Image: Carlos Sorín: “Sólo me interesa un cine de perdedores”

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Cine

Carlos Sorín: “Sólo me interesa un cine de perdedores”

Festival de San Sebastián 2004. Sabor argentino

16 septiembre, 2004 02:00

Carlos Sorín

Después de la excelente Historias Mínimas, Carlos Sorín ha vuelto a la Patagonia para rodar otra historia agridulce, entre el drama social y la comedia. Es la historia de Juan Villegas, ex-empleado de una gasolinera de 52 años que vaga por la Patagonia en busca de un trabajo. El azar le pondrá un valioso perro en su camino y su suerte, aunque sea temporalmente, cambiará. Bombón-El perro, una de las tres películas argentinas a competición en el Festival, comparte la misma sencillez argumental y los mismos criterios de rodaje que Historias mínimas, película que hace dos años recogió tres premios en el certamen donostiarra.

-En un primer momento, después del suceso inesperado de Historias mínimas, me propuse hacer una película totalmente distinta. Como para demostrar que podía tocar otros instrumentos de la orquesta. Pero al tiempo me dije por qué no hago la película que quiero. Y esa película era muy parecida a Historias mínimas. En muchas cosas: volver a la Patagonia, en tratar personajes simples, en volver a filmar a lo largo de una ruta. Aunque me digan que me repito, pensé que debía ser fiel a lo que quiero.

Cuota de verdad
-La realidad y la ficcíon se confunden hasta el punto de que los personajes comparten el mismo nombre que los actores. ¿Qué busca con este modo de crear historias?
-Trabajo, en general, con no actores. La condición para que puedan participar en el filme es que estén muy próximos a los personajes. Los elijo cuando el guión no está aún terminado y lo termino en función de las personas que he elegido. Busco esa cuota de verdad, de realidad que, a veces, es tan esquiva al cine. En términos generales, nadie simula ser otro, sino que hacen de sí mismos.

-Estos juegos entre realidad y ficcion, ¿no limitan su campo de acción como cineasta?
-No, al contrario, me siento muy estimulado por la propuesta. En general trabajo muy meticulosamente el guión, y soy muy fiel a él en lo que hace a su estructura. La respeto, pero sólo su estructura narrativa. El rodaje es totalmente aleatorio. La realidad se mete en la ficción constantemente y respeto sólo las intenciones de las escenas, no las palabras, no los textos. Creo que el guión y el montaje son etapas reflexivas, pero el rodaje debe ser totalemente intuitivo, es la etapa de creación neta. Si es caótico, mejor.

-¿Dónde encuentra a estos no-actores? ¿Ensaya mucho con ellos?
-Los castings son multitudinarios. Veo horas y horas de gente hablando a la cámara. Vamos por todo el país, ponemos avisos en la televisión, en la radio, cartelitos en los almacenes. Elijo por intuición, porque me parece que podría ser el personaje. Nunca ensayo. Filmo directamente, entre 50 y 60 tomas. Y a veces sólo hay una buena.

-¿Cree que cine minimalista es una definición adecuada para Bombón-El perro?
-Sí. Son historias pequeñas si las compara con las historias que tradiconalmente aborda el cine. Pero me he dado cuenta de que no hay historias pequeñas, depende siempre desde dónde se cuenten.

-Le atraen las historias de perdedores. ¿Por qué?
-No me interesa otro cine más que el que cuente historias de perdedores. No podría hacer una película sobre un empresario que le va bien, con una familia encantadora, una empresa próspera y que juega al tenis los fines de semana. Y dentro de los perdedores, el desocupado es el mayor de todos. Porque aparte del tema de la comprensible urgencia económica y de supervivencia, hay un conflicto mucho más de fondo. Es como sentirse descartado del mundo, la esencia misma del perdedor.

-En su forma de rodar, concede gran importancia al primer plano y a los silencios. ¿Con qué intención?
-La fuerte presencia de los primeros planos se debe a que trabajo en un paisaje muy atractivo y no quiero hacer una película paisajista. Por otro lado es una reacción a mi formación publicitaria, donde todo es decorativo. Creo que el verdadero paisaje es el rostro. Es el paisaje del alma. Mis personajes no se caracterizan por frases memorables, por eso apuesto por el rostro, los gestos, los silencios. Los silencios son habituales en la Patagonia.

-El humor está presente incluso en las escenas más dramáticas.
-Voy a confesarle que siempre creo que he hecho una comedia cuando termino el filme. Después resulta que no. Que puede ser una comedia, pero, en todo caso, ambigua. Que lo emotivo resulta ser más importante de lo que imaginaba. Por otro lado no puedo librarme de una visión algo burlona. Algún día voy a hacer una comedia como Dios manda...