Cine

El trabajo y la muerte

Michael Glawogger estrena el documental Workingmans’ Death

6 julio, 2006 02:00

Los trabajadores de Workingman’s Death

Presentado en el pasado festival de Gijón, se ha hecho esperar quizá más de la cuenta, pero mañana finalmente se estrena en salas distribuido por la pequeña compañía Sagrera TV el documental Workingman’s Death, dirigido por el austríaco Michael Glawogger. Como campo de análisis para indagar en las fracturas organizativas y el agotamiento del sistema capitalista a nivel planetario, el filme, dividido en cinco capítulos y un epílogo, se presenta como un vailoso testimonio de la extrema situación de múltiples trabajadores en cinco latitudes del planeta.

Así, siguiendo la misma estructura episódica de su anterior documental, Megacities (doce historias sobre marginados sociales), Glawogger deja que los escenarios y sujetos se retraten a sí mismos, sobre todo con la elocuencia inconfundible de las imágenes, siendo las palabras casi innecesarias en estos casos. En Ucrania, hombres que no son de otros siglos se arrastran por estrechos subterráneos de minas de carbón ilegales. Los turistas fotografían marravillados a los mineros del azufre de Indonesia, siluetas que como fantasmas suben y bajan desde la cima de un volcán con su cargamento de cestas. En el tercer segmento, Glawogger nos transporta a un matadero al aire libre en Nigeria, donde robustos y orgullosos hombres trocean a más de 600 animales al día, contentos de que sus compatriotas tendrán comida que llevarse a la mesa. De la esperanza a la fe, la que mantiene vivos a los desguacadores de petroleros en Pakistán, trabajadores sin más herramientas que sus manos. En China, los obreros de un complejo de acero confían en un único futuro para el planeta: el de la supermacía tecnológica de su nación, de su raza.

Unos y otros, satisfechos o ultrajados, esperanzados o vencidos, guardan en común su servidumbre a una conciencia del trabajo y la resistencia que no ha cambiado, quizá empeorado, desde las paupérrimas condiciones laborales de la Revolución Industrial. Junto a Las Hurdes de Buñuel o Stroszek de Herzog, Workingman’s Death también revela el rostro mísero de lo que llamamos progreso. "La conciencia de clase está muriendo", sostiene Glawogger, posiblemente porque ha filmado la alegría del trabajador en medio de la muerte. Nunca se ha llegado al final cuando se cree haber tocado fondo.

Otros tiempos
Con distanciamiento irónico, durante las escenas de las minas de Ucrania, el director con frecuencia corta a la estatua del minero Stakhanov, héroe de la Rusia soviética que ostenta el récord de extracción de carbón en un turno (102 toneladas). "Las imágenes que venían a mi mente -escribe Glawogger-, eran imágenes de las antiguas películas rusas: obreros como iconos. Héroes". Ahora son otros tiempos -¿o no?, ¿o es que la tiranía del mercado ya no produce héroes?-, y la única motivación, dice un minero, es la supervivencia.

Se esmera el documentalista austríaco por enaltecer y mostrar respeto hacia sus retratados, y apoyándose en el trabajo del operador Wolfgang Thaler (que fotografía la miseria con esplendor), persigue en todo momento la pulcritud formal, incluso la belleza poética, en las imágenes. Dignifica a su manera el trabajo sucio que mantiene en marcha el engranaje del mundo moderno.