Cine

Jacques Audiard

“Hollywood ha sido una fuente de ideas para el cine francés”

20 abril, 2006 02:00

Jacques Audiard

Catapultada por crítica y público como el mejor filme francés del año, De latir, mi corazón se ha parado conquistó diez galardones en la última edición de los César, entre ellos los de Mejor Película y Mejor Director. Jacques Audiard, que ya sorprendió con Lee mis labios, se ha inspirado en el filme norteamericano Fingers para narrar la historia de un chico de barrio determinado a convertirse en un gran pianista. A unos días de su visita a España para presentar el filme, el cineasta francés ha explicado a El Cultural todas las claves de su cuarto largometraje.

En un período de doce años, Jacques Audiard (París, 1952) ha dirigido apenas cuatro películas. Aunque no sea un cineasta prolífico, lo cierto es que ya ha sido proclamado como uno de los mejores realizadores galos de su generación, digno heredero de Melville y Clouzot. Su cuarto largometraje, De latir, mi corazón se ha parado, esconde una ironía afortunada. Realizado a partir del film norteamericano Fingers (James Toback, 1977), le ha colocado entre los más interesantes cineastas galos del momento. No es frecuente que un europeo interprete a un norteamericano y nada se pierda en la traslación, pero lo cierto es que es una de las raras ocasiones en que se puede aseverar que el resultado supera al original. El público y la crítica francesa así lo ha dictaminado. El autor de Lee mis labios (2001) y Un héroe muy discreto (1995) se convirtió el pasado mes de marzo en el gran vencedor de la gala de los César de la Academia de Cine de Francia, con ocho galardones.

-¿Vio Fingers en su momento?
-Sí, en 1977, cuando se estrenó, y me causó un fuerte impacto que, aunque se fue diluyendo, dejó un cierto poso. Hace unos meses mi productor Pascal Caucheteaux me propuso elegir cualquier película que se me antojara para rehacerla. Revisé Fingers y la encontré anticuada. Aunque el crítico David Thomson la saludó como "la mejor película americana desde Malas tierras", encontré anticuadas la interpretación, los ángulos y movimientos de cámara... aunque me complació comprobar que el gusto por el riesgo e ir hasta el límite seguían intactos. Eso es lo que quise para mi versión.

-Fingers desapareció de la circulación...¿por qué?
-Porque incluso como Toback dijo, fue miserablemente lanzada y distribuída. Estuvo fuera de la circulación mucho tiempo. Keitel había acabado de salir de Malas calles. Todo ello hizo que se convirtiera en un culto que muy pocos habían visto.

-Fingers transcurría en Nueva York y Harvey Keitel era Jimmy Dedos Angelelli, un virtuoso del piano que ajustaba las cuentas de su padre con los deudores de la Mafia.
-Sí y yo he traído la historia al París de nuestros días. Tom, interpretado por Romain Duris, no es un virtuoso pero se reencuentra con el abandonado sueño infantil de intentar serlo. Y al no haber en París una mafia italo-americana, decidí con mi coguionista Tonino Benacquista que sus actividades discurrieran en el más sórdido de los ambientes de la especulación inmobiliaria. Tom es un hombre dividido entre el sueño y la realidad de lanzar ratas en viejos edificios ocupados por emigrantes para comprarlos a precios de miseria y revenderlos por inmensas fortunas.

El elegante parisino Thomas Seyr es un antihéroe de corte "audardiano": difícilmente puede atraer nuestra simpatía. Con un grupo de asociados en el fértil negocio de las ventas inmobiliarias, dan palizas o sueltan ratas en casas de probres inquilinos, cuando no okupas o inmigrantes. Las ganancias en la reventa son muy altas. Los días de niño prodigio al piano, en los que resuenan el recuerdo de la madre concertista muerta, pertenecen al pasado. Como actividad colateral, debe realizar las sucias tareas que su brutal padre ya no está en condiciones de ejecutar.

-El del padre, Robert Seyr, que interpreta Niels Arestrup, es un personaje verdaderamente detestable.
-Es una especie de Saturno comiéndose a su propio hijo. Esta película me a permitido invesitgar las relaciones de abuso entre padre e hijo, y plantearme cuestiones sobre la paternidad, qué significa y a qué coste, así como en qué consiste ser un hijo, y el dolor del tránsito a la edad adulta... Fue una de las razones para embarcarme en el proyecto.

-Tanto en Fingers como en su versión hay muchos más elementos en común de lo que aparentan.
-Creo que ambas manifiestan una fuerte urgencia. Creo que con Toback comparto la fascinanción por quienes viven dobles vidas y traspasan las fronteras de su clase para bajar a ciertos inframundos. Y las dos niegan la tesis de que la música puede con toda incivilidad humana. Todos estos temas me apasionan y para todos ellos siento la urgente necesidad de hallar una estética.

Cámaras reducidas
-En el aspecto técnico, ¿como ha buscado esa urgencia?
-Rodamos en 35 mm, aunque con cámaras realmente reducidas, casi como las usadas para filmar documentales. La iluminación fue casi totalmente natural, y gran parte del metraje se realizó cámara en mano. Creo que el impacto buscado está.

-¿Compuso Dutronc el tema musical ex profeso para la película?
-No, se trata de una composición anterior llamada La hija de Papá Noel, que Dutronc compuso junto a Jacques Lanzman. Se trata de una canción bastante salvaje acerca de un tal Jean Balthazar, el Hijo del Hombre del Saco al que ayuda en sus fechorías, que encuentra desnuda, ante la chimenea y dentro de sus botas, a Marie Nüel, la hija de Santa Claus... Se adaptaba perfectamente a la historia de un hombre joven que vive una doble vida entre la belleza y la violencia y en la que traspasa las barreras sociales y las tribus urbanas.

-Logra para el espectador una sensación de intensa realidad.
-Ese deseo me viene desde la infancia cuando en el cine solía ver noticias proyectadas en los cines, ya fueran proporcionadas por Fox Movietone, Gaumont o Pathé. Las cámaras con las que rodaban las noticias eran las mismas que se utilizaban en los estudios para las películas de ficción. Todo se rodaba en 16 mm. Ya no es el caso...

-A Romain Duris le tiene atadísimo en planos cortos.
-Creo que ese tratamiento influyó en la interpretación que yo requería de él. Sin ellos o sin tantos, su trabajo hubiera sido muy distinto. él sentía mi presencia contínuamente. Casi como una amenaza. Fue una relación de trabajo muy íntima.

-Permítame decirle que hay algo de placer perverso en contemplar un remake europeo que supera al original estadounidense. El tráfico de ideas suele seguir la dirección inversa. En ‘The New Yorker’ han calificado su película como "un triunfo personalísimo de Audiard".
-Bien, bien... permítame recordarle de la histórica fascinación que los cineasta franceses han sentido por el cine norteamericano. Desde los primeros días de la Liberación hasta los gloriosos de la nouvelle vague, Hollywood simpre ha sido una fuente inagotable de ideas para el cine francés. Recordemos a Jean-Pierre Melville, Truffaut, Godard o Chabrol para nombrar tan sólo a unos pocos cineastas pero muy significativos. Las novelas pulp se convirtieron en Europa en thrillers en mi país. Delon era Alan Ladd y Belmondo imitaba a Bogart. Sam Fuller, Nicholas Ray y Fritz Lang eran dioses en mi país. Lo más curioso e incluso divertido es que en Hollywood miraban todo este fenómeno con nervios y desde la sospecha.

Un viaje edípico
-Efectivamente, y regresando a la película, se trata de un viaje edípico completo.
-Sí, de hecho y simbólicamente, Tom quiere matar a su padre y regresar junto a su madre muerta, una desaparición prematura que se debió en parte por la pena del abandono del cruel marido. De hecho, el piano es el símbolo de la madre muerta, que él acaricia y al que dedica total pasión y afecto. Sólo el brutal asesinato del padre le retorna a la realidad y más que todo, a la certeza de su propia mortalidad.

-¿Volverá a hacernos esperar mucho a su próxima película?
-Por esta vez no. Ya estamos en los trabajos muy adelantados de preproducción. La he escrito de nuevo con Tonino y el título es Les Disparus. Al frente del reparto están de nuevo emparejados Juliette Binoche y Daniel Auteuil tras Caché, aunque no son pareja en esta película. Y en el reparto cuento de nuevo con Niels Arestrup y Michel Piccoli.

-¿Mantendrá los elementos recurrentes que ya son la marca de la casa de su cine?
-Me temo que sí. La historia se centra sobre una madre y un padre, cuyas hijas adolescentes desaparecen en las calles de París. La búsqueda les une, dada la poca colaboración de la policía. También hay un misteriosos detective, que interpreta Samuel Le Bihan. Y entrarán en territorios peligrosos y desconocidos. Sí, creo que le suena familiar.