Image: Echarse unas risas con Hitler

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Cine

Echarse unas risas con Hitler

Dany Levy llega esta semana a los cines con Mein Führer, fábula que presenta a un dictador deprimido a las órdenes de un terapeuta... judío

4 agosto, 2009 02:00

Un fotograma de Mein Führer.

ELCULTURAL.es
La barbarie nazi se ha convertido en un potente subgénero cinematográfico que ha dado lugar a multitud de títulos de toda índole. El hundimiento, Good, El niño con el pijama de rayas, Los falsificadores y El último tren a Auschwitz son algunas de las películas recientes que han regresado a esta coyuntura histórica que de tan horrible se ha convertido en carne de celuloide como ninguna otra. Se ha abordado el episodio desde el drama, la denuncia, el amor o como material de cine bélico, pero lo que todavía no había hecho nadie es extraer de la negritud comedia pura y dura (con permiso de Chaplin en El gran dictador).

Hasta que llegó Dani Levy para reírse sin piedad de Hitler con la película Mein Führer, cinta que destaca además por ser la última del actor alemán Ulrich Möhe, protagonista de la oscarizada La vida de los otros, antes de morir de cáncer.

Comedia sin más en la que todo es ficción, Mein Führer se inicia en 1944, cuando al nazismo se le ha caído el imperio encima. En este momento, Goebbles trama un plan para la reconstrucción: que Hitler reaparezca bravo con un potente discurso capaz de recuperar a las masas. Y aquí el conflicto, porque el dictador, interpretado por Helge Schneider, está cansado y deprimido, sin gana alguna de farolillos. La solución la encontrará en Adolf Grönbaum, su antiguo profesor de interpretación, judío de pro, que pondrá el resto de ingredientes para la comedia.

Así lo explica el propio Levy: "Es un hecho que Hitler tenía un profesor de interpretación antes y durante su ascenso. Su nombre era Paul Devrient. Devrient se convirtió en el judío Grönbaum. Que le ordenen que abandone el campo de concentración en 1944 en su "última misión" es simplemente un paso rebelde hacia la fantasía. Es un hecho conocido que Hitler luchó contra la depresión. El lenguaje megalomaniaco, la visión global de superioridad de raza y la función de Goebbels en el global de la propaganda, ¿no invita todo ello al concepto de una tragicomedia?"-

A pesar del batacazo de taquilla en Alemania, la polémica ha acompañado, naturalmente, a la película. Una carta que podría ser su salvación en el resto de países, sobre todo en una semana en la que Johnny Deep regresa a las pantallas y siguen haciendo el agosto intocables como Up. En última instancia, tendrá que verse las caras con otro dictador pasado por la comedia, Napoleón y yo, en la que un Bonaparte también con traje de ocaso evita el sopor del aburrido destierro irritando a un mancebo revolucionario.