Cine

El rey de los niños (1987)

Director: Chen Kainge

11 mayo, 2006 02:00

Intérpretes: Xie Yuan, Chen Shaohua, Yang Xuewen. Guión: Jianjun He (a partir de una novela de Cheng Ah). Fotografía: Changwei Gu. Sello: Colección Fnac. Duración: 107 minutos

"El cielo es alto, el suelo es ancho". El cielo ocupa casi toda la pantalla en los hermosos y abundantes planos paisajísticos de este magnífico filme del chino Chen Kaige. Las figuras vivientes aparecen recortadas, minúsculas, sobre el horizonte, absorbidas casi al completo por el infinito. Pronto comprendemos que son los tiempos de la naturaleza los que marcan el ritmo de los fascinantes personajes de esta película, pausada y bella, enmarcada en el contexto cambiante de la China de la Revolución Cultural, a cuya generación de directores pertenece Kaige (que más tarde dirigiría Adiós a mi concubina). Un grupo de adolescentes vive el exilio en el lejano sudoeste de la provincia de Yunnan. El carismático protagonista, a pesar de las dudas que le surgen por su falta de formación, acepta un puesto de profesor vacante en una escuela rural que sobrevive enfrentada a la precariedad más absoluta, aislada en una remota aldea montañosa. Un diccionario y una pizarra serán su único material de trabajo. El profesor, que quiere que sus alumnos aprendan a pensar por sí mismos ("Está prohibido copiar de los periódicos", dice), se ganará la simpatía de éstos saltándose los métodos tradicionales (y aburridos) de enseñanza.

Con un lenguaje en busca de la reflexión, vertebrado por la acumulación de largos planos fijos y silencios de elocuencia visual, la hondura poética del film se concentra poco a poco en la relación que mantiene el joven profesor con el alumno más brillante del aula, que decidido a encontrar el mejor camino para perpetuar el conocimiento, se propone copiar el diccionario ideograma a ideograma. De este modo, el diccionario se convierte en la metáfora más significativa y en el objeto unificador del relato. En él está todo contenido, pues a partir de él, todo se puede formular y cualquier futuro es posible. La inteligencia y sensibilidad del profesor y la voluntad y el orgullo del alumno son el brote de esperanza y el camino hacia el mañana que propone Kaige para un país anclado en la herencia feudal y el analfabetismo rural, donde el profesor también recorre su aprendizaje por el camino de la enseñanza. Hace frente a su limitada formación y escasos recursos con una extraordinaria actitud moral. Sólo la imprevisible y escalofriante despedida del film anuncia hacia qué clase de terror realmente caminaban, en silencio, los inocentes amigos de la revolución.

Extras: Menús estáticos de filmografías y fichas técnica y artística.

Escena clave: La primera clase del joven magistrado.