Image: Berlín: fuego en las retinas

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Cine

Berlín: fuego en las retinas

Arranca el festival con la mirada puesta en el iraní Jafar Panahi, Isabela Rossellini como presidenta del jurado y los Coen como rostro del día

10 febrero, 2011 01:00

Arriba, Isabela Rossellini, presidenta del jurado. Abajo, los Coen con el reparto de Valor de ley.

Un año mayor, ya van 61, la Berlinale vuelve a entender en esta edición que el cine será político o no será, porque el poder de influencia conlleva ciertas responsabilidades. El cineasta iraní Jafar Panahi, encarcelado y enmudecido por el régimen de Ahmadineyad, ya protagonizó algunos minutos de reclamo mediático en Cannes (con Juliette Binoche y Abbas Kiarostami al frente), pero dado que el cerco de intransigencia en torno al autor de El globo azul se cierra más y más (condenado a seis años de cárcel y a veinte años sin poder hacer películas), Berlín le ha reservado un simbólico lugar en el Jurado presidido por Isabela Rossellini y proyectará sus películas en diversas secciones a lo largo del certamen. A competición, lo nuevo de Asghar Farhadi (Nader and Simin, A Separation) representará la cinematografía iraní del momento.

El cine siempre anda necesitado de sacudidas. Ese parece ser uno de los grandes propósitos de los festivales (sobre todo los de clase A): encontrar esa película que sacuda algunos cimientos y encienda el fuego en las retinas. Y si la película no existe, se crea el acontecimiento. Uno de ellos será la premiere mundial de The Turin Horse, última película de Béla Tarr si el director húngaro es fiel a su palabra. Con la habitual gravedad y alta estilización de sus trabajos, su despedida será el relato inventado del suceso que aparentemente llevó a Friedrich Nietzshe a la locura y el mutismo durante los once años previos a su muerte. Otros nombres de la Sección Oficial (22 películas, de 18 países) también despiertan el moderado interés de la comunidad cinematográfica. Y es que la selección de las 16 películas a concurso deberá ofrecer mucho más de lo que aparenta sobre el papel: nombres en su mayoría de probada solvencia, pero desconocidos más allá de los circuitos festivaleros: el francés Michel Ocelot (con la animación Les contes de la nuit), el coreano Lee Yoon-ki (Come Rain Come Shine), el argentino Rodrigo Moreno (Un mundo misterioso), el ruso Alexander Mindadze (Innocent Saturday), el austriaco Wolfgang Murnberger (My Best Enemy), etc.

Para seguir con la costumbre berlinesa, España quedó un año más fuera de concurso -las películas de Fernando León, Icíar Bollaín o Isabel Coixet en secciones paralelas ni siquiera son un consuelo, como tampoco la presencia de Jaume Collet-Serra a competición con el thriller norteamericano Unknown-, y el cine alemán ocupa un lugar destacado: lo nuevo del miembro de la Escuela de Berlín Ulrich Köhler (Sleeping Sickness), la primera ficción del documentalista Andre Veiel (If Not Us, Who), y las cintas fuera de concurso de un debutante, Yasemin Samdereli (Almanya), y un veterano, Wim Wenders (Pina), con un filme en 3D sobre Pina Bausch.

La representación norteamericana se reparte entre lo visible y lo invisible, es decir, entre los Coen (inaugurando fuera de concurso) y el gesto indie de la videoartista Miranda July, que con The Future podrá revalidar el talento mostrado hace unos años en Tú, yo y todos los demás.

Los debuts en la dirección de intérpretes como Ralph Fiennes (Coriolanus) o Victoria Mahoney (Yelling to the Sky) seguramente despertarán más atención mediática que otras óperas prima en disputa por el preciado Oso de Oro, como sin ir más lejos El premio, de la mexicana Paula Markovitch, o Margin Call, del norteamericano JC Candor.