Annette Benning y Julianne Moore

Llega a nuestras pantallas la única de las candidatas a mejor película que quedaba por estrenar en nuestro país, una comedia sofisticada sobre la vida familiar de una pareja de lesbianas, interpretadas por Annette Benning y Julianne Moore.

¿Puede una película ser acusada al mismo tiempo de complacientemente progresista e irritantemente conservadora? Es el extraño hito que ha logrado Los chicos están bien, una de las joyas de la penúltima Berlinale y nominada a cuatro Oscar de relumbrón: película, actriz principal (Annette Benning), actor secundario (Mark Ruffalo) y guión, a cargo de la también directora Lisa Cholodenko y Stuart Blumberg. El filme nos adentra en una de esas "nuevas familias" de las que tanto se habla en los suplementos dominicales: una pareja de lesbianas de largo recorrido, Benning y Julianne Moore, viven, o dormitan, en la cómoda placidez de la clase media estadounidense junto a sus dos hijos adolescentes. Benning es controladora hasta la extenuación; su pareja gravita en la confusión perpetua y los anhelos poco definidos.



La suya es una vida de convenciones en la que la pasión ya no tiene cabida hasta que aparece el donante de esperma de los chavales, Mark Ruffalo, un restaurador simpático con síndrome de Peter Pan que enamora a sus hijos y desestabiliza un equilibrio familiar logrado a base de grandes sacrificios y renuncias. Con esta premisa clásica, la aparición de un extraño que pone en solfa lo que parecía inamovible, Cholodenko construye una comedia sofisticada con diálogos ingeniosos y situaciones rocambolescas que pasa casi de puntillas por la sexualidad de sus protagonistas para proponer una farsa, agridulce, sobre las dificultades de formar una familia y mantenerla unida. Como explica Cholodenko: "No hay nada radical en este película porque estamos hablando de una de esas parejas bien asentadas que necesitan urgentemente una reinvención. Todos las conocemos. Lo único distinto es que son dos mujeres pero en este caso el hecho de que sean homosexuales es sólo una característica más que añadir a la lista, y no la primera ni la segunda".



De esta manera, Los chicos están bien pulveriza estereotipos de género para hacerse preguntas universales, como cualquiera que tenga hijos adolescentes llenos de preguntas y una pareja a la que ama -pero que le resulta un tanto cansina- puede certificar. Al final, Los chicos están bien es una comedia familiar pura y dura. Y de las buenas.