Image: Stephen Frears

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Cine

Stephen Frears

"Rodar Tamara Drewe fue una verdadera juerga"

11 noviembre, 2010 01:00

Stephen Frears. Foto: Javier Morón

El director estrena este viernes su irónica y sexy adaptación del cómic de Posy Simmonds

Los ojos saltones y la sonrisa irónica de siempre. Algo más grueso y casi enteramente canoso a sus 69 años, pero el provocador de siempre. El director británico Stephen Frears (Leicester, 1941) estrena este viernes su película más traviesa y sexy, Tamara Drewe, adaptación del cómic de Posy Simmonds con heroína dentro, que presentó en el pasado Festival de Cannes. Y lo hace con la complicidad de una pícara Gemma Arterton en el rol que ha lanzado su carrera. Elcultural.es habla con el autor de Las amistades peligrosas, Mi bella lavandería y La reina.

P.: Tengo entendido que mantiene una antigua amistad con la autora del cómic.
R.: Sí, de más de tres décadas. Seguía sus tiras a través de la prensa, ¡esa descripción de la vida rural inglesa! Me han parecido siempre una figura y unas historias muy coherentes. Jamás pensé que acabaría haciendo esta película, que ha resultado una experiencia muy fresca y renovadora. Fue una verdadera juerga hacerla. En realidad, todo comenzó cuando Moira Buffini me hizo llegar el guión que había escrito y me recordé leyendo las tiras del cómic en The Guardian entre 2005 y 2007.

P.: A la hora de los "story boards" y ángulos de cámara, ¿copió los dibujos de Simmonds?
R.: A menudo, porque ella es un genio, muy creativa.

P.: Gemma Arterton lleva el filme sobre sus espaldas y usted no la conocía.
R.: No había visto nada de lo que había hecho, unos minutos si acaso de la tvmovie que había rodado de Tess para la BBC. Pero sí me habían hablado de lo buena actriz que era, sobre todo mi mujer. Cuando la vi, quedé hechizado por su belleza y chispa. Y ella supo traer el exacto humor y brillantez en los diálogos que el personaje requiere. Mujeres como Gemma hacen que valga la pena abandonar cada mañana la cama.

P.: Ha trabajado con niños, algo que no hace a menudo.
R.: No, no lo hago. Pueden resultar verdaderamente irritantes. Tuve auténtica suerte con Jessica Barden y Charlotte Christie, de una precocidad brillante y nada molesta. Nunca contrato a alguien a quien quiero tirar de los pelos.

P.: La provincia, el paisaje y Dorset son un personaje más. Además, usted es vecino de Dorset cuando no está en Londres.
R.: En mi país, no tenemos la tradición de rodar historias de la provincia rural como, por ejemplo , en Francia. Estoy pensando en Chabrol o Pagnol. Fueron mis referencias. Rodar en este tipo de "milieu" fue también otro de los incentivos.

P.: ¿Las audiencias urbanitas verán una película diferente?
R.: Hhhhmmm... Simmonds lanza una mirada aguda a un segmento de la población del Reino Unido, no exenta de cierto sarcasmo. Aquí se aborda también a un determinado tipo de ciudadanos: los urbanitas de clase media que se retiran a vivir al campo, en este caso a escribir. Es posible, sí.

P.: Es un frecuente visitante de Cannes, aunque este año no quiso entrar en la competición.
R.: No me parecía apropiado, es una película picante y divertida y en Cannes hay películas muy serias. Además, a mí lo que me gusta es ganar.

P.: Me llama la atención que en 45 años de carrera, jamás haya escrito un guión.
R.: Soy inculto y perezoso. Me gusta dirigir. Para mí hacerlo, es como montar un puzzle. Y no tengo en la cabeza la película durante el rodaje. La mitad del tiempo no tengo ni idea de hacia dónde voy.

P.: En el documental A Personal History of British Cinema, que dirigió para el Channel 4 en 1997, señaló que el cine comenzó a ser una influencia en su vida ya desde niño.
R.: Sí, el tiempo de la guerra que David Lean mostró en In Which We Serve, que todavía puedo ver ahora una y otra vez, actrices inimitables como Margaret Rutherford o una historia escolar conmovedora como Adiós, Mr. Chips. Estos títulos informaron mi primer interés por el cine.
P.: Me da la impresión de que Tamara Drewe ha sido su película más divertida de dirigir.
R.: Fue una verdadera juerga. Los actores estaban en estado de gracia, el tiempo era maravilloso y hasta las vacas interpretaban correctamente. Fueron unas vacaciones, realmente.

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