Image: Festival de Gijón

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Cine

Festival de Gijón

Campo de pruebas

20 noviembre, 2003 01:00

Imagen de Fifteen (Singapur), de Royston Tan

Última cita de otoño, el Festival Internacional de Cine de Gijón alcanza el 20 de noviembre su 41 edición fiel a su palabra: cine joven, personal, vitalista y con vocación regeneradora. El Cultural repasa los quince largometrajes que competirán en la Sección Oficial a lo largo de los próximos diez días. Procedentes de once países distintos, la gran ausencia será el cine español, que sin embargo protagoniza la sección temática "Nuevos Cines".

Aquellos en busca de propuestas jóvenes y audaces y de distribución minoritaria, de caras desconocidas y discursos renovadores, de películas que cuentan con la dudosa y elogiable virtud de avanzar a contracorriente del mercado, no pueden faltar a su cita anual con el Festival Internacional de Cine de Gijón, que admirablemente se mantiene fiel a su rigor selectivo. Sus organizadores lo definen como "el punto de encuentro para el cine más joven, donde confluyen cineastas heterodoxos, aficionados con inquietudes por conocer las últimas tendencias y estudiosos de los movimientos de renovación del lenguaje cinematográfico". Los quince largometrajes a competición dan fe de ello.

Inaugura la sección la joya freak de la temporada, American Splendor (Shari Springer Berman / Robert Pulcini), avalada con premios en Sundance y Cannes, neurótico biopic del compulsivo coleccionista de cómics Harve Pekar, raro entre los raros de América. Tierra de mentes divergentes y castigadas, Estados Unidos compite con otros tres filmes de voluntad rupturista: Thirteen (Catherine Hardwicke), ópera prima afiliada al incómodo sindicato de Todd Solondtz; Laurel Canyon (Lisa Cholodenko), donde Frances McDormand suplanta a una productora musical enfrentada a la mojigatería de su hijo, y Party Monster (Fenton Bailey / Randi Barbato), con un Macauly Culkin resucitado para la causa homófila y compartiendo plano con otros malditos como Chloë Sevigny y Marylin Manson, que ejercen de crápulas en las salvajes noches neoyorquinas.

Cineastas versus estrellas
El niño ya crecido de Solo en casa será uno de los pocos rostros conocidos convocados en las pantallas del certamen, y es que Gijón siempre ha huido del fulgor de las estrellas como anzuelo mediático. Los protagonistas son los cineastas, nombres sin prensa como Andrey Zvyaginstev, que acude con el filme ruso candidato a la nominación al Oscar para la Mejor Película Extranjera, The Return. Islandia hace lo propio con su propuesta a la Academia de Hollywood, Nói Albinói, con la que Nagur Kári consigue que Kaurismaki, Jarmush y Homer Simpson convivan sin molestarse.

Premiado ya en Gijón por su largometraje 23, el alemán hans Christian Schmid vuelve a la ciudad asturiana cinco años después con Lichter, relato coral y escalofriante sobre el malvivir de un grupo de emigrantes en Alemanía, que recogió el premio de la Crítica en la última edición de Berlín. No será la única película a competición premiada en un gran festival. Es más, la mayoría de los largometrajes participantes cuentan con el aval de certamenes de calado internacional, como la otra película alemana que estará presente, Schultze gets the blues, premio Especial al Mejor Director (Michael Schorr) en Venecia por este retrato cómico de un vitalista rebelde de la tercera edad. El filme iraní Abjad también fue premiado en el festival italiano y participará en la sección oficial como único largometraje fuera de competición. Su director, Abolfazl Jalili, representa la voz más crítica del póquer de cineastas iraníes que completan Abbas Kiarostami, Majid Majidi y Mosen Makhmalbaf.

Sin cine español
A falta de participación nacional (no ha sido un año muy dado a las exprimentaciones), el cine en lengua española quedará representado por dos largometrajes argentinos. Albertina Carri presenta Los Rubios, otra propuesta bonaerense que vuelve a indagar en los trágicos sucesos políticos de la reciente historia argentina, pero desde un punto de vista muy original y escalofriante: la directora explora las raíces de su orfandad, y a medio camino entre el documental y la ficción trata de reconstruir la desaparición de sus padres por la Junta Militar Argentina en 1977. Este ajuste de cuentas con los sicarios del régimen del general Videla (será la película más política del certamen) contrasta con el otro largometraje argentino a competición: La cruz del Sur, en el que Pablo Reyero aborda el género negro con fidelidad a los cánones, es decir, perdedores, traficantes de drogas, violencia, venganza, fatalismo y sordidez a raudales. En el polo opuesto, la opción gala del certamen reivindica el amor por encima de todas las cosas. Sucesora en taquillas francesas del fenómeno paracinematográfico Amelie, el filme Jeux d’enfants apuesta por la magia y el mensaje de Peter Pan y Mary Popins. Dirigida por Yann Samuell, está protagonizada por Guillame Canet.

Tan de moda en estos tiempos, el cine asiático sigue siendo un foco vitalista de renovación cinematográfica, y por supuesto su presencia no podía faltar en la 41 edición del Festival de Gijón. El cineasta Royston Tan reivindica el posmodernismo desesperado, trepidante y manga con Fifteen, una mirada a los fashion victim adolescentes que consumen sus jóvenes vidas en la espectacular ciudad de Singapur. Sobre la cultura del sampleado tan propia de la posmodernidad también tiene mucho que decir el británico Simon Pummel, quien en connivencia con Johnny Greenwood (guitarrista de Radiohead autor de la banda sonora) presentará Bodysong, un estudio sobre el recorrido vital de la especie humana realizado a partir de encadenados de imágenes rescatadas de archivos de medio mundo y de todas las épocas.

Dos óperas prima completan el listado de largometrajes a competición. Por parte italiana, debuta Constanza Quatriglio con un filme de temática costumbistra, L’isola, que, marcándose Stromboli de Rossellini como referencia, construye un retrato preciosista de una isla de pescadores anclada en el tiempo. Desde Austria, Ruth Mader se estrena con el filme Struggle, que a caballo entre sus compatriotas Haneke y Seidl relata las vivencias cotidianas de una joven desplazada del este para mantener a flote a su hija pequeña.

Otras ofertas
El jurado compuesto por Yip Kam Tim, Tomás Cimadevilla, Christa Saredi, María Botto y Marcelo Panozzo no lo tendrá por tanto especialmente fácil para decidir el palmarés de esta 41 edición, que se presenta heterodoxa y repleta de descubrimientos. Pero no terminan aquí, por supuesto, las ofertas del certamen, que en los últimos cuatro años ha contabilizado un incremento del público del 50%. Serán siete salas las que funcionarán durante todo el día para dar espacio a más de 220 proyecciones, un amplio surtido de ciclos paralelos y retrospectivas, así como actividades de otra índole. Inaugurada en la pasada edición, la sección competitiva "Enfants terribles" seguirá su andadura con el estreno de nueve largometrajes dirigidos al público infantil y juvenil. El cine español no podía estar completamente ausente, y será protagonista del ciclo temático "Nuevo Cine Español", que se ocupará de ofrecer una amplia visión retrospectiva de lo mejor y más vanguardista de la cinematografía española de los años sesenta. Un menú exquisito.


Especies en extinción
Tom Dicillo, Seijun Suzuki, Abbas Kiarostami, Richard Kern, José Luis Guerín, Todd Haynes... cineastas inclasificables, especies en extinción, miradas exclusivas todas ellas que el Festival de Gijón ha ido homenajeando y mostrando al público en recientes ediciones a través de completas retrospectivas de sus obras. Este año, el certamen asturiano dedica sendos tributos a tres realizadores todavía por descubrir: Olivier Assayas, Hal Hartley y Ulrich Seidl. Procedente del campo de la crítica, el francés Assayas lleva veinte años defendiendo un cine minucioso, en búsqueda de las emociones y a la sosegada sombra de Tarkovski o Hou Hsiao Hsien (a quien dedica un largometraje), con obras como Paris S’eveille, Irma Vep o Demonlover. Hal Hartley es el digno sucesor de Cassavetes como uno de los iconos del cine independiente americano. Experimentador sin barreras, aplica su talento a otras disciplinas como la ópera o el teatro, algo siempre presente en su coherente filmografía (Amateur, Henry Fool, The Book of Life, etc.). Sergi Sánchez, en un ensayo escrito para el festival, analiza su poderosa obra. El tercer homenajeado, el austríaco Ulrich Siedl, inició también su carrera en los años ochenta, y se ha colocado entre los directores más descarnados (en la estela de su compatriota Haneke) con obras como Models o Animal Love.