Image: Julia Solomonoff: Cierta noción de hombría es moralmente insoportable

Image: Julia Solomonoff: "Cierta noción de hombría es moralmente insoportable"

Cine

Julia Solomonoff: "Cierta noción de hombría es moralmente insoportable"

El Deseo presenta en España El último verano de la Boyita, el convincente debut de la directora argentina y un atípico western con muy buenas críticas

7 mayo, 2010 02:00

Julia Solomonoff durante el rodaje.

Juan Sardá
Llega avalada por Pedro Almodóvar y su productora El Deseo. Y el cineasta demuestra buen olfato al haber apostado por esta directora argentina, Julia Solomonoff, ya que su debut, El último verano de la Boyita, sorprende por su sutileza y la belleza de sus imágenes. Dos años después de que XXY, de Lucía Puenzo, asaltara las pantallas, la cinematografía argentina vuelve a contarnos de un niño hermafrodita, aunque lo haga de una forma muy distinta. Ambientada en plena campiña, se trata de una hermosa historia de iniciación sobre la confusión sexual que tiene como referente estético el western.

PREGUNTA.- El último verano de la Boyita retrata una historia muy íntima y delicada. ¿Cómo fue manejar un material de estas características cuando se cuenta con actores de menos de 15 años?
RESPUESTA.- Fue muy dfícil encontrar esa intimidad a la que te refieres. La película narra el viaje desde la infancia a la pubertad, es un momento muy profundo en la vida. Lo difícil fue encontrar desde dónde contar la historia, una vez llegué a ese punto de honestidad que estaba buscando todo fue más sencillo.

P.- Hay una indagación sobre el significado de la masculinidad.
R.- Al protagonista el entorno le presiona para que se entrene duramente como jinete y llegue a la carrera "como un hombre". Se establece una correlación insoportable entre sus éxitos deportivos y su hombría. ¿Pero qué es ser un hombre? No creo que se defina únicamente por lo que tenemos entre las piernas, la propia medicina no ha dado una respuesta definitiva sobre el asunto. Y esa noción de "hombría" como hecho moral es terrible.

P.- La película parece un western atípico, pero western.
R.- Yo siempre lo vi así. Durante muchos años el western fue un género que no disfruté. Me fastidiava ese punto machista que asociaba a personajes como John Wayne. Hasta que hice un curso en Columbia sobre el asunto, con James Seymour, y me enseñó a mirarlos de otra manera. Los western, aprendí, nos explican cómo se ha construido la idea de la masculinidad en Estados Unidos durante muchas generaciones. En ellos, las niñas se hacen señoritas sin más, pero los hombres tienen que demostrar su hombría, normalmente mediante la violencia. Y eso es lo que en mi película.

P.- Aunque el filme retrata emociones muy fuertes, hay un aspecto contemplativo.
R.- Eso está relacionado con la edad que refleja el filme. A los 12 o 13 años uno está muy receptivo, el mundo es un descubrimiento. Es un momento de mucho crecimiento, en el que se genera una gran inmediatez con las cosas vivas. Y el silencio del campo nos permite aguzar el oído y escuchar cosas más pequeñas.

P.- El despertar a la sexualidad es, quizá, el gran asunto.
R.- La sexualidad existe de un estadio muy temprano de la vida. Y me interesa explorar la sexualidad femenina sin morbo ni tópicos. La película explica cómo esa niña protagonista aprende a crecer y aceptarse a sí misma. Todo eso lo intento explicar de una forma cinematográfico. En la ciudad, Rosario, los planos son cortos y cerrados. A medida que avanza su recorrido emocional ella aprende a mirar a su alerdedor y comenzamos a ver el paisaje, el cielo, el campo abierto.