Image: La zona

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Cine

La zona

El egoísmo en su trinchera

8 noviembre, 2007 01:00

Rodrigo Pla, director de 'La zona'. Foto: Sergio Enríquez

México/España, 2007. Director: Rodrigo Plá. Intérpretes: Daniel Giménez Cacho, Maribel Verdú, Daniel Tovar, Carlos Bardem. Guión: Rodrigo Plá, Laura Guerrero. Duración: 98 mins.

Un simple muro con alambrada electrificada separa la vida lujosa de una urbanización de la mugre caótica de los suburbios. Es México pero podría ser casi cualquier lugar del mundo, allí donde la opulencia y la miseria se dan la espalda o se miran con desconfianza, incluso con pavor. Sobre esa imagen construye el mexicano Rodrigo Plá una película deslumbrante por su contundencia, pero también por su sobriedad, por su capacidad para describir la realidad en toda su crudeza y al mismo tiempo construir una serie de metáforas sugerentes que permiten contemplar, reconsiderar, las mismas situaciones desde perspectivas muy diferentes, indirecta o subliminalmente fantasiosas, en un juego de espejos, sobre todo mentales, morales, que enriquecen lo que se muestra en la pantalla y de paso la mirada de quien lo contempla.

La zona, a grandes rasgos, cuenta cómo los habitantes de una urbanización residencial, literalmente blindados en su placentera y ostentosa existencia, se movilizan para defenderse con uñas y dientes -también con sus propias manos, con armas y con la fuerza histérica del pánico, más allá de los límites legales o simplemente racionales- de unos intrusos, tres jóvenes que pronto quedan reducidos a uno solo, llegados del mundo exterior, de ese otro lado borroso e incierto de la verja, sin objetivo concreto pero dispuestos a robar, incluso a matar, por unos cuantos objetos de valor. La movilización de ese vecindario privilegiado para preservar lo suyo, la burbuja de su mundo organizado, se convierte pronto en cacería y hace saltar por los aires los principios básicos que supuestamente rigen una sociedad civilizada. El relato, inspirado en un cuento de Laura Santullo, pareja del director en la vida real, por el que, por cierto, ya se ha interesado la industria norteamericana, escarba en lo peor de los individuos, también en lo mejor, en la zona oscura en la que la conciencia cierra los ojos para saltar por encima de cualquier escrúpulo o da un paso atrás para abrir el camino a una arriesgada disidencia.

Visualmente, La zona se muestra repleta de hallazgos aparentemente funcionales, austeros y nada afectados, como el acertado y sugerente uso, por ejemplo, de las cámaras de seguridad, que delimitan esos mundos en conflicto, el de dentro y el de fuera, el de los depredadores y la presa, y evocan como si nada, al paso, una catarata de imágenes de referencia, de zombies avanzando inasequibles al desaliento, de aliens intrusos agazapados en los recovecos de una nave espacial, de monstruos ambiguos que suplanta la identidad de los supuestamente buenos. Los personajes tienen una vida coral, monolíticamente aterradora, y también, al menos unos cuantos, complejos comportamientos individuales, que un puñado de eficaces actores llena de credibilidad y verosimilitud, Daniel Giménez Cacho y su hijo en la ficción, Daniel Tovar, o los españoles Carlos Bardem, auténtico personaje de terror, y Maribel Verdú, perfecta, como suele últimamente, pese a la pequeñez de su personaje, redondeando una coproducción que seguramente será una de las propuestas más interesantes de la temporada.