Isabelle Huppert: "Actuar nunca ha sido difícil para mí"
La actriz francesa estrena este viernes Home, ¿dulce hogar?, de la debutante Ursula Meier
28 octubre, 2009 01:00Isabelle Huppert
Juan SardáEs difícil imaginar una actriz mejor que Isabelle Huppert (París, 1953), quizá la intérprete más sobresaliente del cine europeo actual. Musa de Chabrol (La ceremonia, 1995), Haneke (La pianista, 2001), Godard (Sauve qui peut, 1980) o Cimino (Las puertas del cielo, 1980), su nombre está ligado a lo mejor del cine europeo de los últimos treinta años y ha ganado dos veces el premio a la mejor actriz en Cannes (por Violette Noziere en 1979 y por La Pianista), otras dos en Venecia (Un affaire de femmes, 1985 y La ceremonia), además de poseer el Premio Donostia del Festival de San Sebastián en reconocimiento a su insuperable carrera. Su belleza sofisticada, la profundidad con la que elabora cada personaje y su sutil inteligencia vuelven a brillar en Home, ¿dulce hogar?, película que se estrena el viernes en la que la debutante suiza Ursula Meier la convierte en una inquietante ama de casa entregada al cuidado de su marido e hijos. Su idílica convivencia, de espaldas al mundo, se trunca cuando se abre una autopista al lado de su casa. Comienza entonces un psicodrama de imprevisibles consecuencias. La actriz mantuvo una larga conversación con El Cultural para hablar sobre esta película, la pasión de ser actriz y el estado del actual cine europeo.
PREGUNTA.- En Home, ¿dulce hogar? interpreta a una entregadísima ama de casa. ¿Alguna vez añora una vida más sencilla, alejada de los focos como la de este personaje?
RESPUESTA.- Todo el mundo puede imaginar una vida distinta a la suya, no es necesario ser actor para eso. Creo que mi personaje cae en el error no de ser ama de casa sino de protegerse del mundo exterior en una estructura familiar que le funciona, lo que la lleva a vivir de espaldas a la realidad. La película trata sobre el mito de la isla desierta y de lo peligroso que es apartarse de los demás. Todos podemos tener esa tentación de aislarnos, pero al final es una trampa. Se trata de una parábola del mundo moderno y de la búsqueda de un paraíso perdido. Pero la suya no es la mejor forma de encontrarlo ya que la realidad siempre acaba irrumpiendo. El verdadero peligro nunca viene del mundo exterior sino de uno mismo. La vida en sociedad es un compromiso al que no podemos renunciar.
P.- Ella, sin embargo, se considera a sí misma una madre impecable.
R.- ¿Qué es ser buena madre? Mi personaje construye una prisión para sus hijos pensando que los protege pero al final se revela como una madre inquietante y peligrosa. Vive de acuerdo con un ideal de felicidad completamente irreal y acaba construyendo un mundo artificial. Por ejemplo, cuando se produce la huida del hijo su reacción es terriblemente fría porque no quiere salir y enfrentarse a lo que hay fuera de su casa, a la vida misma.
P.- Ese microcosmos familiar, efectivamente, es una parábola sobre la humanidad.
R.- La estructura familiar es un lugar en el que jamás dejamos de interpretar un determinado rol, en el que también jugamos un papel. En esta familia, este efecto se acentúa. Parecen intérpretes en un teatro y ese artificio sólo puede venirse abajo. Cuando comienzan a poner vallas al mundo exterior eso se vuelve aun más terrible. Y me interesa cómo ellos creen que son los que observan a los demás pero en el fondo jamás dejan de ser observados. A los actores nos pasa un poco lo mismo, pensamos que somos nosotros los que miramos al público y lo controlamos pero al final es al revés. ¿Quién observa y quién es observado? Esa es la pregunta clave.
P.- ¿Por qué aceptó ponerse a las órdenes de una directora sin apenas experiencia como Ursula Meier?
R.- El proyecto era muy interesante. El guión era espléndido y muy original y pensé que podía salir una película muy peculiar, como así ha sido. En este caso, creo que Meier suplía su falta de experiencia con el hecho de que tenía muy claro qué tipo de película quería hacer, y para un actor lo más importante siempre es tener a un director detrás que sepa hacia dónde va.
P.- ¿Cree que los directores jóvenes son muy distintos de los más veteranos?
R.- El cine es cine y lo esencial no ha cambiado, por mucho que ahora se utilicen otras tecnologías. Lo importante siempre es la mirada del director, yo sigo creyendo en la teoría autoral que surgió en los 60 con Cahiers du Cinéma. Quizá lo que sí detecto es que los nuevos cineastas están más en contacto con las influencias del arte contemporáneo. Sí noto que hay una comunicación más profunda entre ambos ámbitos que me parece sumamente interesante.
P.- ¿Le sigue resultando complicado interpretar o con los años nota que el oficio le facilita las cosas?
R.- Para mí nunca ha sido difícil actuar. Yo amo lo que hago y nunca ha supuesto ningún esfuerzo. Eso no significa que trabaje en esto por pura diversión, es mucho más profundo. Todos tenemos algo inacabado siempre en nosotros mismos e interpretar me permite completar esas partes de mí misma, me conecta con dimensiones que no conocía. Lo que sí noto con los años es que voy ganando espacios de libertad, ahora entiendo mejor esa ecuación entre abandonarse a sí mismo y tener conciencia de lo que uno hace que es lo que define esta profesión. Es una mezcla entre libertad y control.
P.- ¿Es necesario conocerse bien a sí mismo para ser un buen actor?
R.- ¿Quién se conoce bien a sí mismo? Yo no, desde luego. Todos somos un enigma para nosotros mismos. Lo que me mueve siempre es precisamente esa curiosidad por lo nuevo, lo desconocido.
P.- Hace poco Fernando Trueba decía que se preguntaba por qué hacía películas, que quizá era un trabajo mucho más inútil que ser médico o electricista.
R.- Es una pregunta que nos hacemos constantemente todos los que nos dedicamos a esto. Al final he llegado a la conclusión de que la belleza de las obras de arte no salvan el mundo pero sí lo hacen mucho más fácil de soportar.
P.- ¿Cómo lleva la sobreexposición pública de los actores que se vive hoy en día?
R.- Con Internet esa sobreexposición se ha multiplicado. Algunas veces parece que determinadas estrellas están sometidas a un seguimiento diario. Ahora lo sabemos todo de todo el mundo. Pero yo siempre lo he llevado bien supongo que porque nunca le he prestado la menor atención. Me da igual lo que digan sobre mí o mi vida privada.
P.- ¿Cree que el cine europeo atraviesa un buen momento?
R.- Sigue habiendo buenas películas y buenos directores. Lo que sí detecto es que ahora es más difícil que antes levantar películas que traten asuntos serios. Hoy los productores piensan más en el dinero y el beneficio que antes.