Mondovino (Documental)
Director: Jonathan Nossiter
2 marzo, 2006 01:00Escena de Mondovino, de J. Nossiter
Mondovino no es, en absoluto, el documental que uno podría esperarse al conocer su tema, la fabricación y comercio del vino. En la primera parte de un metraje que se toma su tiempo para centrarse en lo que realmente quiere contar, asistimos a los plácidos retratos de los satisfechos propietarios de viñedos y bodegas en lo que parece que va ser una celebración hedonista de los tradicionales placeres de la vida. Pronto un personaje algo inquietante empieza a desequilibrar el asunto: Michel Rolland, reputado y muy bien pagado enólogo que recorre el mundo para prestar sus servicios como asesor a importantes bodegas. Es el primero de una pintoresca galería de hombres y mujeres que poco tendrán que ver con la versión idílica de la campiña francesa y del feliz vinicultor en sagrada comunión con la naturaleza. Poco a poco iremos conociendo a un extravagante crítico norteamericano, Robert Parker, cuyos veredictos sobre las cosechas pueden desequilibrar el mercado mundial y conseguir que las bodegas fabriquen vinos que se ajusten a su paladar; a propietarios de viñedos californianos dispuestos a implantarse en la vieja Europa capaces de generar la opinión de que la importancia del vino no radica en el suelo en que nace de la vid, sino en la madera del tonel que lo alberga; a un airado vinicultor del Languedoc que inicia una idealista campaña para impedir que en su pueblo se instalen los americanos, pero que parece tener sospechosas envidias hacia sus vecinos... Son sólo algunas de las voces contrastadas y constantemente contradichas en un documental que, finalmente, de lo que nos quiere hablar es de la red de conexiones, intereses financieros y oscuras maquinaciones que, en los tiempos de la globalización, son el trasfondo de una actividad que, ingenuos de nosotros, podríamos interpretar como bucólica y alejada del mundanal ruido.Jonathan Nossiter, cineasta de curiosa y difícilmente clasificable carrera que alterna el documental y la ficción, es bien exhaustivo a la hora de recrear ese serpenteante camino que va desde la vid a la botella en la mesa. De hecho, lo que ha llegado a nuestras pantallas es un montaje de 135 minutos (una duración ya de por sí considerable), pero existe una versión de diez horas como serie televisiva. ¿Es precisa tanta información?, sería la pregunta del espectador profano. Lo cierto es que, superada cierta dispersión inicial, una vez que Nossiter se pone a desenredar la madeja, ésta tiene tantas inesperadas circunvoluciones que su maniático apasionamiento puede resultar comprensible.
En su estructura a veces un tanto errática y caprichosa, Mondovino termina por hacerse apasionante si se sabe conectar con ella y encontrar el necesario grado de complicidad. A través de la puesta en escena de réplicas y contrarréplicas, de la exposición de discursos muchas veces enfrentados, Nossiter consigue que, sin posicionarse por unos u otros, un soterrado sentido del humor recorra toda la narración al tiempo que despliega (y esto sí es una toma de posición) un amplio y documentado fresco sobre el comercio en un mundo interconectado, donde las palabras de un crítico estadounidense parecen tener importantes resonancias en los cultivos vinícolas de todo el mundo, o donde abrir una botella puede ser un acto político. No hay tampoco tremendismos, ni juicios, ni visiones apocalípticas. La de Nossiter es, ante todo, la mirada curiosa de una persona inteligente que intenta comprender aquello que le rodea y que, en su afán, recorre medio mundo para volverse a casa con cientos de horas de metraje y la sensación de que todo era mucho más complejo. Más incluso de lo que él mismo pensaba en un principio.