Image: Sobre la pista de Jesús Galíndez

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Cine

Sobre la pista de Jesús Galíndez

Gerardo Herrero y Vázquez Montalbán recuperan la ética de la resistencia

11 septiembre, 2003 02:00

G. Herrero y M. Vázquez Montalbán. Foto: M.R.

El caso Galíndez es un caso abierto. Político vasco, agente de Trujillo, representante del PNV en en el exilio y posible colaborador del FBI que desapareció sin dejar rastro a mediados de los años cincuenta. Manuel Vázquez Montalbán reconstruyó su misteriosa vida hace trece años en la novela Galíndez. Ahora, el cineasta Gerardo Herrero ha convertido el texto en imágenes, con Harvey Keitel al frente del reparto, y se presentará fuera de concurso en el Festival de San Sebastián. Ambos creadores nos explican las claves del filme y del personaje.

El cine político no goza de una gran tradición en la cinematografía española, pero Gerardo Herrero, con la complicidad de Manuel Vázquez Montalbán, está dispuesto a cambiarlo. A partir de la novela Galíndez (1990) del escritor catalán, el productor y director ha finalizado El misterio Galíndez, un proyecto que empezó a gestar hace cinco años como productor y que finalmente también ha dirigido. Tras conseguir la participación financiera de seis países, un reparto internacional encabezado por Harvey Keitel, Saffron Burrows y Eduard Fernández y después de un complicado rodaje realizado en diversos idiomas y formatos que ha recalado en España, Canadá y Cuba, el filme se presentará en el Festival de San Sebastián fuera de concurso. "Me parece un alarde de producción a la medida del propósito -sostiene Vázquez Montalbán-: excelentes actores y una estrategia narrativa acertada".

El noveno largometraje de Herrero, cineasta especializado en adaptaciones literarias (Frontera Sur, Territorio comanche), se centra en la figura de Jesús Galíndez, abogado y militante vasco que tras la derrota de la República española se exilió en Santo Domingo, donde ocupó cargos oficiales en la dictadura de Trujillo. En 1946 se trasladó a Nueva York para dar clases en la Universidad de Columbia y representar al PNV en el exilio. Poco después de escribir una tesis sobre las dictaduras latinoamericanas centrada en la figura de Trujillo, que tuvo gran repercusión por toda América, fue secuestrado. Nunca más se supo de él ni se halló su cadáver. Una compleja trama política que todavía no está resuelta, y en la que se involucraron el FBI, la CIA y los gobiernos dictatoriales de Franco y Trujillo.

El efecto Zelig
Con estos elementos históricos rescatados de la realidad, que Vázquez Montalbán noveló hace 13 años en un intento por desenmascarar el pasado, Gerardo Herrero encontró la historia que estaba buscando. "Me interesó porque trata de la memoria y el presente, de la necesidad de poner límites a los poderes del Estado y de buscar la verdad caiga quien caiga. Sobre todo, nos advierte de la necesidad de denunciar toda injustica histórica". Pero no es un relato estrictamente histórico el material de la novela y, por consiguiente, de la película. "En la novela traté de buscar lo que llamaría el efecto Zelig, como en la película de Woody Allen, es decir, alcanzar un nivel en el que lo real pueda parecer ficción y la ficción pueda parecer real", sostiene el creador de Pepe Carvalho. Parcialmente real y parcialmente ficción, El misterio Galíndez introduce el punto de vista de la estudiante Muriel, que trabaja en una tesis sobre la ética de la resistencia centrada en Galíndez. Una tesis que pronto traspasa el lado académico para entrar en las pantanosas aguas del terreno político. "Muriel, nuestra protagonista, busca la verdad y nosotros la descubrimos con ella -explica Herrero-. Se trata de completar el puzzle de la investigación, y considero muy adecuado que esta investigación la realice una historiadora norteamericana, que además de sentirse disconforme con la noción imperialista de su país, tiene un punto importante de ingenuidad que no cree del todo en la maldad del ser humano".

El autor de Malena es un nombre de tango halló en el género del thriller político, aunque sin concesiones al suspense, el cauce más apropiado para condensar una novela que se sirve de procedimientos narrativos muy diversos, desde el monólogo en segunda y tercera personas a informes diplomáticos, artículos de prensa o declaraciones oficiales. "Yo nunca lo consideré un thriller aunque tenga elementos del género -afirma Vázquez Montalbán-. Para mí trataba de ofrecer un conflicto ético perteneciente a la especial cultura de la resistencia generada por la guerra civil y la sucia postguerra controlada por el franquismo". Frente a una fuente literaria tan complicada, Herrero recurrió al guionista Rafael Azcona para que realizara un tratamiento de la historia, mientras que Luis Marías y ángeles González-Sinde se encargaron durante cinco años de realizar varias reescrituras del guión. Siguiendo un consejo que le dio Juan Marsé en 1975, Vázquez Montalbán siempre se ha mantenido al margen de los proyectos cinematográficos en torno a sus novelas, y El misterio Galíndez no ha sido una excepción. Si bien, siguió el proceso muy de cerca: "Me he limitado a seguir la larguísima lista de guiones previos a la entrada de Herrero en el asunto. La verdad es que hay proyectos cinematográficos sobre mi novela desde hace más de diez años", explica el autor.

El papel de Azcona
"Yo conocía el cine de Gerardo Herrero y lo valoro especialmente por la película que realizó a partir de una novela de Belén Gopegui (Las razones de mis amigos) -añade el escritor-. Para mí fue muy interesante el papel cumplido por Azcona, al menos por la confianza que me dio verle metido en este lío. Hizo un tratamiento magnífico que tranquiliza al escritor y deja en manos del realizador la responsabilidad de encontrar su propio código. La última versión, con la intervención de Luis Marías y González-Sinde, me pareció muy buena". Después de ver frustadas en varias ocasiones sus esperanzas de que algún trabajo cinematográfico captara fielmente el espíritu de alguno de sus textos literarios, parece ser que el resultado del filme, que ya ha visto dos veces, cumple en esta ocasión sus mejores expectativas: "Creo que Herrero ha hecho un excelente trabajo", asegura.

Convencido además de que en la traslación del texto a la pantalla "no se trata de renunciar a nada, sino de asumir que el lenguaje es diferente", Vázquez Montalbán confió en Gerardo Herrero precisamente por su experiencia en adaptaciones literarias (ha llevado al cine textos de, entre otros, Almudena Grandes, Belén Gopegui, Arturo Pérez-Reverte o Carlos Franz) y por la obsesión del cineasta desde que leyó Galíndez. "Hacer esta película era un deseo de muchos años -sostiene Herrero-. Primero me enteré de que los derechos de la novela ya estaban vendidos, pero dos años después me llamaron para decirme que estaban libres de nuevo. Me pareció un proyecto muy grande y no me decidí a dirigir la película hasta que me sentí capacitado para ello".

Tres niveles narrativos
Añade Vázquez Montalbán que "el gran problema de las versiones es hallar o no un código audiovisual capaz de transmitir lo que ha conseguido el literario", máxime cuando la trama de Galíndez maneja tres niveles narrativos distintos: el de la investigadora Muriel, la reconstrucción del secuestro y desaparición de Galíndez y, en un tercer y oscuro plano, la relación de los poderes en la sombra, que definitivamente acabaron con Galíndez y en la ficción se proponen acabar con Muriel. Armado el rompecabezas, predomina una idea, como concluye Vázquez Montalbán: "Evidentemente de la lectura de la película se desprende una reflexión sobre la cultura de la resistencia, siempre necesaria para evitar caer en la alienación de lo políticamente correcto, fórmula contemporánea para denominar la tentación de la claudición ante el poder y su principal instrumento. Hoy ese instrumento es el mercado y la filosofía economicista".

Un personaje contradictorio
Arquetipo del romántico exiliado, traidor, intelectual, colaborador de Trujilo, agente del FBI, representante del PNV... Galíndez fue un personaje muy contradictorio. Gerardo Herrero especula sobre la posiblidad de que "todavía viva bajo un nombre falso", y añade que lo más respetable del personaje es que "murió por sus ideas, aunque delató a muchos izquierdistas debido a su obsesión por conseguir una Euskadi libre". Según Vázquez Montalbán, "Galíndez es un héroe incómodo por las especiales circunstancias de su colaboración con los servicios secretos norteamericanos". Un personaje lleno de matices que, en cualquier caso, "es tan contradictorio y apasionante, que resulta inevitable plantearse hacer una película", concluye Herrero.