Cine

GAL. Investigación y espectáculo

El filme relata, en clave de thriller político, la lucha ilegal del Estado contra ETA

2 noviembre, 2006 01:00

Jordi Mollá caracterizado como Paco Ariza (José Amedo)

Después del rotundo éxito de Lobo, y de nuevo bajo la iniciativa de Mundo Ficción, Miguel Courtois vuelve con GAL a dirigir otro thriller político basado en hechos reales de la reciente historia de España. Relatando una de sus páginas más negras, el filme, que se estrena mañana, sigue la investigacion periodística de los GAL realizada en ‘Diario 16’ y ‘El Mundo’, y que culminó con el encarcelamiento de la cúpula del Ministerio de Interior.

A nadie escapa que la reciente historia de España tiene mucha miga cinematográfica en su interior. Pocos son los que se han atrevido a llevarla a las pantallas. Acaso impedidos por el temor a la controversia política, por el complejo de no estar a la altura o por el pudor a la inevitable simplificación cuando se trata de escribir la historia con los supuestos y presupuestos del espectáculo (algo que, por otra parte, ha hecho el cine desde su mismo nacimiento), los cineastas españoles han pasado en general de puntillas sobre los episodios más traumáticos de nuestra historia.

La productora audiovisual Mundo Ficción, al mando del periodista Melchor Miralles, y el director franco-español Miguel Courtois, han decidido coger el toro por los cuernos y, después de narrar con pulso y emoción la asfixiante aventura de Mikel Lejarza como infiltrado de ETA en Lobo, se atreven a hincarle esta vez el diente al macabro laberinto operacional de los GAL. Sin precedentes en Europa, el terrorismo de Estado que practicó el Gobierno de España contra el entorno de ETA de 1983 a 1987 (su periodo más sangriento), con el resultado de 27 muertos y más de 50 heridos, fue escrupulosamente relatado y denunciado por "Diario 16" y después por el diario "El Mundo" a lo largo de los años ochenta y noventa. Un proceso de desenmascaramiento que culminó con fortísimas penas de prisión a toda la cúpula de un Ministerio de Interior por delitos como asesinato, secuestro, asociación ilícita, falsificación de documentos o malversación de fondos públicos.

"No ha sido una película fácil de hacer", asegura Courtois, "porque es una trama compleja que transcurre durante varios años y que había que reducir a menos de dos horas". Antonio Onetti, que ya escribiera el guión de Lobo, se ha hecho cargo de la compleja labor de síntesis, para lo cual ha tomado como eje narrativo la investigación llevada a cabo por los dos periodistas, Melchor Miralles y Ricardo Arqués, transformados para la ficción en Manuel Mallo (José García) y Marta Castillo (Natalia Verbeke). "Desde el punto de vista de la investigación periodística se facilitaba el seguimiento de la trama y que pudiéramos tener acceso a las trastiendas y chapuzas del GAL, pero también a cómo este caso, que representa una de las páginas más negras de la historia de España, repercutió en la sociedad española".

‘Watergate’ nacional
El filme toma como inspiración concreta Todos los hombres del presidente (1976) en el que Robert Redford y Dustin Hoffman encarnaban a los periodistas del ‘Washington Post’ que destaparon el caso Watergate. Si bien la realización de aquel mítico filme de Alan J. Pakula tuvo lugar mientras las investigaciones aún seguían en marcha, GAL, señala el propio Miralles, "pone en escena un caso cerrado, con hechos ocurridos hace veinte años, y cuyos responsables ya han sido condenados por el Tribunal Supremo". Con la pretensión por tanto de traer de vuelta a la pantalla el aroma de los artefactos político-cinematográficos que con tanta profusión y buen gusto se practicó en la Norteamérica de los años setenta, pero sin que la pirotecnica del medio eclipse el alcance histórico y social de la propuesta, el filme se inscribe de lleno en el género del ‘thriller político’. Miguel Courtois, aún reconociendo el "altísimo voltaje político" de GAL, asegura que, lejos de polemizar, ha querido poner una simple y muy pertinente cuestión sobre la mesa: "¿Qué precio están las democracias dispuestas a pagar para mantener su seguridad?".

Más allá del sustrato moral que alimenta el filme, o de las opiniones que cada cual pueda haberse forjado, GAL toma los elementos del género, esto es, dramatización y clarificación, para tratar de trasladar los hechos acontecidos con la precisión y veracidad que permite el cine entendido como espectáculo. "No hemos contado nada que no tenga una base real, aunque tampoco hemos sacrificado el relato cinematográfico para ceñirnos a detalles sin importancia", afirma Onetti. Sirva como ejemplo que todas las palabras puestas en boca del presidente del Gobierno en el filme, cuyo acento pero no aspecto evocan a Felipe González (interpretado por Bernard Le Coq), "corresponden al pie de la letra a declaraciones realizadas por el propio Felipe González durante aquellos años", especifica Miralles.

El contrapoder
Si bien las averiguaciones de los periodistas conforman el motor narrativo de la trama (incluso sus peripecias sentimentales), el papel con mayor peso dramático en el filme, tanto por su implicación en el tejido narrativo, como por su turbadora, casi fascinante personalidad, es el de Paco Ariza, transmutación ficticia del subcomisario José Amedo, incorporado en la pantalla por Jordi Mollá. "Es una película que dependía mucho de los actores, y yo he tenido la suerte de que el director me ha dejado ir hasta al fondo del personaje", explica el intérprete. Su actitud vehemente y violenta, que oculta una personalidad más compleja de lo que aparenta, se va manifiestando a lo largo de la película, y alcanza su momento de mayor tensión en el encuentro cara a cara que tuvo con Miralles / Mallo en un bar. Sirva esta escena como muestra ejemplar sobre los riesgos que corre la prensa cuando ejerce de contrapoder de las instituciones, un papel que la película se preocupa especialmente de destacar, dando cuenta también del cese del director de ‘Diario 16’ debido a las presiones del Gobierno y de la necesidad de fundar otro diario para seguir denunciando libremente las actividades del GAL. La película de Courtois emerge en este sentido como precursora en el cine español de una temática, el papel social de la prensa, de fuerte arraigo en otras cinematografías, pero prácticamente inexistente en la nuestra. Es posible que tenga sus consecuentes. No en vano, Miralles acaricia la posibilidad de producir un filme sobre las investigaciones del 11-M. Todo se andará.