Image: Fantasía para todos los gustos

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Cine

Fantasía para todos los gustos

Películas que convocarán a adultos y niños durante las fiestas navideñas

22 diciembre, 2004 01:00

Una navidad de locos, de Joe Roth

La invasión del cine familiar ha llegado ya a las pantallas. Hoy se unen a la cartelera una serie de películas que convocarán a adultos y niños durante las fiestas navideñas. Este año, El señor de los anillos y Harry Potter ceden el sitio a numerosas propuestas que, en su mayoría, se muestran combatientes con el consumismo desaforado de estas fiestas. El Cultural repasa lo mejor y peor de ellas y previene de posibles malentendidos.

Con ojos encendidos y los cerebros en demanda de fantasía, el espectador infantil (y adulto) acude estas fechas a las pantallas de cine y quiere encontrar a sus nuevos héroes navideños, olvidados ya los del año pasado. Como en los escaparates de los grandes almacenes, las películas también se disfrazan de papel de celofán, lazos y luces multicolores, la mayoría engañan tanto que rozan lo inmoral y otras ocultan muy gratas sorpresas en su interior. Para no perderse entre tanta oferta, a pesar de que hobbits y magos infantiles brillan este año por su ausencia, reseñamos aquí una amplia selección del surtido menú navideño.

Bad Santa
Atención padres. No se fien del tipo de rojo y blanco que ocupa los carteles y fotos promocionales. Parece Papá Noel pero en ralidad es un desplazado del sistema, un paria depresivo y cínico que vomita todo el alcohol que ingiere, dice tacos constantemente, no tiene paciencia con los niños y, como dice el lema promocional, a él no le importa si has sido bueno o malo. Su nombre es Willie T. Sock y lo encarna con precisión de relojero el cada vez más necesario Billy Bob Thorton. A su lado, Jerry Cox incorpora al elfo Marcus, su compañero de fatigas y cerebro del único trabajo que realizarán en un año, fruto de un plan que les permitirá vivir durante una temporada hasta el próximo golpe. El plan no es otro que desvalijar una gran superficie.

Como habrán supuesto, Bad Santa no es precisamente una película familiar. Es una comedia políticamente incorrecta, irreverente hasta la médula,una divertida sátira sobre el período anual en el que la sociedad de consumo alcanza la razón de su existencia. El cerebro detrás de esta esimulante comedia se llama Terry Zwigoff, el mismo joven y lúcido cineasta que dirigió hace dos años Ghost World, película que como la que nos ocupa es tan salvajemente irónica con lo que cuenta como entrañable con sus protagonistas. La presencia de los hermanos Coen como productores, aparte de clarificar las intenciones de la propuesta, avala la calidad del producto. No apta para menores.

Los increíbles
Más superhéroes, más diversión, más animación. Pero no nos importa. Superándose una vez más, los estudios Pixar emprenden el vuelo a dimensiones que parecían inalcanzables. No decaen los diseños, ni los personajes ni, lo que parece más increíble, las historias. Brad Bird, creador de El gigante de hierro, propone una verdadera aventura familiar, con guiños al adulto y sobrada fascinación para los pequeños. Nadie en su sano juicio, y con algo de sensatez cinematográfica (a pesar de puristas), debería dejar pasar la oportunidad de disfrutar en una sala oscura con las experiencias de una famila de superhéroes desplazados por la sociedad, algo decadentes y vencidos por la rutina, que quieren recuperar los años gloriosos en que el mundo celebraba sus hazañas.

Bajo una estética sesentera que no se pelea con la tecnología de pixels, de formas siempre caricaturescas, tiernas pero también afiladas, los genios de Pixar proponen de nuevo un relato con mucha dinamita. Los mensajes fuera de norma conviven con la ternura de Walt Disney, golpes y caricias al servicio de la misma desbordante imaginación que creó los juguetes más humanos y los peces más cómicos y solidarios del mundo de la ficción. ¿Quién iba a decirnos que las imágenes protestonas, los comentarios políticamente incorrectos y las ideas más ingeniosamente inquisitivas con el mundo actual procederían de un largometraje de dibujos animados? Los increíbles es la última jugada maestra de Pixar que vuelve a conquistar los corazones y los cerebros de cualquier edad.

Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket
Su título ya da la medida de la literatura que hay en las tripas de esta película. Literatura infantil, por supuesto, pero no por ello banal o despreciable. De hecho, hay más oscuridad y reflexión en este filme de Brad Silberling (Casper) que en la mayoría de los productos pretendidamente adultos que invaden nuestras pantallas. Si Harry Potter es el modelo oficialmente vigente de la literatura para menores, las once novelas del misterioso Lemony Snicket (alias de Daniel Handler) representan el modelo de culto infantil. Sus pequeños seguidores ya se cuentan a millones y se multiplicarán a partir de hoy, tras el estreno mundial del filme.

Los peripecia de los hermanos Baudelaire, dos huérfanos que deben enfrentarse a una serie de abominables tutores, conecta directamente con el desamparo y el tenebrismo gótico de los cuentos de los hermanos Grimm. El malvado más siniestro es el conde Olaf, que Jim Carrey dignifica a la altura de los grandes villanos. Más alicientes: Meryl Streep, Jude Law y calidad a raudales. Hay asesinatos, suicidios y abusos de menores, pero envueltos en una fantasía tan rica y sugerente que el filme nunca cruza líneas prohibidas.

Polar Express
¿Para qué trasladar a dibujos una realidad si no es para deformarla, exagerarla, caricaturizarla? ¿Para qué emplear trazos hiperrealistas en una aventura navideña entregada a la virtualidad y la fantasía?, se preguntarán algunos después de enfrentarse a la nueva propuesta del cada vez más decepcionante Robert Zemeckis.

El responsable de Regreso al futuro y Forrest Gump, de nuevo en connivencia con el bueno de Tom Hanks, propone en Polar Express un trabajo de animación que juega en contra del propio formato, pues el lenguaje corporal de los personajes es tan perfectamente humano que se hace difícil adscribir la propuesta al cine de animación. Es consecuencia directa de la "performance capture", la técnica de transcripción de carne a dibujo empleada para el filme (los actores son literalmente escaneados y coloreados), bajo cuya coartada la película estira a noventa minutos un relato infantil -el cuento homónimo escrito e ilustrado por Chris Van Allsburg- que apenas ocupa veinte páginas. Pero apartando etiquetas y lugares comunes, y también el hecho de que los inexpresivos rostros infantiles inquietan tanto como los de El pueblo de los malditos, hay que suponer que la belleza de ciertas imágenes, la azucarada banda musical y el dulce espíritu navideño que transmite la historia pueden muy bien emocionar (o conmocionar) a los niños. Los adultos deberán tomárselo con paciencia.

Sobreviviendo a la Navidad
Los amantes de la rompedora serie Los Soprano, obra maestra de la televisión, deberían tener la entrada prohibida a esta película. Más que nada para evitar pasiones rotas cuando comprueben que la misma piel que ocupa Tony en la pequeña pantalla, la del inconmensurable James Gandolfini, se pasea por esta fallida película interpretando básicamente el mismo papel. Bajo un formato narrativo que nunca llega a definirse y acompañado en el reparto por un Ben Affleck que trata de ser Adam Sandler, el sosias de Tony Soprano es aquí un pez fuera de la pecera.

Quizá el gran descalabro de la propuesta, en cuyos primeros diez minutos agota todo lo bueno que puede ofrecer, proviene de un director (Mike Mitchell), cuatro guionistas y la evidente falta de comunicación entre ellos. En sus largos noventa minutos, Sobreviviendo a la Navidad no termina de decidirse entre si queire ser una comedia negra, una farsa absurda o un ‘sit-com’ sentimental, si es que quiere ser algo. Esta evidente ausencia de criterio arrastra cualquier intento de las escenas por conseguir lo que pretenden y de los actores por encontrarse medianamente cómodos en sus papeles. Como advertencia: el filme se estrenó en Estados Unidos en octubre. Tras algunas semanas en cartel, efectivamente no ha sobrevivido a la Navidad.

Una Navidad de locos
Desafiando las objeciones de su comunidad de vecinos, que cada año se toma muy serio la decoración navideña de las calles, un matrimonio de mediana edad decide por una vez saltarse los rituales consumistas de las fiestas para irse de vacaciones. El matrimonio lo forman Luther y Nora Krank, o lo que es lo mismo los Tim Allen y Jamie Lee Curtis menos graciosos que se recuerdan. Y el líder de los vecinos enfrentados es Dan Aykroyd, que ya parece resignado a recordar cualquier tiempo pasado.

¿De qué trata realmente la película? Aunque parezca mentira, está basada en una novela de John Grisham, y en teoría es una amenaza velada a los vecinos incorformistas, a todos los que se salgan de la normalidad navideña y de la actitud festiva mayoritaria. Si hubiera persistido con el espíritu combativo de su arranque, el filme podría haber invitado al disfrute, pero finalmente no consigue librarse de la banalidad y el conformismo social que envuelven las fiestas.

Dos hermanos
Es la perfecta opción para los alérgicos a la parafernalia y los mitos inventados por la Navidad. Los padres que no quieran cegar a sus hijos de papá noeles y abetos decorados, siempre encontrarán una opción más instructiva, aleccionadora y emocionante en la nueva película de Jean-Jacques Annaud, que sustituye con buenos valores el pobre divertimento de la mayoría de las opciones. Annaud rueda Dos hermanos como consecuencia directa de su éxito mundial El oso (1989), un drama familiar de estética National Geographic que cuenta en esta ocasión la agridulce historia de dos pequeños tigres, separados cuando aún son cachorros y criados en cautiverio, para, unos años después, reencontrarse como enemigos por un explorador que les obliga a luchar entre ellos.

Ficción antes que documental, aunque sirviéndose de las mismas armas, el resultado es un conmovedor cuento de época que fascinará a los más pequeños y despertará la curiosidad de los mayores, a pesar de las evidentes trampas que oculta la complicada realización del filme. Especialmente admirable es la bella fotografía lograda por Jean-Marie Dreojou y los momentos casi milagrosos que consigue filmar Annaud, gracias a una combinación de entrenamiento, paciencia con los animales y, por supuesto, algún que otro efecto especial.

Los Superbabies
Secuela de una primera parte que nunca llegó a nuestros feudos, y que ni siquiera la propia película se encarga de recordar, esta producción germano-británica dirigida por un tal Bob Clark quiere aprovechar el tirón comercial de Spy Kids y adaptaciones de superhéroes del cómic con la creación de un grupo de valerosos y heroicos bebés, liderados por el super-bebé Kahuna, para salvar el mundo de un poderoso villano que pretende controlar el corazón y la mente de todos los seres del planeta que aprenden a andar.

Aparte de sentir vergöenza ajena con la intervención de John Voight incorporando a un villano sin pies ni cabeza y con acento alemán (entendemos que tiene un origen nazi), o de conceder cierto mérito al director no por sus aptitudes cinematográficas sino por sus cualidades como domador de niños (¡qué paciencia ha debido tener!), Los Superbabies no deja de ser más que otra evidencia más de lo que ocurre cuando se confunde público infantil con espectadores de encefalograma plano.

Supertramps
Este trabajo dirigido por Iñigo Berasategui y Jose Mari Goenaga representa la cuota mínima de animación española destinada al disfrute infantil de las fiestas. El argumento, en defensa de los discriminados sociales, es sencillo: un gato negro y pulgoso lidera un grupo de animales tenidos por repugnantes (una cucaracha, una rata, una paloma) que sueñan con salir de la miseria que su propia naturaleza les condena a vivir. La aparición en una fría noche de Navidad de una gata de buena familia por la que ofrecen una suculenta recompensa, puede ser la salvación de este grupo de desheredados. Si bien ni la calidad de los diseños ni la dimensión narrativa de Supertramps -que se estrena en castellano y en euskera- alcanzan la calidad a la que los grandes tiburones de la animación (léanse Pixar y Dreamworks) nos han acostumbrados, esta simpática fábula, con música de Pascal Gaigne, no deja de ser una atractiva opción a considerar por encima de otras propuestas con mayor marchamo publicitario pero mucho menos interés.