Image: ..Hermano de sangre

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Cine

..Hermano de sangre

ESTRENO DE "BROTHER", EL FILME MÁS VIOLENTO DE TAKESHI KITANO

25 abril, 2001 02:00

El director, escritor y actor Takeshi Kitano en una escena de Brother

El cineasta japonés Takeshi Kitano (Sonatine, Hana-Bi) retoma la violencia de sus primeros trabajos y abandona el tono poético de sus obras más inmediatas en Brother, el filme con más dosis de violencia que ha rodado hasta el momento. Con su última película, una coproducción entre Japón y Estados Unidos, el controvertido director, guionista y actor nipón ha rodado por primera vez fuera de su país natal y traslada su mundo de yakuzas a la ciudad de Los ángeles.

Después de un bello y desconcertante cambio de registros, el que provocara con el mágico lirismo de Hana-Bi (1997) y el humor surrealista de El verano de Kikujiro (1999), Takeshi Kitano (Tokio, 1947) advierte que no quiere ser devorado por el sistema: "Si no tengo cuidado, quedaré atrapado por el establishment, así que con Brother he querido romper las expectativas y realizar un filme que nadie pensaba que yo haría en este momento". De este modo vuelve al universo de yakuzas retratado en Boiling Point (1990) y Sonatine (1993) y con el que se labró su reputada condición de outsider. Takeshi Kitano tira al monte, donde más cómodo se encuentra, ahora que ya ha conquistado a los directores de festivales carcomidos por la duda y demostrado que además de gore estilizado también sabe hacer poesía.

Como si fuera un engranaje más de un proceso fríamente calculado, Brother, que llega este viernes a nuestras salas, parece la lógica evolución de un cineasta que de modo inconsciente, desde sus inicios con Violent Cop (1989), está empeñado en demostrar que la milenaria tradición japonesa puede resplandecer por encima del film noir occidental y acaso alumbrar su camino. El cineasta nipón traspasa fronteras y, en un elocuente gesto de mestizaje cultural, introduce su mensaje de fraternidad japonesa en la meca del cine. Y lo hace con su última y corrosiva creación, donde los yakuza japoneses ¿conviven? con los gangs californianos, las bandas de chicanos y la mafia siciliana, un explosivo cóctel de vendettas, hermandad y violencia que tiene lugar en los barrios marginales de Los ángeles.

Seducido desde hace años por la idea de rodar una película en Estados Unidos, es la primera vez -aunque no la última, según ha anunciado- que Kitano rueda fuera de su país natal. ¿Tokio ya no nos quiere?, se preguntará. Y es que en su país de origen no está considerado, ni comercial ni críticamente, un director de prestigio. Los motivos son varios. A la mayoría le cuesta desprenderse de la imagen de actor cómico que se labró durante sus inicios de showman televisivo (formaba junto a Kiyoshi Kaneko el dúo cómico The Two Beats), y su protagonismo en una serie de escándalos que traspasan lo políticamente correcto (borracheras, devaneos amorosos, agresiones a periodistas, pasión enfermiza por el golf, etc.) no ayudan a "limpiar" su imagen.

Rodaje en América

"Considerando que la película iba a rodarse en América -explica Kitano- y que yo soy japonés con un dominio medio del inglés, claramente tenía que tratar sobre un tipo japonés que iba a América". Como no podía ser de otro modo, el tipo japonés es un despiadado, frío y calculador yakuza. Abandonado por su clan, Yamamoto (Beat Takeshi, su apodo como actor) viaja a Los ángeles en busca de su hermanastro menor Ken, quien resulta ser un traficante de poca monta. El yakuza descubre que con uno de los compañeros de Ken, el afroamericano Denny (Omar Epps), tuvo un enfrentamiento durante sus primeros días de estancia en la ciudad. Sin embargo, entre ellos se formará un vínculo inesperado que condensa todo el significado de la historia: la fraternidad a través del honor puede romper fronteras y trascender razas y culturas. Acostumbrado a quitarse de en medio a cualquiera que obstaculice su camino (¿hacia qué destino?), Yamamoto -o Aniki, hermano en japonés, como le llaman sus nuevos compañeros- decide mostrar al grupo los métodos yakuza para tomar el control de los bajos fondos de la ciudad. Pronto, el código kamikaze del honor choca frontalmente con las mentes criminales americanas.
De este modo, Kitano realiza por primera vez en su filmografía un análisis que coloca frente a frente la tradición fundamentalista nipona y el pragmatismo criminal estadounidense. "Aunque existen algunas películas de gángsters modernas -opina el cineasta nipón-, las típicas que vemos recientemente, con todos esos coches que explotan, simplemente me repelen. En Japón existe una tradición de películas sobre gángsters yakuza, así que decidí hacer la película de tal forma que pudiera adaptar ese concepto a su establecimiento en América".

Evidentemente, el establecimiento debe pasar por la eliminación. Con este punto de partida el filme deviene en una morgue de cadáveres indefinidos, que se resiente en el guión, quizá premeditamente enrevesado durante la parte central del metraje para que el espectador sólo recuerde el ruido y la furia de los tiroteos, el cántico de un filme que respira tragedia por cada uno de sus poros.

Concisión y elocuencia

Entre la sorna y la sangre, sin concesiones al ornamento, con la mirada concisa y elocuente, el minimalista Takeshi Kitano se desprende de la carga lírica de sus dos anteriores filmes, y toda la pólvora poética y amorosa de Hana-Bi se reduce en Brother a las melancólicas partituras de Joe Hisaishi (compositor japonés cuya música es parte integral del trabajo de Kitano), y a un humor ingenuo, antiético, sin origen argumentable (quien se pregunte de qué se ríe no hallará respuestas). Los momentos de violencia aparecen inesperadamente y se resuelven en apenas tres meticulosos y brevísimos planos. No hacen falta más. "La violencia es como la comedia; se produce de repente, sin aviso", concluye el multidisciplinar artista japonés, que reconoce la influencia que ejerció sobre él unas imágenes de televisión durante la guerra de Vietnam en las que un vietcong es ejecutado de un disparo en la sien: "No había movimiento. Era el acto puro frente a la cámara", describe Kitano. Del mismo modo, en Brother la violencia ofrece sus rostros sin máscara, con la misma inmediatez y efectividad de los mecanismos automáticos. Agazapada en las dos primeras bobinas, la espiral de sangre luego se manifiesta sin concesiones. No sólo con tiroteos, también con decapitaciones, mutilación de dedos, infinidad de golpes bajos y sangrientas extracciones de ojos. Una violencia, sin embargo, que siempre queda retratada como la respuesta a un destino marcado. "Quien conoce su destino no teme lo peor", reza un mensaje promocional enraizado en el corazón de la leyenda samurai. Yamamoto es tan consciente de su final como los espectadores.

Frente al destino

En este aspecto, Kitano redunda en una constante a lo largo de toda su filmografía: la soledad del perdedor frente a su destino, expresada desde el primer plano del filme, en el que un Beat Takeshi posa con la mirada perdida, solo, en un rincón de la ciudad, esperando. Como argumento para prorrogar una existencia vaciada de futuro, sin atisbos de esperanza, el personaje resuelve su itinerario existencial rodeándose de alguien a quien proteger, en este caso de su compañero Denny (en filmes anteriores de su mujer, de su hermana, de un niño indefenso...). También el mar, espacio recurrente en su obra , es retratado en Brother como un escenario de diversión y muerte.

Elementos todos ellos que hacen pensar, al contrario de los que puedan hallar en Brother un paso atrás en su obra, que el controvertido cineasta nipón, como sus alter egos cinematográficos, sabe hacia dónde camina y por qué. Conoce su destino (fílmico). Su hábitat natural, ya lo ha demostrado, es la polémica. Y recientemente no sólo ha hecho gala de ello con Brother, sino protagonizando el filme Battle Royale, de su colega Kinji Fukasaku, el mismo realizador de clásicos film noir orientales que rechazó dirigir Violent Cop y que permitió a Kitano perpetrar su ópera prima "sin tener ni idea de cómo rodar un filme y sin haber visto muchas películas". En Battle Royale (película que el Gobierno japonés exigió que no se exhibiera por su violencia), Beat Takeshi, que utiliza su propio apellido para el personaje, encarna a un profesor que invita a sus alumnos a matarse entre sí. "Se trata de un divertimento no más violento que muchos videojuegos producidos por nuestras empresas", afirma Kitano. A ver quién le quita la razón.