El cine austral se desata
Estrenos de En la puta vida y Todas las azafatas van al cielo
27 marzo, 2002 01:00Mariana Santiangelo en En la puta vida.
Dos comedias procedentes de Uruguay y Argentina vienen a confirmar, a pesar de las crisis, el óptimo estado de salud del cine latinoamericano. La debutante Beatriz Flores Silva estrena hoy En la puta vida, un cautivador relato en clave de comedia sobre las redes de prostitución mundiales. Por su parte, el argentino Daniel Burman (Esperando al Mesías) estrena la semana próxima Todas las azafatas van al cielo, felizmente protagonizada por Ingrid Rubio y Alfredo Casero.
El caso de la bella actriz de origen argentino Mariana Santangelo viene a confirmar la flexibilidad de los acentos. En el filme de la debutante Beatriz Flores Silva, En la puta vida, interpreta a una joven de Montevideo persiguiendo el sueño de montar una peluquería de alto standing en el centro de la capital. La película, que fue la candidata oficial de Uruguay para entrar en la terna de los Oscar, ha restituido la vida de la industria cinematográfica uruguaya. No sólo porque se convirtió en un éxito instantáneo desde el día que ocupó las carteleras de su país -superando el récord de taquilla que ostentaba ni más ni menos que Titanic-, sino por el fuerte impulso que le ha dado a la minúscula y limitada cinematografía nacional.
Basándose en un hecho real que sacudió a la prensa uruguaya en 1992, y que la periodista María Urruzola recogió en el libro El huevo de la serpiente, Flores Silva relata el descubrimiento de una organizada red de traficantes uruguayos que explota en condiciones de esclavitud a mujeres forzadas a ejercer la prostitución. La distinción en esta tragedia la aporta la fresca mirada de la cineasta debutante, que huye del tono de denuncia para presentar el descenso a los infiernos de Elisa -joven de 29 años y madre de dos niños- en sorprendente clave de comedia
Un cuento de hadas
En la puta vida es un filme de clara proyección internacional -gran parte de la acción transcurre en Barcelona- en el que conviven actores uruguayos, argentinos y españoles, y que su autora define a las claras como "un espejo de la sociedad moderna". El humor grotesco de ciertas situaciones -los favores sexuales en la cocina, la discusión de los clientes en el corral del burdel-y la heroica ternura del personaje protagonista -interpretado por Mariana Santangelo con calor teatral- apelan a los sueños de la ficción y obvian las formas del realismo y el documental para conducir la historia por las convenciones de un cuento de hadas: un arranque mágico, la aparición del amor, viajes, crímenes, pesadillas siniestras y un final a la altura del personaje.
No menos complaciente con la realidad se muestra el cineasta argentino Daniel Burman en Todas las azafatas van al cielo, que después de su paso por la sección Panorama del pasado Festival de Berlín llegará a las salas españolas el próximo 5 de abril. La española Ingrid Rubio, que por alguna extraña razón no encuentra su papel explosivo en la industria española -lo de Visionarios fue un espejismo-, entra con pleno derecho en la cinematografía argentina, mediante una trabajada y convincente imitación del acento, en esta comedia introspectiva sobre el poder curativo del amor.
A su lado, un contenido Alfredo Casero en el papel de Julián, joven médico y flamante viudo de mirada triste que viaja a la ciudad más austral del mundo, Ushuaia, para arrojar las cenizas de su mujer al lugar donde se conocieron. En el vuelo conocerá a Teresa (Ingrid Rubio), azafata que usa su profesión de cohartada para huir de sus compromisos sentimentales. El autor de la notable Esperando al Mesías se sirve de una estructura totalmente simétrica, repetitiva de escenarios y sensaciones, para relatar el proceso de enamoramiento, separación y reencuentro de dos amantes dislocados, al borde del suicidio. Sobre el concepto de soledad, Burman construye una larga sucesión de secuencias introspectivas, mudas, de un solo actor en plano (él o ella), puntuadas por la música original de Víctor Reyes.