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Más metralla desde el frente
Greengrass y Sheridan entran también en guerra
12 marzo, 2010 01:00Matt Damon en Green Zone.
Dos europeos, Paul Greengrass con Green Zoney Jim Sheridan con Brothers, llegan a la cartelera con sendas visiones de los conflictos de Iraq y Afganistán. La batalla continúa.
No deja de ser sintomático que ambas incursiones en los escenarios bélicos del ejército de EEUU procedan de directores europeos de prestigio, cineastas que han hecho su camino hasta Hollywood con producciones solventes que no reniegan de su pátina autoral.
Objetividad periodística
En la filmografía del británico Paul Greengrass (Cheam, Inglaterra, 1955) encontramos valiosos docudramas en torno a tragedias de la historia política reciente que, como Bloody Sunday y United 93, se muestran revestidos de esa supuesta objetividad periodística que exigía Green Zone, basado en un best-seller escrito por el corresponsal del Washington Post en Bagdad y claramente determinado a exhibir las vergüenzas de los servicios de inteligencia de Washington que inventaron coartadas para iniciar una guerra ilegal. Bajo un ritmo narrativo y un diseño de producción ejemplares (marcas de la casa Greengrass), sin embargo, Green Zone prefiere decantarse por la metralla del género de espionaje al convertir a Matt Damon en un soldado profesional que se rebela contra sus superiores como si fuera un Jason Bourne en el desierto iraquí. De este modo, Greengrass parece sintetizar todo su discurso en un filme que hace confluir tanto la crónica periodística como el ruido y la furia de El mito de Bourne y El ultimátum de Bourne, sus extraordinarias aportaciones a la mejor saga de acción inteligente del nuevo siglo. Con todo, la película no está a la altura de ninguna de sus pretensiones.
En el nombre de Sheridan
Por su parte, el irlandés Jim Sheridan (Dublín, 1949) -al que siempre se asociará con Mi pie izquierdo y En el nombre del padre aunque su mejor película sea El prado- aborda el conflicto de Afganistán ofreciéndonos su plano y contraplano: tanto el infierno de los familiares de soldados como el de los que van a la guerra y regresan como muertos vivientes.
Melodrama descafeinado
Hay una pulsión de épica en este relato de intimismo y destrucción abierto en dos frentes, pero ni la acción familiar en suelo americano ni la acción bélica en Afganistán son capaces de convocar tensión. Sobre el papel, los personajes representan una familia en descomposición, pero perfilados con tantos lugares comunes que ni siquiera grandes intérpretes (Tobey Maguire, Natalie Portman, Jake Gyllenhal…) pueden hacerlos respirar con algo de verdad. Es tanto el empeño del filme por erigirse en la herida interior estadounidense abierta por el trauma de Afganistán, que sólo la apatía del director puede explicar que en sus manos la tragedia de una nación tome las formas de un descafeinado melodrama.
Ambas películas vuelven a confirmar que, en la descripción de las últimas guerras norteamericanas, los mejores resultados los ha dado el documental. Ni siquiera grandes extravagancias de la ficción como Redacted o En tierra hostil pueden competir con documentos como Standard Operating Procedure, The War Tapes o Taxi to the Dark Side. Las miradas "europeas" de Greengrass y Sheridan no van a modificar el paradigma.