Robert de Niro en La noche y la ciudad

El Cultural entrega el jueves 9 de noviembre, por sólo 7,50 euros, el DVD La noche y la ciudad (1992), un remake de la obra maestra de Jules Dassin.

Remontados los confusos y oscuros minutos iniciales, la película y su protagonista dan con el tono de la historia, y es entonces cuando La noche y la ciudad empieza a entenderse como debería, es decir, como un estudio entre antropológico y psicológico de una rata de ciudad que busca a ciegas el éxito rápido o, en el mejor de los casos, seguir vivo en la depredadora jungla de asfalto. La película de Irwin Winkler (productor de Martin Scorsese, cuya energía narrativa trata de evocar desde el primer plano) no alcanzará en ningún momento el nivel estético y dramático de su fuente original, el film noir homónimo de Jules Dassin protagonizado por Richard Widmark y Gene Tierney (aquí son Robert de Niro y Jessica Lange), pero sí se entiende que cuarenta años después esta historia con corazón americano saliera del Londres años cincuenta para entrar en el Nueva York de los años noventa.

Lo que en la obra maestra de Dassin era todo atmósfera, en la versión de Winkler es todo pasión, proporcionada por su protagonista, el abogado de poca monta Harry Fabian. Esta pasión con la que alimenta Robert de Niro a su personaje, por momentos algo desafinada (a veces parece el Rupert Pupkin de El rey de la comedia), es lo que involucra al espectador en la historia y le arrastra en su eterno optimismo, en sus desesperados esfuerzos por convertirse en un hombre respetable (o sea, rico) y que dejen de pisotearle. Aunque en el mejor film noir los motivos siempre fueron crudos y el amor sinónimo de fatalidad (aquí no), finalmente intuimos el alma y la dignidad de la película, de Fabian, de los perdedores.