Cine

Un lugar en la cumbre (1958)

Director: Jack Clayton

4 mayo, 2006 02:00

Intérpretes: Laurence Harvey, Simone Signoret, Heather Sears, Donald Wolfit. Guión: Neil Paterson (basado en la novela de John Braine). Fotografía: Freddie Francis (b/n). Sello: Manga Films. Duración: 117 minutos

Seguro que alguien lo habrá hecho en algún momento, me refiero a una lista de las mejores películas en torno a la ambición y la falta de escrúpulos para conseguir lo que uno se propone. El cine tiene mucho que ofrecer sobre ello. Desde Erich von Stroheim a Woody Allen, haciendo parada en Orson Welles, Mark Robson o William Wyler, entre muchos otros. En esa lista, habría que reservar uno de los primeros lugares para la ópera prima del británico Jack Clayton, inolvidable obra maestra que dirigió justo antes de Suspense (The Innocents, 1960), su famosa adaptación de Otra vuelta de tuerca. Si uno entra en cualquiera de las escenas de Un lugar en la cumbre al azar, creerá que está frente a un melodrama de corte romántico, pero con que espere unos minutos, se dará cuenta de lo asombroso y terrorífico que realmente es este film, cómo el carácter siniestro, de fachada amable, pero frío y calculador de su protagonista, va impregnando la película de oscuridad y pánico en un crescendo perfectamente dosificado. Uno nunca sabe dónde está verdaderamente el límite.

Llevado por una visceral necesidad de llegar a lo más alto de la sociedad de clases de Warnley, un pueblo del norte de Inglaterra, el arribista y seductor Joe Lampton (magnífico Laurence Harvey) se acerca a Susan (Heather Sears), la hija del hombre más rico y poderoso del lugar. La familia hará todo lo posible para que la relación no salga adelante, y al mismo tiempo que avanza en su conquista, Lampton tendrá un apasionado romance con Alice (inolvidable Simone Signoret), una mujer casada que acabará enamorándose de él. En esta historia salvaje sobre el deseo y la ambición (que ahora mismo es inevitable ver sin pensar en todo lo que Woody Allen absorbió de ella para el guión de Match Point), la iluminación fuertemente contrastada, en manos de Freddie Francis (que años después rescataría del olvido David Lynch para iluminar El hombre elefante), va tornándose tenebrista a medida a que avanza el relato, que la ambición, el deseo y la culpa van enredándose hasta confundirse. Y es que todo en el film, desde la muy intencionada puesta en escena a la pertinente música de Mario Nascimbene, juega en favor del inquietante factor psicológico de la narración, en la que el espectador sólo podrá errar si en algún momento cree que va por delante de las verdades intenciones, siempre ocultas, de su protagonista.

Extras: El cortometraje The Bespoke Overcoat, que dirigió Jack Clayon en 1956 y con el que ganó el Oscar al Mejor Cortometraje. Es una conmovedora fábula inspirada en un relato de Nikolai Gogol.

Escena clave: Lampton arremete a Alice en su apartamento cuando ésta le habla de su pasado. El agradable momento romántico que están viviendo es bruscamente interrumpido, revelando cómo el hasta entonces oculto carácter agresivo de Lampton puede salir a la superficie en cualquier momento. Impactante y terrorífico.