My way
Director: José Antonio Salgot
31 enero, 2008 01:00Ariel Casas interpreta a un mafioso
El thriller no es un género que se prodigue en el panorama del cine español, menos aún que trate sobre la mafia y todavía menos que buena parte de su argumento gire en torno a los asuntos familiares de los mafiosos. Tampoco es habitual ver películas de José Antonio Salgot, un francotirador que puso en pie en 1980 un filme tan atípico como Mater amatisima, en torno a una madre volcada en las necesidades afectivas de un hijo autista. My way, su nuevo trabajo, da la vuelta a las convenciones y pone en primer plano los problemas emocionales y logísticos de un promotor de negocios sucios en retirada. Se trata de un individuo con pocos escrúpulos que carga con un padre enfermo de Alzheimer y una mujer que reclama atención por encima de los negocios y de las complicaciones de los negocios mismos, marcados por la dureza de todo lo relacionado con el narcotráfic. Todo ello agravado por la torpeza de algunos de sus colaboradores más cercanos.La historia en sí misma es atractiva, especialmente por esa intención de mostrar a un duro delincuente enredado en los conflictos universales de la vida doméstica, aunque en algunos extremos esté a punto de írsele de las manos, sobre todo cuando el relato desemboca en una especie de esperpento paradójico en el que uno y otro aspecto, el íntimo y el profesional, se entremezclan de manera delirante. En cualquier caso, la propuesta se eleva sobre sí misma empujada por una serie de ingredientes técnicos y formales que se suman para llevarla al territorio heterodoxo de las texturas inusuales y la agilidad visual. Seguramente al espectador que paga su entrada le importará poco o nada el presupuesto de la película y las opciones entre las que han tenido que escoger necesariamente los responsables para configurar una narración convincente, pero no está de más subrayar las posibilidades que lo digital empieza a poner al servicio del cine.
Por supuesto, que nadie se equivoque, casi todo el mundo tiene un bolígrafo al alcance de la mano, incluso un ordenador, pero son pocos los capacitados para escribir una novela, al menos que merezca la pena ser leída. Otro tanto puede decirse de estas nuevas herramientas que el cineasta Salgot acierta a utilizar con notable desenvoltura, a su manera, en consonancia con la versión de la canción popularizada por Frank Sinatra que marca el título y el espíritu de la banda sonora, proporcionando un envoltorio resultón a su peculiar historia de familia. Además, y esto conviene situarlo siempre muy por encima de la parafernalia técnica, Salgot ha reclutado un reparto sobresaliente, con el siempre deslumbrante Joan Dalmau en la piel marchita de ese padre ausente y de ambiguo pasado, Asunción Balaguer en una fugaz pero carismática aparición y una larga lista de intérpretes, Silvia Marsó, Jordi Sánchez o el propio protagonista, Ariel Casas, que logran construir una pintoresca galería de tipos, algunos excesivamente arquetípicos, pero en cualquier caso igualmente inhabituales en el cine español.