitarios The Actors Gang,un grupo de teatro experimental de Los ángeles. Hasta mediados los años ochenta no dio el salto al cine. Se ganó el reconocimiento trabajando para Robert Altman en filmes como El jugador y Vidas cruzadas. Casado con la actriz Susan Sarandon, en 1992 debutó como director con Ciudadano Bob Roberts. Con Pena de muerte y Abajo el telón ha demostrado su talento.

La carrera de Dennis Hopper (Kansas, 1936) ha sido un proceso de automitificación desde su debut en Rebelde sin causa. Personaje controvertido en la industria californiana, se ganó la reputación de outsider con su primer filme como director, Easy Rider (1969). Dedicado también a la fotografía artística, ha dirigido otros seis filmes, entre ellos el genial Out of the Blue y Colors.

Procedente del mundo del teatro británico, Kenneth Branagh (Belfast, 1960) se ganó el reconocimiento internacional como estrella y director de Enrique V. Se casó en 1989 con Emma Thompson, de la que años más tarde se divorció. Considerado el director shakesperiano por excelencia ha llevado a la pantalla varias obras del vate de Stratsford, como Hamlet, Mucho ruido y pocas nueces, o Trabajos de amor perdidos.

Warren Beatty (Richmond, 1937) no esperó más que seis años desde su debut en la pantalla grande para dar el salto a la producción con Bonny & Clyde (1967). Políticamente activo, protagonizó dos filmes satíricos sobre la era Nixon, The Parallax View y Shampoo. Adquirió la condición de cineasta total en Rojos (1981), una historia de amor situada en los años de la revolución rusa que protagonizó junto a su ex mujer Diane Keaton. Nueve años después dirigió Dick Tracy.

Robert Redford (California, 1937) estudió diseño teatral en Nueva York. Su oportunidad como actor le llegó con Dos hombres y un destino (1969), junto a Paul Newman. Dirigió su primera y mejor película en 1980, Gente corriente,que le valió el Oscar al mejor director. Desde entonces nunca se ha superado. Son reseñables sus filmes El río de la vida (1992) y Quiz Show (1994).

Angelica Huston (California, 1950) se crió entre Irlanda y Londres, donde hizo su debut en un papel para la película Sinful Davey, de su padre John Huston. En Nueva York se labró una exitosa carrera como modelo, y volvió a la pantalla en 1970 con El honor de los Prizzi. Todavía considerada actriz antes que directora, ha realizado Bastard Out of Carolina (1996) y Agnes Browne (1999).

Kevin Costner (California, 1955) debutó en Silverado (1985) y se ganó la reputación trabajando para sendos filmes de Roger Donaldson, Ron Shelton Phil Alden Robinson. Su gran taquillazo llegó con su estreno como director en Bailando con lobos, que obtuvo siete Oscars. Su mejor actuación la logró en Un mundo perfecto, de Clint Eastwood. Ha dirigido los fracasos de taquilla Waterworld y El cartero del espacio.