Image: Los nuevos rostros de Alejandro

Image: Los nuevos rostros de Alejandro

Cine

Los nuevos rostros de Alejandro

Vuelve el cine épico

8 abril, 2004 02:00

Baz Luhrmann y Oliver Stone

"Una de las fantasías de mi vida hubiera sido viajar en el tiempo con una cámara para filmar la campaña de Alejandro cruzando hasta la India a través de Irán y Persia", le dijo Oliver Stone al periodista Harry Kleisler en 1997. El autor de JFK no podía imaginar que siete años después su fantasía, bajo el título Alexander, se haría realidad. No es el primero ni será el último en interesarse por el personaje, pues la arrolladora y compleja personalidad de Alejandro Magno ha fascinado a escritores, historiadores y cineastas durante siglos. El más grande conquistador de la historia, que en apenas una década extendió el reino de Macedonia desde un rincón de Tracia hasta los límites de Oriente, no ha sido retratado, sin embargo, con demasiada profusión ni éxito en la gran pantalla. Perduran aún los biopics realizados por Robert Rossen (Alejandro Magno, 1956) y Theo Angelopoulos (O Megaleksandros, 1980), pero si el primero peca de lúdico y antiguo, el otro lo hace de culto y hermético.

Para resolver esta laguna del cine épico, durante los últimos cinco años se ha librado una batalla en los despachos de Warner Bros. por ver qué director se hacía con las riendas de una producción de 150 millones de dólares en torno al rey de Macedonia. En el camino quedaron cineastas como Martin Scorsese, Ridley Scott y Mel Gibson. No sabemos cuáles hubieran sido sus apuestas de reparto, pero Oliver Stone -que ya está ocupado en el montaje después de rodar en Marruecos, Londres y Tailandia-, finalmente se decidió por el enérgico Colin Farroll para incorporar al fundador de Alejandría y por Angelina Jolie como su madre Olimpiada (aunque misteriosamente sólo les separen un año de diferencia).

El compromiso que Oliver Stone ha adquirido con la Historia en toda su obra -desde Salvador (1985) a Comandante (2003)- le ha convertido en el historiador por excelencia del cine moderno, por lo que cabe esperar una biografía del discípulo de Aristóteles que no sólo se detenga en el ruido y el brillo alrededor del personaje sino en las motivaciones históricas y psicológicas de su epopeya: "Es posible que Alejandro huyera de su madre", ha dicho Stone, revelando así la pauta freudiana del proyecto. También sobrevuela la teoría de la envidia y el control del poder como motor de la historia, una de las pulsiones que vertebran su obra: "Creo que mucha gente ha sido eliminada por tener mucho poder. Eso para mí es una ley natural. Sin duda, detrás del asesinato de Alejandro Magno hubo una conspiración"

Ambición y poder
Lejos de la concepción de Alejandro Magno como un perverso símbolo de la ambición y el poder (o de la ceguera que provocan), se sitúa el cineasta australiano Baz Luhrman, quien no le teme a la competencia y está dispuesto a estrenar en 2005, unos meses después de Alexander, su propia interpretación del mito alejandrino (título provisional: Alexander the Great). "Inventaremos un nuevo estilo cinemático y un lenguaje específico para esta gran épica", ha dicho sin pudor el director de Moulin Rouge, cuyo proyecto viene respaldado por el legendario productor Dino de Laurentis, y quien quiere contar con las superestrellas Leonardo DiCaprio y Nicole Kidman para protagonizar el espectáculo.

Barroco y excesivo, Luhrman ha señalado que su fascinación por el personaje proviene no sólo de su tiranía, su crueldad y su bisexualidad, sino en primer lugar por la truncada relación que mantuvo con su padre y mentor Aristóteles, a quien no duda en definir como el "Obi-Wan Kenobi del Mundo Antiguo". La instrucción militar que recibió por parte de la mente más privilegiada de sus tiempos fue la que, según Luhrman, permitió al rey macedonio conquistar más tierras en menos tiempo que cualquier otro general antes o después de él. "En el mismo sentido que ahora la cultura occidental está dominada por América, en tiempos de Alejandro estaba dominada por Persia. Y él tuvo la idea de que Oriente y Occidente vivieran en comunidad, que todas las culturas vivieran bajo un mismo símbolo. Por todas esas razones, es una historia con un enorme potencial", sobre todo si no obviamos que la antigua Persia incluía territorios del Irak actual, ni que la crucial Batalla de Gaugemala tuvo lugar en el núcleo de lo que hoy es la Zona de Exclusión Aérea iraquí... ¿Una simple coincidencia?